Un capítulo final a la altura de Lost: brillante


El martes por la noche, AXN transmitió el último capítulo de la serie de culto Lost, de la que hablé ayer, extensivamente en mi columna Las horas perdidas.
Antes de hablar del final, unas palabras sobre la incomparable ineptitud del programador de AXN. Durante los cinco primeros años de la serie, Lost se transmitió los lunes en dos entregas. De nueve a diez de la noche se repetía el episodio de la semana anterior, un gesto cortés sin duda. De diez a once se transmitía el episodio de estreno.

Al empezar la última temporada, AXN decidió cambiarlo a martes. Aún así se había mantenido fiel a la regla, incluyendo ocasionales “maratones” de fin de semana para ponerse al tanto si se había perdido uno algunos episodios.

El martes pasado, después de transmitir el episodio número 15 de la temporada. AXN anunció un último maratón para el domingo y el capítulo final el martes, en una transmisión que empezaría a las 8 de la noche y hasta la medianoche.

No tenía necesidad de ponerme al tanto con el maratón, así que dispuse el Sky+, como cada semana para que grabara con su DVR las cuatro horas programadas.

Ayer por la noche, cuando me senté dispuesto a ver el final, descubrí que las dos primeras horas, eran un esperable “especial” donde los actores y productores de la serie comentaban su experiencia, personajes y resumían hasta dónde iban. Adelanté las dos horas y dí inicio a lo que yo suponía eran los capítulos 16 y 17.

Sorpresa. La transmisión arrancó en el capítulo 17. Al parecer, al genio que programa AXN se le ocurrió incluir el fundamental 16 (titulado ¿Por qué tenían que morir?) en su maratón dominguero, eso supongo porque nunca lo transmitió en horario regular.
Sin desesperar, y no sólo porque tenía que escribir esta pequeña crónica, recurrí al internet, donde ABC tiene los capítulos completos, gratis. Pero sólo funciona si vives en EU, y su página verifica el ISP de tu navegador, para evitar que lo veas si no apoyas la ley Arizona o algo así.

Eso es solucionable, pero más rápido es recurrir a los llamados torrent. Descargas compartidas por usuarios anónimos que suben los programas que graban, para que otras almas en desesperación puedan verlos (suena altruista, también es reducto de la más feroz piratería online). Me descargué Lost #16, con todo y subtítulos importados, y lo vi. Estupendo.

Una vez más, me senté a recetarme el #17 (apropiadamente titulado El fin).
Para todos los que esperaban la explicación final de todas las dudas que había ido dejando la serie a lo largo de sus seis años, el capítulo final debe haber sido una suerte de decepción. Creo que ellos deberán esperar el material adicional en la edición en DVD para tomar notas y saber donde cursó la secundaria Walt, o alguna tontería así.

Si, por otro lado, el propósito de ver un capítulo final así, es constatar si los creadores fueron capaces de atar todos los cabos narrativos, encontrar el punto neurálgico donde las líneas dramáticas de los últimos años, coinciden en un reducto imprevisible, y toda la inversión emocional (o intelectual) que pudimos haber hecho en esta docena extendida de personajes a lo largo de los años, encuentra la catarsis necesaria para que haya valido la pena dedicar religiosamente cada lunes o cada martes a nuestra dosis. Si ese fue nuestro propósito al sentarnos frente a la TV: el final fue PERFECTO. Interesante, ingenioso. Conmovedor.

Por lo demás, un último gesto poco amable, como el que receta el automovilista neurótico a quien se le atraviesa, también para ese anónimo e insufrible programador de AXN, que rellenó las pausas tanto de anuncios promocionales de sus nuevas series, que consiguió que el episodio #17 no cupiera en las dos horas de grabación que le destinaba la guía de Sky.
Por suerte existe internet. Lo demás es anecdótico.

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