Fútbol boliviano: Wilstermann venció pese a todas las adversidades

Andrada celebra su gol, el segundo de Wilstermann, que fue fundamental en el trámite.

José Vladimir Nogales
Cuando parecía que peor pintaba, sin Sanjurjo (lesionado), con la lesión de Barrera (al menos dos meses de baja) y la casi inmediata expulsión de Niltao (presunta agresión a Federico García), Wistermann se repuso y se llevó un triunfo heroico (2-1) que The Strongest persiguió con la misma insistencia que ineficacia. Christian Vargas y Maxi Andrada anotaron los goles que cerraron una segunda jornada que devolvió a Villegas y sus jugadores la seguridad en sí mismos.

La victoria fue muy laboriosa. El cuadro rojo no sólo compensó con mucho sacrificio (y prolijidad) la cuota de creatividad que había perdido con la inestimable baja de Sanjurjo. La adversa realidad señalaba que también debía trabajar a destajo –durante más de una etapa- para absorber la abrupta amputación sufrida en su estructura con la forzada exclusión del brasileño Niltao (ingresado para cubrir la vacante dejada por la lesión de Barrera). Todos –especialmente los volantes- trabajaron horas extras, excediendo el kilometraje normal. La coyuntura lo exigía y el colectivo respondió con nota, exhibiendo solidaridad, orden y armonía táctica.

PARTIDO

No arrancó mal Wilstermann. Bloqueó la salida de la pelota de The Strongest, pero luego descubrió que le costaba ejecutar la segunda parte de la tarea. Con Amilcar Sánchez asumiendo el protagonismo que se le supone a Sanjurjo, Wilstermann se empequeñeció.
Andrada, Sossa, y Raimondi aparecían desconectados del resto del equipo, una tesitura que solo al delantero uruguayo le es habitual, aunque no por ello cómodo. Hubo algún escarceo suyo en ataque, pero insuficiente para asegurarle a los rojos una cierta tranquilidad.

En The Strongest tampoco abundaban las ideas. Empezó cauteloso, como si lo de llevar la iniciativa fuese más un problema que una oportunidad. Armó un 4-3-2-1 con Darwin Peña como enganche móvil (nunca aparcó en el carril central) y Limberg Gutiérrez como media punta, flotando delante de la defensa y a espaldas de Veizaga. Intentó, no con escasa frecuencia, ganar las espaldas de los volantes rojos para encarar a una línea de defensa que no conseguía descifrar el movimiento oscilante de ambos. No obstante, el déficit de precisión en las habilitaciones conspiró contra el progreso de esa maniobra que, al verse continuamente frustrada, dio paso a otra menos académica pero más redituable: el pelotazo para Vásquez, quien, a pura potencia, desquició la marca de Ortíz y Barrera.

Pese a observarse a un Wilstermann plano, escasamente explosivo con la pelota, Sandro Coehlo precintó los espacios para que el rival no se desplegara cómodo. No parecía equivocarse el técnico de The Strongest, que confiaba en que la ansiedad que atenaza a los rojos hiciera el resto, contemplando plácidamente los atigrados el sobeteo, con menos precisión de lo habitual, que sobre el esférico los rojos practican. Sin embargo, sin haber disfrutado de un fútbol profundo, fruto de una prolija elaboración colectiva, se encontró Wilstermann con la posibilidad de adelantarse en el marcador: Andrada colgó un balón en el área, el golero Fernández erró en la salida y Christian Vargas alojó el balón en la red con un explosivo cabezazo, 1-0.

Con la seguridad del marcador, Wilstermann retrocedió unos metros, modificó su disposición táctica (pasó del 4-3-1-2 al 4-4-1-1 habitual, con Andrada y Sánchez como volantes exteriores y retrocediendo a Sossa como media punta) y escogió la vía más práctica, aunque sin desdeñar algún que otro contragolpe. Por su parte, The Strongest se tiró por el empate con lo que tenía. Fue Chumacero el que recogió la responsabilidad y por su costado apareció la versión más adrenalítica del equipo de Coelho. El caso es que tampoco era mucha la claridad que, ya sin espacios, encontró la visita en su esfuerzo por plasmar maniobras edificantes. Peña nunca halló el balón y The Strongest se embarcó en la aventura del pelotazo salvífico para López (reemplazante del lesionado Vásquez) o, lánguidamente, apostó a los bombazos de Limberg Gutiérrez, a quien Wilstermann surtió, irresponsablemente, de innumerables oportunidades, seguramente convencido de que el tiempo transcurrido y los kilos ganados hubieren alterado, dramáticamente, la intimidante puntería de otrora.

