Colombia: Terrorismo de Estado en nombre de la paz
James Petras
La primera víctima del terrorismo de Estado es la corrupción del lenguaje, la invención de eufemismos donde las palabras significan su contrario y los eslóganes encubren grandes crímenes: ya no existe consenso universal para condenar los crímenes de lesa humanidad.
Esto se debe a que los asesinatos y matanzas masivas garantizan la “confianza” del inversor, porque se despoja a los indígenas de sus tierras para que se puedan explotar las minas; desaparecen los trabajadores de las empresas petrolíferas para que el petróleo fluya, y la prensa económica internacional elogia el éxito del Presidente en la “pacificación del país”.
Cuando los narco-presidentes son acogidos por los dirigentes de América del Norte y Europa queda de manifiesto que los delincuentes se han vuelto respetables y las personas respetables, delincuentes. Pero en otras regiones otras voces han sentado en el banquillo a criminales de guerra del pasado y el presente. En Argentina, los generales responsables de los desaparecidos pasan sus últimos años de vida entre rejas.
En España, Dubai y otros lugares se han emitido órdenes de detención contra mandos del ejército israelí. Tony Blair, cómplice de la guerra genocida de Bush en Irak, debe eludir Malasia para evitar ser arrestado por los crímenes de guerra cometidos. Colombia, Estados Unidos e Israel, los epicentros del terrorismo de Estado, están solos en la Asamblea General de Naciones; condenados pero, todavía, no sometidos a juicio. Sus días de impunidad se terminan. Las guerras interminables, la corrupción galopante y las masivas estafas financieras (la podredumbre interna) están erosionando la fachada de su poderío militar.
Los escritores e intelectuales desempeñan un papel esencial en la aceleración de este proceso poniendo de manifiesto las mentiras que sustentan las maquinarias de matar. Empecemos:
Las mentiras de nuestro tiempo
1.- La doctrina de seguridad democrática (ni democrática, ni para la seguridad personal):
La corrupción del lenguaje acompaña a todo gran crimen político. El concepto de “Seguridad Democrática” no es una excepción. En el contexto colombiano actual, asesinar a dirigentes de movimientos sociales para garantizar la reelección de un partido compuesto por asesinos políticos es democrático. “Seguridad” es el eufemismo para aludir a los cementerios clandestinos llenos de sepulturas sin lápida bajo las que hay personas sin nombre. La “libertad de los medios de comunicación” existe cuando anuncian solemnemente otro “gran triunfo militar”… la matanza de campesinos desarmados que estaban labrando sus campos.
Los economistas son “expertos” cuando anuncian que la economía está creciendo… y sólo las personas están sufriendo. Los políticos son “estadistas” cuando declaran estar “con el pueblo”… excepto con los 4 millones de desposeídos por la fuerza y los 300.000 familiares de los muertos y desaparecidos; los muertos y los desposeídos todavía tienen que apreciar a aquel que afirma estar “con el pueblo”.
Cuando el Presidente afirma que la guerra es la paz, que la militarización es seguridad y que las desigualdades son justicia social, sólo quienes no alcanzan a comprender estas verdades oficiales deben temer que llamen a su puerta a medianoche.
2.- La definición oficial de terrorista
Se trata de una persona o personas que no logran entender que el camino hacia la paz pasa por gastar miles de millones de dólares en aviones y helicópteros de combate, bases militares y en subcontratar a asesores militares y mercenarios.
3.-Los enemigos de las conversaciones de paz
Según el Presidente [Uribe], los grupos de defensa de los derechos humanos que se oponen a la matanza de adversarios y proponen diálogo en lugar de monólogos son los enemigos de la paz; sólo los monólogos garantizan que haya una “verdad oficial”, y no otra.
4.-El precio de la prosperidad
Según el Presidente y el Fondo Monetario Internacional (FMI) la pobreza, el desempleo y los bajos salarios son el precio de la democracia y la prosperidad… pero sólo si son los trabajadores y los campesinos quienes pagan el precio y los ricos los únicos que prosperan.
5.-Una novedosa definición de Soberanía
Según el Presidente, la nueva definición de soberanía es ceder territorio a una potencia extranjera imperialista para que instale siete bases militares que operan según su propio marco legislativo y ámbito de competencias. Soberanía es igual a ocupación extranjera.
