Las primarias ponen a prueba a los demócratas en EE UU
A. CAÑO - Washington, El País
Estados Unidos celebró el martes elecciones primarias en cuatro Estados que sirven como una prueba anticipada para las elecciones legislativas de noviembre. Dos cosas parecen claras: los demócratas pagarán un alto precio por la furia de una gran parte de la población contra el conjunto del establishment político en Washington y los republicanos se verán debilitados por el ascenso de la extrema derecha dentro del partido.
Todas las elecciones regionales responden, al menos en parte, a dinámicas particulares que no siempre pueden extrapolarse al conjunto del país. En Pensilvania, Arkansas y Kentucky, donde anoche se centró el mayor interés -en el otro Estado, Oregón, las encuestas no anticipaban sorpresas- se dan concentraciones de votantes o perfiles de candidatos que explicarían por sí mismos los resultados electorales.
Pero se dan también algunas circunstancias que permiten interpretarlos como anticipo de una posible tendencia electoral. Una de esas circunstancias es la del rechazo de los electores, en los tres Estados, a los candidatos respaldados por los poderes establecidos. En Pensilvania estaba en peligro la candidatura del veterano senador Alan Specter pese a contar con el apoyo de Barack Obama. En Arkansas la amenaza era para la senadora Blanche Lincoln, protegida de Bill Clinton. Y en Kentucky luchaba por su supervivencia Trey Grayson, candidato apoyado por el líder republicano en el Senado, frente a Rand Paul, favorito del movimiento ultraconservador Tea Party.
Un revés para la dirigencia del partido en Kentucky sería un nuevo y peligroso indicador de la fuerza adquirida por el Tea Party. La semana pasada, el candidato de ese movimiento derrotó en Utah a un senador republicano que acumulaba una experiencia de tres legislaturas, Robert Bennett. Antes, el Tea Party había conseguido expulsar de la carrera para el Senado al gobernador de Florida, Charlie Christ. Si eso se repite en otras primarias, el Partido Republicano puede llegar a las elecciones de noviembre con una panoplia de candidatos de extrema derecha que le dificulten la conquista del voto centrista.
La perspectiva, por lo que se desprende de las elecciones parciales, es aún peor para los demócratas. Al dato histórico de que el partido que tiene la Casa Blanca pierde las legislativas, se suma esta vez la dificultad de Obama para extender su popularidad entre los electores independientes y centristas y, sobre todo, la impopularidad de los demócratas en el Congreso. El índice de aprobación a la labor del Legislativo apenas supera el 20%. La confianza en los republicanos es sólo centesimalmente superior a la de los demócratas, pero estos cargan con el peso de ser el partido del Gobierno, y por tanto el que concentra las iras populares. Por esa razón figuras tan relevantes como Blanche Lincoln, una de las mujeres más activas en el Capitolio, están hoy en riesgo.
Estados Unidos celebró el martes elecciones primarias en cuatro Estados que sirven como una prueba anticipada para las elecciones legislativas de noviembre. Dos cosas parecen claras: los demócratas pagarán un alto precio por la furia de una gran parte de la población contra el conjunto del establishment político en Washington y los republicanos se verán debilitados por el ascenso de la extrema derecha dentro del partido.
Todas las elecciones regionales responden, al menos en parte, a dinámicas particulares que no siempre pueden extrapolarse al conjunto del país. En Pensilvania, Arkansas y Kentucky, donde anoche se centró el mayor interés -en el otro Estado, Oregón, las encuestas no anticipaban sorpresas- se dan concentraciones de votantes o perfiles de candidatos que explicarían por sí mismos los resultados electorales.
Pero se dan también algunas circunstancias que permiten interpretarlos como anticipo de una posible tendencia electoral. Una de esas circunstancias es la del rechazo de los electores, en los tres Estados, a los candidatos respaldados por los poderes establecidos. En Pensilvania estaba en peligro la candidatura del veterano senador Alan Specter pese a contar con el apoyo de Barack Obama. En Arkansas la amenaza era para la senadora Blanche Lincoln, protegida de Bill Clinton. Y en Kentucky luchaba por su supervivencia Trey Grayson, candidato apoyado por el líder republicano en el Senado, frente a Rand Paul, favorito del movimiento ultraconservador Tea Party.
Un revés para la dirigencia del partido en Kentucky sería un nuevo y peligroso indicador de la fuerza adquirida por el Tea Party. La semana pasada, el candidato de ese movimiento derrotó en Utah a un senador republicano que acumulaba una experiencia de tres legislaturas, Robert Bennett. Antes, el Tea Party había conseguido expulsar de la carrera para el Senado al gobernador de Florida, Charlie Christ. Si eso se repite en otras primarias, el Partido Republicano puede llegar a las elecciones de noviembre con una panoplia de candidatos de extrema derecha que le dificulten la conquista del voto centrista.
La perspectiva, por lo que se desprende de las elecciones parciales, es aún peor para los demócratas. Al dato histórico de que el partido que tiene la Casa Blanca pierde las legislativas, se suma esta vez la dificultad de Obama para extender su popularidad entre los electores independientes y centristas y, sobre todo, la impopularidad de los demócratas en el Congreso. El índice de aprobación a la labor del Legislativo apenas supera el 20%. La confianza en los republicanos es sólo centesimalmente superior a la de los demócratas, pero estos cargan con el peso de ser el partido del Gobierno, y por tanto el que concentra las iras populares. Por esa razón figuras tan relevantes como Blanche Lincoln, una de las mujeres más activas en el Capitolio, están hoy en riesgo.