Con Niltao en defensa, Wilstermann desactivó claramente la amenaza encarnada en la potencia aérea de López, hecho que obligó a la visita a explorar, inútilmente, nuevas rutas de internación ya que, adicionalmente, el cañón de Gutiérrez comenzaba a demostrar su escuálida valía como elemento de demolición. Ante la escasez de soluciones, a The Strongest le pudo su vena pendenciera: apeló a la provocación para sacar ventaja. El brasileño Niltao, un bastión en la temerosa marejada que sucedió a la salida de Barrera, cayó en la trampa. Reaccionó tontamente ante una provocación de García y fue expulsado. La diferencia numérica, sagazmente urdida, imponía otro escenario, favorable a la visita. Wilstermann tuvo que sacrificar a Sossa para recomponer la retaguardia (entró Candia, de gran tarea), resignando juego y profundidad.

COMPLEMENTO

The Strongest acudió al complemento con la disposición de hacer pesar el hombre demás que se había procurado con el histrionismo de García, pero muy pronto se encontró con una complejidad imprevista: la genial ejecución de un tiro libre por Andrada que derivó en un insospechado 2-0.

Coelho había dado entrada al brasileño Thiago Leitao (en sustitución de un inexpresivo Carmelo Angulo) para reforzar –o clarificar- la cualidad ofensiva de su equipo. Mas, la reformulación del 4-3-1-2 original en un 4-4-2 pletórico de ofensividad, con Leitao y Peña en función creativa, y Gutiérrez acompañando a López en la cresta del ataque; no pasó de ser una simple intención. El cuadro atigrado nunca funcionó como equipo. Se fragmentó en acciones individuales aisladas, en proyectos dispersos, inconexos y ajenos. Leitao nunca encontró su lugar en el campo. Deambuló por disímiles geografías, pero sin incidir positivamente, puesto que su presencia ambulatoria le restó campo de maniobra a Peña, quien vio amputada su zona de influencia. Entonces a The Strongest le costó encontrar líneas de pase porque Wilstermann (presionando escalonadamente con una línea de cuatro volantes) desconectó con marcas zonales al bloque atacante (volantes creativos y delanteros) del bloque recuperador (Herman Soliz, Rosauro Rivero y Gatty Riveiro), que terminó manejando el balón, de manera que el partido quedó a expensas de los cambios de orientación de Rivero, de los movimientos de Chumacero y de las maniobras de Gutiérrez. A Villegas le interesaba atorar el medio campo, evitar la continuidad y velocidad del juego atigrado y, a cambio, imponer el vértigo de sus rápidos volantes.

Veizaga (de gran tarea en el segundo tiempo) dio la pausa que necesitaba su equipo, lo que terminó de desactivar al rival. Aun así, todavía le quedaba un rato de sufrimiento al cuadro local, porque The Strongest, que no desfallecía, descontaría a través de López. La entrada de Menacho (salió Peña) dio más presencia al ataque visitante (acomodó varios hombre en el área para fortalecer el juego aéreo), que cercó la portería de un excelente Daniel Vaca. The Strongest llenó de pelotazos el área de Wilstermann, aunque el meta se mueve bien en este tipo de encuentros e impidió que su equipo se llevase algún susto.

Wilstermann supo aguantar el asedio. Mantuvo la disciplina, el orden y su enorme laboriosidad para marcar y salir tocando. Mandaba en el trámite sin arrimarse en exceso, con apuntes de arte de Veizaga y acelerones de Amilcar Sánchez que a veces sorprendían al descubierto fondo atigrado. Pudo llegar algún gol más (Olivares prefirió fingir una falta en lugar de definir ante el arquero, o un mano a mano que Sánchez tiró sobre el arco), pero gobernó el sufrimiento (en parte porque, al extirpar a Raimondi para fortalecer la marca del medio con Olivares, Wilstermann dejó venir a The Strongest con toda su artillería). Unos minutos finales cargados de transiciones interminables que demostraron que Wilstermann tiene grandes valores en la zona de volantes, y que unos metros más atrás cuenta con magos escondidos que también resuelven partidos.

SINTESIS

Wilstermann: Vaca (8), Vargas (7), Ortiz (6), Barrera (Niltao), Medina (6), Veizaga (8), Andrada (7), Machado (6), Sánchez (7), Sossa (5) (Candia, 7), Raimondi (6) (Olivares).

The Strongest: Fernández (4), Riveiro (6), Palacios (6), García (5), Rivero (5), Angulo (4) (Leitao, 4), Chumacero (5), Soliz (5), Peña (4) (Menacho), Gutiérrez (4), Vásquez (6) (López, 7).

GOLES: Vargas 25’, Andrada 55 (W). López 80 (TS).

ARBITRO: Oscar Saucedo (4).

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