6.-La nueva definición de subversión
Según el Presidente, los acuerdos humanitarios y las iniciativas de paz son pretextos para la subversión; sus defensores saben de antemano que serán rechazados por el Estado. En cambio, deshumanizar al enemigo y a los defensores de la paz facilita el bombardeo de aldeas subversivas, los “auténticos” enemigos de la paz.
7.-Sobre alabanzas y condenas
¿Qué dice el hecho de que un presidente sea condenado por todos los grupos y movimientos sociales que defienden los derechos humanos, y elogiado por toda la prensa económica y las instituciones militares?
8.-Un Presidente con récords mundiales
No cabe duda de que el presidente Uribe ingresará en el Libro Guinness de los Récords.
El presidente está respaldado por más miembros del narco-congreso que cualquier otro Presidente o Primer Ministro del mundo (incluido Afganistán).
El Presidente es responsable del desplazamiento de más personas (4 millones de refugiados) en el plazo más breve (8 años) que cualquier otro Presidente del mundo (desbancando a Israel en su medio siglo).
El Presidente ha autorizado la instalación de más bases militares estadounidenses que todos los presidentes de América Latina juntos. El Presidente es responsable de la matanza de más militantes y dirigentes sindicales que cualquier otro líder mundial (1.500). Por cada primer puesto en muerte y despojo, el Presidente Uribe merece un nuevo galardón, un premio innoble.
Pero no está sólo en ello. Tres presidentes estadounidenses, demócratas y republicanos (Clinton, Bush y Obama), han suministrado armamento y centenares de asesores por valor de miles de millones de dólares para financiar a 30.000 narco-miembros de escuadrones de la muerte y 300.000 soldados, que desempeñan un papel fundamental en la obtención de los “récords mundiales” de Uribe.
Recordemos y castiguemos los crímenes contra la humanidad del pasado y del presente, pero debemos avanzar en la búsqueda del diálogo entre quienes están dispuestos a mantenerlo, porque constituyen una mayoría que cree en la paz mediante la justicia.
La primera víctima del terrorismo de Estado es la corrupción del lenguaje, la invención de eufemismos donde las palabras significan su contrario y los eslóganes encubren grandes crímenes: ya no existe consenso universal para condenar los crímenes de lesa humanidad.
Esto se debe a que los asesinatos y matanzas masivas garantizan la “confianza” del inversor, porque se despoja a los indígenas de sus tierras para que se puedan explotar las minas; desaparecen los trabajadores de las empresas petrolíferas para que el petróleo fluya, y la prensa económica internacional elogia el éxito del Presidente en la “pacificación del país”.
Cuando los narco-presidentes son acogidos por los dirigentes de América del Norte y Europa queda de manifiesto que los delincuentes se han vuelto respetables y las personas respetables, delincuentes. Pero en otras regiones otras voces han sentado en el banquillo a criminales de guerra del pasado y el presente. En Argentina, los generales responsables de los desaparecidos pasan sus últimos años de vida entre rejas.
En España, Dubai y otros lugares se han emitido órdenes de detención contra mandos del ejército israelí. Tony Blair, cómplice de la guerra genocida de Bush en Irak, debe eludir Malasia para evitar ser arrestado por los crímenes de guerra cometidos. Colombia, Estados Unidos e Israel, los epicentros del terrorismo de Estado, están solos en la Asamblea General de Naciones; condenados pero, todavía, no sometidos a juicio. Sus días de impunidad se terminan. Las guerras interminables, la corrupción galopante y las masivas estafas financieras (la podredumbre interna) están erosionando la fachada de su poderío militar.
Los escritores e intelectuales desempeñan un papel esencial en la aceleración de este proceso poniendo de manifiesto las mentiras que sustentan las maquinarias de matar. Empecemos:
Las mentiras de nuestro tiempo
1.- La doctrina de seguridad democrática (ni democrática, ni para la seguridad personal):
La corrupción del lenguaje acompaña a todo gran crimen político. El concepto de “Seguridad Democrática” no es una excepción. En el contexto colombiano actual, asesinar a dirigentes de movimientos sociales para garantizar la reelección de un partido compuesto por asesinos políticos es democrático. “Seguridad” es el eufemismo para aludir a los cementerios clandestinos llenos de sepulturas sin lápida bajo las que hay personas sin nombre. La “libertad de los medios de comunicación” existe cuando anuncian solemnemente otro “gran triunfo militar”… la matanza de campesinos desarmados que estaban labrando sus campos.
