Mundial: Fiebre futbolera llega a rincones olvidados de Sudáfrica

LICHTENBURG, Sudáfrica
Los forasteros son casi tan raros como la lluvia en este rincón polvoriento del noroeste de Sudáfrica. Por ello, cuando llegaron vehículos con empleados del gobierno, banderas y un equipo de sonido al estadio comunal, atrajeron la atención de los lugareños.
La comunidad matikiring de Lichtenburg, en la Provincia del Noroeste, no tiene agua corriente, la mayoría de las viviendas son diminutas casuchas de láminas de estaño y el complejo deportivo consiste en dos arcos con redes rotas a ambos extremos de una cancha de arena.

La Agencia para el Desarrollo de la Juventud del gobierno armó una fiesta en Lichtenburg esta semana como parte de su campaña para asegurarse de que las localidades más remotas de Sudáfrica saborean el Mundial. La lugareña María Bogatsu dijo que tal vez el gobierno ahora descubra el nivel de pobreza que hay en las zonas rurales.

"Esperamos que después del Mundial haya mejoras en nuestro pueblo", manifestó.

Steven Ngubeni, director ejecutivo de la Agencia, dijo que hay que tratar de llegar a todos los sectores de Sudáfrica.

"Da la impresión de que los jóvenes de las zonas rurales no participan de la emoción de los actos relacionados con el Mundial", comentó.

Eso lo confirmó Liza Matladi, de CARE, organización caritativa que trabaja en las regiones rurales del país. Indicó que en algunas zonas rurales no hay electricidad y que la gente podrá ver el Mundial por televisión sólo si el gobierno nacional instala pantallas en sitios públicos. Las autoridades locales no tienen dinero para hacerlo en muchos sitios.

En Lichtenburg se hicieron rifas en las que los lugareños podían ganar una camiseta de Sudáfrica o una entrada a un partido del Mundial, con transporte y estadía pagos. Se realizó un pequeño torneo de fútbol, en el que algunos de los participantes jugaron descalzos.

Los organizadores le dieron un micrófono a un voluntario para que relatase el partido. Lo hizo trepado en un árbol.

Al equipo ganador le prometieron camisetas y otros implementos de fútbol.

Katlego Bogatsu, de 19 años, disfrutó de la jornada.

"Esto es algo que no pasa muy seguido aquí. Es la primera vez que vemos algo relacionado con el mundial", comentó.

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