Visita al corazón del espionaje electrónico británico

Mark Savage BBC
La sede de GCHQ en Cheltenham es el cuartel general del espionaje electrónico británico.
“No se lo tome personalmente”, dijo la mujer detrás del escritorio en la recepción.
Pero era difícil no hacerlo. La gente nos estaba evitando y había carteles en todo el edificio advirtiendo de nuestra presencia.

“Alerta. La BBC está grabando aquí. Limiten todas las conversaciones a asuntos no clasificados”, decían los avisos.
No era de extrañarse. Nos estaban dejando grabar en uno de los establecimientos más secretos del Reino Unido: el GCHQ (siglas en inglés del Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno) en la ciudad de Cheltenham. Su trabajo es escuchar a los demás, grabar sus conversaciones e interceptar sus correos electrónicos. El gobierno dice que la agencia suministra “inteligencia esencial en la batalla contra el terrorismo y (contribuye) a la prevención del crimen”.
Pero por primera vez en la historia, ellos eran los que estaban siendo grabados por nosotros, para un programa de radio de la BBC.

No fue fácil entrar. Las negociaciones para obtener acceso a esta operación altamente secreta tomaron varias semanas.
Nos preguntaron si podíamos garantizar que los micrófonos que utilizaríamos fueran de la “menor sensibilidad posible”. Y también nos pidieron que dejáramos que sus ingenieros de sonido escucharan las grabaciones que hicimos en zonas abiertas para verificar que no hubiésemos interceptado indebidamente alguna conversación.

“Anillos de seguridad”

En el cuartel general de GCHQ se encuentran recuerdos de pasadas actividades de espionaje.
Y entonces, cuando llegamos, nos encontramos con anillo tras anillo de revisiones de seguridad. Superamos las primeras dos antes que se llevaran mi equipo de grabación para inspeccionarlo.
Lo dejé con tres personas en un salón, rodeando una mesa con toda clase de instrumentos de apariencia extraña.
“Por favor cuiden a mi bebé”, les dije después de que me pidieron que saliera de la habitación.
No tengo idea de qué pasó en ese cuarto, pero obviamente incluyó una revisión exhaustiva de mi equipo. Tuve que volver a armar todo después. Incluso las baterías fueron tratadas con sospecha.

Me dijeron que si necesitaba más en las siguientes 48 horas, ellos me las suministrarían.
Todavía quedaban más inspecciones. Para ese momento ni siquiera había llegado a la recepción principal.
Entonces, una recepcionista de aspecto intimidante pidió nuestra identificación antes de señalar a un aviso que expresamente prohibía a cualquier persona introducir cámaras, teléfonos móviles o equipo de grabación al edificio principal.
Finalmente entramos, y caminando junto a los encargados de supervisarnos, empezamos a recorrer lo que se conoce en el GCHQ como “la calle”, un pasadizo circular que recorre el edificio.

Identificación

Los visitantes a Cheltenham tienen que llevar una escarapela roja para identificarse, aunque sería difícil no reconocerme.
Yo era el que llevaba puestos audífonos y portaba un micrófono grande. La gente nos esquivaba. Yo me sentía como si tuviese una enfermedad infecciosa.
GCHQ es uno de los tres servicios británicos de inteligencia. Los otros son el MI5 y el MI6.

Durante la Segunda Guerra Mundial, GCHQ estuvo basado en la mansión de Bletchley Park.
Pese a su cultura de discreción, algunas de las personas nos contaron acerca del efecto personal de su trabajo, aunque sin detalles acerca de su sustancia.
Un miembro de la sección de anti-terrorismo describió lo que era escuchar las conversaciones de los terroristas y la constante batalla para predecir de dónde vendría el próximo ataque.

“Yo creo que no serías humano si no llegaras a casa por la noche y pensaras: Dios mío. Que pasa si…”.

No obstante, había otras personas un poco molestas por la presencia de la BBC. Como para que no quedasen dudas, hubo un anuncio en los parlantes del edificio minutos después de nuestra entrada:
“Las cortinas que dan a la calle entre los bloques A y B deben ser cerradas de inmediato. Fin del mensaje”.
Resultó que un miembro del personal estaba preocupado por la posibilidad de que nosotros pudiésemos mirar a través de las ventanas lo que estaba pasando en las oficinas de adentro.

No querían que pudiésemos leer lo que decían las pantallas de sus computadoras y habían alertado a la seguridad. Se escuchó un ronroneo y las persianas descendieron.
Recuerdos
A nuestro alrededor había recuerdos de pasados “transgresores”, personas que habían traicionado sus secretos. En distintos puntos del edificio había anaqueles de vidrio con artefactos de la historia de GCHQ, incluyendo dos transmisores de radio.
El primero fue utilizado por la red de espionaje de Portland para enviar mensajes a Rusia en las décadas de 1950 y 1960.
Junto a él había otro equipo de radio descubierto por un granjero cuando araba un terreno cerca de la población de Aberystwyth.

Había sido enterrado ahí por alguien que trabajaba para los soviéticos pero, hasta el día de hoy, nadie tiene idea de su identidad.
Al menos obtuvimos un beneficio de toda esta situación. No tuvimos problema en conseguir una mesa libre cuando llegamos a la cafetería del edificio a la hora del almuerzo. Apenas dijimos que éramos de la BBC, los comensales se retiraron, dejándonos espacio en las mesas.

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