Contra la 'yihad' americana
Antonio Caño, Agencias
"Le estaba esperando. ¿Qué son, policías o agentes del FBI?", preguntó Faisal Shahzad a los hombres que le detuvieron a bordo del avión en el que trataba de huir. Su interrogatorio continúa con la esperanza de saber por qué decidió abandonar el sueño americano por la yihad. Pero, mientras tanto, su caso ha tomado ya una polémica deriva política: el senador Joe Lieberman, respaldado por algunos de sus colegas, presentó ayer una ley para que se prive de la nacionalidad norteamericana a los acusados de terrorismo.
La iniciativa de Lieberman, un independiente incluido en el grupo demócrata que fue compañero de candidatura presidencial de Al Gore, fue respaldada inmediatamente por el senador republicano John McCain y, posiblemente, recibirá más apoyos en las próximas horas. Un influyente senador demócrata, Charles Schumer, dijo que le sonaba a "algo que podría aceptar".
"Todo ciudadano norteamericano del que se demuestre su vinculación con una organización terrorista extranjera, conforme a los criterios del Departamento de Estado, debe de ser privado de sus derechos como ciudadano estadounidense", declaró el senador de Connecticut, el Estado en el que residió el sospechoso del atentado frustrado de Times Square. McCain añadió que, tanto Shahzad como otros ciudadanos norteamericanos que en el futuro escojan ese camino, "deben de ser tratados como combatientes enemigos" y entregados a la justicia militar.
La Administración no comparte ese punto de vista. El fiscal general, Eric Holder, informó que al detenido se le habían leído sus derechos como ciudadano -los de guardar silencio y reclamar la presencia de un abogado-, aunque renunció a ellos y está colaborando con los investigadores sin presencia de un letrado.
Por esa razón, se ha retrasado la comparecencia de Shahzad ante el juez que le informará de los cargos en su contra. Pero el Gobierno tiene la intención de mantener el caso dentro de la justicia ordinaria, pese a la presión que se va generando por minutos para que lo ponga en manos de la administración castrense.
Faisal Shahzad se acogió a su derecho a la nacionalidad norteamericana hace 13 meses en virtud de su matrimonio con una ciudadana de este país, una mujer nacida en Colorado aunque, como él, de origen paquistaní. Antes de adquirir ese pasaporte, en una ceremonia en Connecticut en la que juró respetar la Constitución de Estados Unidos, Shahzad había cursado con éxito estudios de computación y finanzas, consiguió un buen trabajo, acudía a un gimnasio, comía en buenos restaurantes y desarrolló una correcta relación con sus vecinos.
Todo eso se derrumbó a raíz de un viaje de Shahzad a Pakistán en abril del año pasado durante el que estuvo en zonas de fuerte presencia talibán. A ese viaje siguieron otros en los que, según ha contado, recibió adiestramiento en el uso de explosivos y entrenamiento militar. Su decisión de colocar un coche bomba en el centro de Nueva York fue, sin embargo, estrictamente personal, sin obedecer órdenes de ningún grupo en Pakistán, según su declaración.
Los investigadores no creen esta versión y, con ayuda de la policía y los servicios de inteligencia paquistaníes, intentan reconstruir los movimientos de Shahzad en su país de origen para intentar llegar hasta los responsables últimos de un atentado que, de no haber sido descubierto por un vendedor ambulante, podría haber costado cientos de vidas.
Al mismo tiempo, las autoridades intentan tapar los agujeros de seguridad descubiertos por este episodio. El Gobierno remitió una orden a las compañías aéreas para qué revisen las listas de personas no autorizadas a abordar un avión con un máximo de dos horas previas a la prevista para la salida del vuelo.
De esta manera se hubiera podido evitar que Shahzad subiera al avión de la compañía Emirates con rumbo a Dubai en el que le faltaron minutos para conseguir escapar de sus captores. Las agencias de seguridad incluyeron al sospechoso paquistaní en la lista más de diez horas después de que su identidad hubiera sido confirmada, pero seis antes aún de la salida del avión. Cuando Shahzad pagó en metálico su billete, su nombre estaba ya en la lista de individuos peligrosos.
