Cuenta atrás para una “misión hacia Marte” de 520 días
Tres rusos, dos europeos y un chino, todos voluntarios, vivirán 520 días encerrados sin luz natural y con comida aséptica para simular un viaje hacia Marte que permitirá estudiar el impacto psicológico y físico de tal misión.
A partir de finales de mayo o principios de junio, los voluntarios pasarán 520 días en un módulo de 180 m2, réplica idéntica de una nave espacial instalado en un centro científico de Moscú.
La conquista de Marte comenzará recién dentro de unas décadas, pero la idea es respetar la duración de un verdadero viaje hacia el planeta rojo, es decir 250 días de ida, 30 días de estancia y 240 días de vuelta.
“El mayor riesgo de este aislamiento es psicológico”, explica Alexander Souvorov, responsable del proyecto en el Instituto de los Problemas Medico-Biológicos (IBMP), organizador del experimento junto a la Agencia Espacial Europea (ESA).
En 2009, tuvo lugar una primer experiencia del mismo tipo, en la que seis voluntarios vivieron durante 105 días encerrados en un módulo espacial similar.
“Por supuesto las relaciones no serán siempre armoniosas, las cosas irán bien entre algunos y no tanto entre otros. Pero la prioridad es que sean capaces de efectuar las tareas pese a ello”, subraya Souvorov.
Los seis voluntarios fueron sometidos a un intenso entrenamiento previo, durante el cual pasaron varias pruebas y repitieron los experimentos previstos.
Al cabo de los 250 primeros días de encierro, tres de ellos se instalarán en otra habitación que representará el módulo exterior que se posará en el suelo marciano.
El candidato francés, Romain Charles, un ingeniero de 30 años, sueña con aventuras y nuevas fronteras, pero teme los 520 días que pasará privado de sus costumbres de terrícola.
“Las relaciones con la familia, la novia, los amigos, la distancia, va a ser difícil de gestionar. Y luego no habrá sol ni aire fresco. No hay ventanas en el módulo”, cuenta.
Los días se dividirán en ocho horas de sueño, ocho de trabajo y ocho de ocio.
Los seis miembros de la tripulación tendrán que realizar 105 experimentos psicológicos, físicos y médicos para ver la evolución de su cuerpo y de su mente.
Para divertirse, los participantes tendrán fotos, vídeos y libros electrónicos.
Jérôme Clevers, de 28 años, ingeniero belga afincado en Francia, explica que se trata para él de cumplir un sueño de niño y de participar en la conquista espacial.
“Es claramente una pasión desde que soy pequeñito. Creo que este tipo de grande conquista permitirá a la humanidad dar un paso para adelante”, explica.
Una conquista en nombre del progreso que implica sacrificios, incluidos culinarios. El régimen alimentario a bordo se parecerá al aséptico de los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS)
Los “viajeros” deberán también seguir reglas drásticas. Dado que el abastecimiento de una nave en ruta hacia Marte es imposible, sólo podrán ducharse una vez cada diez días y llevar calzoncillos limpios cada tres días.
En resumen, se trata de “simular un misión completa hacia Marte y la vuelta a la Tierra de la forma más exacta posible, sin ir allí”, explica la ESA en su página de internet. “Lo que podría faltar a esta misión, es la gloria y la sensación de una verdadera nave espacial”, matiza.
A partir de finales de mayo o principios de junio, los voluntarios pasarán 520 días en un módulo de 180 m2, réplica idéntica de una nave espacial instalado en un centro científico de Moscú.
La conquista de Marte comenzará recién dentro de unas décadas, pero la idea es respetar la duración de un verdadero viaje hacia el planeta rojo, es decir 250 días de ida, 30 días de estancia y 240 días de vuelta.
“El mayor riesgo de este aislamiento es psicológico”, explica Alexander Souvorov, responsable del proyecto en el Instituto de los Problemas Medico-Biológicos (IBMP), organizador del experimento junto a la Agencia Espacial Europea (ESA).
En 2009, tuvo lugar una primer experiencia del mismo tipo, en la que seis voluntarios vivieron durante 105 días encerrados en un módulo espacial similar.
“Por supuesto las relaciones no serán siempre armoniosas, las cosas irán bien entre algunos y no tanto entre otros. Pero la prioridad es que sean capaces de efectuar las tareas pese a ello”, subraya Souvorov.
Los seis voluntarios fueron sometidos a un intenso entrenamiento previo, durante el cual pasaron varias pruebas y repitieron los experimentos previstos.
Al cabo de los 250 primeros días de encierro, tres de ellos se instalarán en otra habitación que representará el módulo exterior que se posará en el suelo marciano.
El candidato francés, Romain Charles, un ingeniero de 30 años, sueña con aventuras y nuevas fronteras, pero teme los 520 días que pasará privado de sus costumbres de terrícola.
“Las relaciones con la familia, la novia, los amigos, la distancia, va a ser difícil de gestionar. Y luego no habrá sol ni aire fresco. No hay ventanas en el módulo”, cuenta.
Los días se dividirán en ocho horas de sueño, ocho de trabajo y ocho de ocio.
Los seis miembros de la tripulación tendrán que realizar 105 experimentos psicológicos, físicos y médicos para ver la evolución de su cuerpo y de su mente.
Para divertirse, los participantes tendrán fotos, vídeos y libros electrónicos.
Jérôme Clevers, de 28 años, ingeniero belga afincado en Francia, explica que se trata para él de cumplir un sueño de niño y de participar en la conquista espacial.
“Es claramente una pasión desde que soy pequeñito. Creo que este tipo de grande conquista permitirá a la humanidad dar un paso para adelante”, explica.
Una conquista en nombre del progreso que implica sacrificios, incluidos culinarios. El régimen alimentario a bordo se parecerá al aséptico de los astronautas de la Estación Espacial Internacional (ISS)
Los “viajeros” deberán también seguir reglas drásticas. Dado que el abastecimiento de una nave en ruta hacia Marte es imposible, sólo podrán ducharse una vez cada diez días y llevar calzoncillos limpios cada tres días.
En resumen, se trata de “simular un misión completa hacia Marte y la vuelta a la Tierra de la forma más exacta posible, sin ir allí”, explica la ESA en su página de internet. “Lo que podría faltar a esta misión, es la gloria y la sensación de una verdadera nave espacial”, matiza.