Los economistas son “expertos” cuando anuncian que la economía está creciendo… y sólo las personas están sufriendo. Los políticos son “estadistas” cuando declaran estar “con el pueblo”… excepto con los 4 millones de desposeídos por la fuerza y los 300.000 familiares de los muertos y desaparecidos; los muertos y los desposeídos todavía tienen que apreciar a aquel que afirma estar “con el pueblo”.
Cuando el Presidente afirma que la guerra es la paz, que la militarización es seguridad y que las desigualdades son justicia social, sólo quienes no alcanzan a comprender estas verdades oficiales deben temer que llamen a su puerta a medianoche.
2.- La definición oficial de terrorista
Se trata de una persona o personas que no logran entender que el camino hacia la paz pasa por gastar miles de millones de dólares en aviones y helicópteros de combate, bases militares y en subcontratar a asesores militares y mercenarios.
3.-Los enemigos de las conversaciones de paz
Según el Presidente [Uribe], los grupos de defensa de los derechos humanos que se oponen a la matanza de adversarios y proponen diálogo en lugar de monólogos son los enemigos de la paz; sólo los monólogos garantizan que haya una “verdad oficial”, y no otra.
4.-El precio de la prosperidad
Según el Presidente y el Fondo Monetario Internacional (FMI) la pobreza, el desempleo y los bajos salarios son el precio de la democracia y la prosperidad… pero sólo si son los trabajadores y los campesinos quienes pagan el precio y los ricos los únicos que prosperan.
5.-Una novedosa definición de Soberanía
Según el Presidente, la nueva definición de soberanía es ceder territorio a una potencia extranjera imperialista para que instale siete bases militares que operan según su propio marco legislativo y ámbito de competencias. Soberanía es igual a ocupación extranjera.
6.-La nueva definición de subversión
Según el Presidente, los acuerdos humanitarios y las iniciativas de paz son pretextos para la subversión; sus defensores saben de antemano que serán rechazados por el Estado. En cambio, deshumanizar al enemigo y a los defensores de la paz facilita el bombardeo de aldeas subversivas, los “auténticos” enemigos de la paz.
7.-Sobre alabanzas y condenas
¿Qué dice el hecho de que un presidente sea condenado por todos los grupos y movimientos sociales que defienden los derechos humanos, y elogiado por toda la prensa económica y las instituciones militares?
8.-Un Presidente con récords mundiales
No cabe duda de que el presidente Uribe ingresará en el Libro Guinness de los Récords.
El presidente está respaldado por más miembros del narco-congreso que cualquier otro Presidente o Primer Ministro del mundo (incluido Afganistán).
El Presidente es responsable del desplazamiento de más personas (4 millones de refugiados) en el plazo más breve (8 años) que cualquier otro Presidente del mundo (desbancando a Israel en su medio siglo).
El Presidente ha autorizado la instalación de más bases militares estadounidenses que todos los presidentes de América Latina juntos. El Presidente es responsable de la matanza de más militantes y dirigentes sindicales que cualquier otro líder mundial (1.500). Por cada primer puesto en muerte y despojo, el Presidente Uribe merece un nuevo galardón, un premio innoble.
Pero no está sólo en ello. Tres presidentes estadounidenses, demócratas y republicanos (Clinton, Bush y Obama), han suministrado armamento y centenares de asesores por valor de miles de millones de dólares para financiar a 30.000 narco-miembros de escuadrones de la muerte y 300.000 soldados, que desempeñan un papel fundamental en la obtención de los “récords mundiales” de Uribe.
Recordemos y castiguemos los crímenes contra la humanidad del pasado y del presente, pero debemos avanzar en la búsqueda del diálogo entre quienes están dispuestos a mantenerlo, porque constituyen una mayoría que cree en la paz mediante la justicia.