El jefe de la policía de Nueva York, Ray Kelly, que informó que este era el undécimo intento terrorista detectado en esa ciudad desde el 11-S, admitió que toda la seguridad del mundo no va a impedir que lo sigan intentado.
El atentado frustrado de Times Square amenaza con poner nuevamente en entredicho la respuesta de los servicios de seguridad de EE UU. La prensa estadounidense se pregunta qué hacía el sospechoso de colocar el coche bomba, Faisal Shahzad, a bordo de un avión a punto de despegar, cuando desde al menos 24 horas antes ya se le había relacionado con el atentado. Al menos dos importantes fallos de seguridad estuvieron a punto de permitir que escapara del país.
El FBI identificó a Shahzad el domingo por la tarde como el hombre que semanas atrás había comprado de segunda mano el todoterreno aparcado en la concurrida plaza de Nueva York. Un equipo de este departamento localizó al paquistaní nacionalizado estadounidense en Connecticut, pero le perdió la pista por un tiempo no determinado, durante el cual el sospechoso condujo hasta el aeropuerto JFK, según The New York Times .
Los investigadores no descubrieron que Shahzad, un antiguo analista financiero, planeaba volar fuera de EE UU hasta que la compañía aérea, Emirates, envió una lista final de pasajeros del vuelo 202 al Departamento de Protección de Fronteras, minutos antes del despegue, previsto a las 11 de la noche del lunes (hora local).
El segundo fallo fue el que permitió a Shahzad embarcar en el avión a Dubai -escala previa a su destino final, Islamabad-, pese a que su nombre fue incluido a mediodía en una lista de sospechosos a los que no se debía permitir volar, y a que, desde el día antes, el Departamento de Seguridad Interior aumentara el nivel de vigilancia en todos los aeropuertos de la costa este.
Emirates no actualizó la información de las listas de sospechosos, aunque horas antes del vuelo se envió un correo electrónico a todas las aerolíneas advirtiendo que se había añadido un nuevo nombre importante, según fuentes de los servicios de seguridad del New York Times. De haber comprobado la lista, se podría haber identificado a Shahzad cuando hizo su reserva y pagó su billete.
Finalmente, 53 horas y 20 minutos después de aparcar, supuestamente, un coche bomba en Times Square, Shahzad, de 30 años, fue detenido a bordo del avión de Emirates, que tuvo que reabrir sus puertas para que entraran los agentes. ¿Y si el avión llega a despegar? El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, declaró que las autoridades estadounidenses pueden obligar al piloto a regresar a suelo de EE UU.
Sin embargo, el fiscal general de EE UU, Eric Holder, defendió el trabajo de vigilancia. "Estuve aquí todo el día de ayer (por el lunes) y gran parte de la noche y estuve enterado del desarrollo de la búsqueda, y nunca tuve ningún temor de que corriéramos el riesgo de perderlo", dijo en una conferencia de prensa.
Pero el congresista demócrata por Nueva York, Charles Rangel, recordó que es la segunda vez que un sospechoso incluido en la lista de pasajeros vetados sube a un avión, tras el atentado frustrado del día de Navidad, cuando el nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab intentó volar un avión que se dirigía a Detroit.
Sin apariencia de radical
Según informa la prensa estadounidense, Shahzad cuenta con un pasado respetable que no apunta a que existan indicios de radicalismo, un punto en común con algunos miembros de la red terrorista Al Qaeda. A primera vista, no tiene ningún punto de conexión con muchos de los paquistaníes sin recursos que han sido atraídos por los talibanes gracias a las promesas de llevar a cabo la guerra santa y el martirio.
Shahzad, un antiguo analista financiero que trabajaba en el Estado de Connecticut, es hijo de un vicemariscal retirado, lo que le dio un estatus especial en Pakistán, país en el que el Ejército es la institución más poderosa e influyente.
Su hermano es un ingeniero mecánico en Canadá, según los responsables de seguridad paquistaníes. Estados Unidos y Pakistán intentarán ahora estudiar la trayectoria de Shahzad hasta llegar a Times Square, cómo terminó en un campamento de entrenamiento militar en Pakistán y qué grupo le influyó, datos que esperan que ayuden a impedir futuros atentados.
