Más nubarrones sobre Fernando Lugo

Pablo Stefanoni
Página 7

Otra vez el presidente paraguayo Fernando Lugo se encuentra entre la espada y la pared. Sin lograr consolidar su gobierno, después de la hazaña de haber sacado del poder al sexagenario régimen colorado, el mandatario debió declarar estado de excepción en los departamentos del norte del país para habilitar la intervención de las Fuerzas Armadas contra un pequeño y aún enigmático grupo guerrillero -supuestamente vinculado a las FARC-, cuya última acción habría sido el asesinato de tres policías y un civil.

Esto complicó aún más la gestión del ex obispo, sin mayoría parlamentaria y con su propio vicepresidente, Federico Franco, en la vereda de enfrente luego de la temprana ruptura de Lugo con un sector del Partido Liberal: el oficialismo no cuenta con más de cinco bancas leales. Lo que se suma a los pasados escándalos de paternidad del ex religioso.

Aunque la derecha votó el estado de excepción en el Congreso, acusa a Lugo de complicidad con el Ejército del Pueblo Paraguayo, dados los vínculos entre sus supuestos dirigentes y el ex Presidente cuando se desempeñaba como obispo en la diócesis de San Pedro, una de las regiones más pobres y combativas de Paraguay. Los colorados que durante casi 40 años sostuvieron a la dictadura de Alfredo Stroessner, los “colorados éticos” del ex golpista Lino Oviedo, el Partido Patria Querida y sectores liberales tienen contra las cuerdas al Lugo con la amenaza de un juicio político que lo eyectaría del sillón presidencial, lo que lo obligó a buscar sustento en sectores campesinos y de izquierda. “Los votos ya están, sólo buscan una buena excusa”, dice el escritor y periodista Antonio Pecci.

La acción más resonante del EPP fue el secuestro del empresario ganadero Fidel Zavala, en octubre de 2009, quien pasó tres meses en cautiverio y lo obligaron –a imagen de Robin Hood– a entregar centenares de kilos de carne de res a los sectores populares. Pero según un documento encontrado, el grupo no tendría más que una quincena de efectivos operativos y un centenar de simpatizantes activos como apoyo logístico.

Según Carmen Villalba, actualmente en prisión por el secuestro de María Edith Bordón de Debernardi, el EPP es una "organización revolucionaria y político militar" marxista-leninista. El grupo provendría de un desprendimiento del movimiento Patria Libre, algunos de cuyos miembros fueron responsabilizados por el secuestro de Cecilia Cubas, hija del presidente Raúl Cubas Grau, en 2004. Hecho que tuvo resonancias en Bolivia, donde provocó la salida del gobierno del ex viceministro de Régimen interior Rafael Puente luego de expresar su oposición al retiro del refugio humanitario a dos de los acusados. En 2008, el EPP había conseguido resonancia mediática con el secuestro del ganadero y maderero Luis Alberto Lindstron, quien consiguió su libertad luego de pagar 300.000 dólares. En un supuesto comunicado a medios nacionales e internacionales, el EPP expresa que “Buscaremos los cambios radicales y revolucionarios, única manera de dignificar a nuestro sufrido y hambreado pueblo pobre”.

Acusan al resto de la izquierda paraguaya de “socialistas traidores”, declarando que el de Lugo es un ”gobierno proimperialista, prooligarca, que responde al sector minoritario de la clase rica del país, representado por la Alianza Patriótica para el cambio”. Una posición que no deja de beneficiar a los enemigos de derecha del Presidente.

Pero más allá del pequeño y resonante EPP, en Paraguay existen poderosos grupos mafiosos que controlan gran parte del país y que hace pocos días balearon a un senador de la República. “Ya nadie parece dudar que el EPP es un grupo de tareas especiales de los narcos y que está siendo utilizado por la derecha –la real: los narcoganaderos, y la formal: los políticos y parlamentarios– con claros fines de desestabilizar”,señala el sociólogo Tomás Palau a Página 7.

“La mitad de Paraguay es ya casi un territorio transnacional de la globalización [dedicado a la producción de soya transgénica], que está bajo la influencia económica de Brasil. Son enclaves que nunca fueron realmente Paraguay; Cargill y Monsanto ocuparon así un territorio políticamente 'vacío'”, dice la socióloga Milda Rivarola en un reportaje de Le Monde Diplomatique.

Por eso no fue casual que el primer golpe del EPP, el 16 de marzo de 2008, fuera la quema de maquinaria agrícola soyera de la estancia Santa Herminia en el departamento de Concepción, perteneciente al brasileño Nabort Both. El empresario rural terminó luego imputado judicialmente por provocar afecciones con sus fumigaciones masivas a los campesinos del lugar. Pero las autoridades locales protegen a los hacendados.
“Están comprobados los vínculos FARC y EPP. Tenemos pruebas de que las FARC han enviado asesores [a Paraguay] y se comprobó que recibieron el 30 por ciento de lo que se pagó por el secuestro de María Edith Bordón”, señaló al diario El Tiempo, de Colombia, la fiscal antisecuestro de Paraguay Sandra Quiñónez.

Mientras el fantasma del “Hondurazo” sigue actuando como una espada de Damocles sobre
Fernando Lugo.

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