"Le estaba esperando. ¿Qué son, policías o agentes del FBI?", preguntó Faisal Shahzad a los hombres que le detuvieron a bordo del avión en el que trataba de huir. Su interrogatorio continúa con la esperanza de saber por qué decidió abandonar el sueño americano por la yihad. Pero, mientras tanto, su caso ha tomado ya una polémica deriva política: el senador Joe Lieberman, respaldado por algunos de sus colegas, presentó ayer una ley para que se prive de la nacionalidad norteamericana a los acusados de terrorismo.
La iniciativa de Lieberman, un independiente incluido en el grupo demócrata que fue compañero de candidatura presidencial de Al Gore, fue respaldada inmediatamente por el senador republicano John McCain y, posiblemente, recibirá más apoyos en las próximas horas. Un influyente senador demócrata, Charles Schumer, dijo que le sonaba a "algo que podría aceptar".
"Todo ciudadano norteamericano del que se demuestre su vinculación con una organización terrorista extranjera, conforme a los criterios del Departamento de Estado, debe de ser privado de sus derechos como ciudadano estadounidense", declaró el senador de Connecticut, el Estado en el que residió el sospechoso del atentado frustrado de Times Square. McCain añadió que, tanto Shahzad como otros ciudadanos norteamericanos que en el futuro escojan ese camino, "deben de ser tratados como combatientes enemigos" y entregados a la justicia militar.
La Administración no comparte ese punto de vista. El fiscal general, Eric Holder, informó que al detenido se le habían leído sus derechos como ciudadano -los de guardar silencio y reclamar la presencia de un abogado-, aunque renunció a ellos y está colaborando con los investigadores sin presencia de un letrado.
Por esa razón, se ha retrasado la comparecencia de Shahzad ante el juez que le informará de los cargos en su contra. Pero el Gobierno tiene la intención de mantener el caso dentro de la justicia ordinaria, pese a la presión que se va generando por minutos para que lo ponga en manos de la administración castrense.
Faisal Shahzad se acogió a su derecho a la nacionalidad norteamericana hace 13 meses en virtud de su matrimonio con una ciudadana de este país, una mujer nacida en Colorado aunque, como él, de origen paquistaní. Antes de adquirir ese pasaporte, en una ceremonia en Connecticut en la que juró respetar la Constitución de Estados Unidos, Shahzad había cursado con éxito estudios de computación y finanzas, consiguió un buen trabajo, acudía a un gimnasio, comía en buenos restaurantes y desarrolló una correcta relación con sus vecinos.
Todo eso se derrumbó a raíz de un viaje de Shahzad a Pakistán en abril del año pasado durante el que estuvo en zonas de fuerte presencia talibán. A ese viaje siguieron otros en los que, según ha contado, recibió adiestramiento en el uso de explosivos y entrenamiento militar. Su decisión de colocar un coche bomba en el centro de Nueva York fue, sin embargo, estrictamente personal, sin obedecer órdenes de ningún grupo en Pakistán, según su declaración.
Los investigadores no creen esta versión y, con ayuda de la policía y los servicios de inteligencia paquistaníes, intentan reconstruir los movimientos de Shahzad en su país de origen para intentar llegar hasta los responsables últimos de un atentado que, de no haber sido descubierto por un vendedor ambulante, podría haber costado cientos de vidas.
Al mismo tiempo, las autoridades intentan tapar los agujeros de seguridad descubiertos por este episodio. El Gobierno remitió una orden a las compañías aéreas para qué revisen las listas de personas no autorizadas a abordar un avión con un máximo de dos horas previas a la prevista para la salida del vuelo.
De esta manera se hubiera podido evitar que Shahzad subiera al avión de la compañía Emirates con rumbo a Dubai en el que le faltaron minutos para conseguir escapar de sus captores. Las agencias de seguridad incluyeron al sospechoso paquistaní en la lista más de diez horas después de que su identidad hubiera sido confirmada, pero seis antes aún de la salida del avión. Cuando Shahzad pagó en metálico su billete, su nombre estaba ya en la lista de individuos peligrosos.
El jefe de la policía de Nueva York, Ray Kelly, que informó que este era el undécimo intento terrorista detectado en esa ciudad desde el 11-S, admitió que toda la seguridad del mundo no va a impedir que lo sigan intentado.
El atentado frustrado de Times Square amenaza con poner nuevamente en entredicho la respuesta de los servicios de seguridad de EE UU. La prensa estadounidense se pregunta qué hacía el sospechoso de colocar el coche bomba, Faisal Shahzad, a bordo de un avión a punto de despegar, cuando desde al menos 24 horas antes ya se le había relacionado con el atentado. Al menos dos importantes fallos de seguridad estuvieron a punto de permitir que escapara del país.
El FBI identificó a Shahzad el domingo por la tarde como el hombre que semanas atrás había comprado de segunda mano el todoterreno aparcado en la concurrida plaza de Nueva York. Un equipo de este departamento localizó al paquistaní nacionalizado estadounidense en Connecticut, pero le perdió la pista por un tiempo no determinado, durante el cual el sospechoso condujo hasta el aeropuerto JFK, según The New York Times .
Los investigadores no descubrieron que Shahzad, un antiguo analista financiero, planeaba volar fuera de EE UU hasta que la compañía aérea, Emirates, envió una lista final de pasajeros del vuelo 202 al Departamento de Protección de Fronteras, minutos antes del despegue, previsto a las 11 de la noche del lunes (hora local).
El segundo fallo fue el que permitió a Shahzad embarcar en el avión a Dubai -escala previa a su destino final, Islamabad-, pese a que su nombre fue incluido a mediodía en una lista de sospechosos a los que no se debía permitir volar, y a que, desde el día antes, el Departamento de Seguridad Interior aumentara el nivel de vigilancia en todos los aeropuertos de la costa este.
Emirates no actualizó la información de las listas de sospechosos, aunque horas antes del vuelo se envió un correo electrónico a todas las aerolíneas advirtiendo que se había añadido un nuevo nombre importante, según fuentes de los servicios de seguridad del New York Times. De haber comprobado la lista, se podría haber identificado a Shahzad cuando hizo su reserva y pagó su billete.
Finalmente, 53 horas y 20 minutos después de aparcar, supuestamente, un coche bomba en Times Square, Shahzad, de 30 años, fue detenido a bordo del avión de Emirates, que tuvo que reabrir sus puertas para que entraran los agentes. ¿Y si el avión llega a despegar? El portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, declaró que las autoridades estadounidenses pueden obligar al piloto a regresar a suelo de EE UU.
Sin embargo, el fiscal general de EE UU, Eric Holder, defendió el trabajo de vigilancia. "Estuve aquí todo el día de ayer (por el lunes) y gran parte de la noche y estuve enterado del desarrollo de la búsqueda, y nunca tuve ningún temor de que corriéramos el riesgo de perderlo", dijo en una conferencia de prensa.
Pero el congresista demócrata por Nueva York, Charles Rangel, recordó que es la segunda vez que un sospechoso incluido en la lista de pasajeros vetados sube a un avión, tras el atentado frustrado del día de Navidad, cuando el nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab intentó volar un avión que se dirigía a Detroit.
Sin apariencia de radical
Según informa la prensa estadounidense, Shahzad cuenta con un pasado respetable que no apunta a que existan indicios de radicalismo, un punto en común con algunos miembros de la red terrorista Al Qaeda. A primera vista, no tiene ningún punto de conexión con muchos de los paquistaníes sin recursos que han sido atraídos por los talibanes gracias a las promesas de llevar a cabo la guerra santa y el martirio.
Shahzad, un antiguo analista financiero que trabajaba en el Estado de Connecticut, es hijo de un vicemariscal retirado, lo que le dio un estatus especial en Pakistán, país en el que el Ejército es la institución más poderosa e influyente.
Su hermano es un ingeniero mecánico en Canadá, según los responsables de seguridad paquistaníes. Estados Unidos y Pakistán intentarán ahora estudiar la trayectoria de Shahzad hasta llegar a Times Square, cómo terminó en un campamento de entrenamiento militar en Pakistán y qué grupo le influyó, datos que esperan que ayuden a impedir futuros atentados.