Victoria aplastante del centroderecha en las elecciones en Hungría
Gloria Torrijos, Viena
FIDESZ (Alianza de Jóvenes Demócratas) ha obtenido entre el 52,7% de los votos, seguido del MSZP, con el 19,3%, y de los ultraderechistas de Jobbik (Movimiento para una Hungría Mejor), con el 16,7%. Los porcentajes son muy diferentes a los de los últimos comicios de 2006, en los que los socialistas lograron el 43,21%, el centroderecha el 42,03% y Jobbik no consiguió superar la barrera del 5%, necesario para entrar en el Parlamento unicameral.
Hungría ha dado este domingo un giro histórico hacia la derecha y extrema derecha. Jobbik estrena representación parlamentaria tras su creación en 2003, al igual que la izquierda ecologista del LMP (Otra política es posible).
Con la mayoría de dos tercios en el Parlamenteo, FIDESZ puede, como ha prometido, modificar la primera Constitución democrática, aprobada tras la caída del comunismo en 1989, reformar el sistema impositivo - que conllevaría crear un millón de empleos en la siguiente década -, reducir los impuestos, combatir el mercado negro, impulsar la trasparencia en la administración, simplificar la estructura burocrática y llevar a juicio a los funcionarios corruptos.
La participación en estas elecciones, siempre según las estimaciones, ha sido menor que en las anteriores, un 64,2%, a lo que han contribuido la falta de esperanza de los húngaros por la grave crisis económica y social que sufren, la escasa moral política y las esporádicas lluvias registradas en la jornada, transcurrida con normalidad.
El electorado ha castigado con su voto a los socialistas, quienes han gobernado los últimos ocho años con dos mandatos consecutivos, se han visto salpicados por escándalos de corrupción y han ejercido una deficiente gestión económica, según analistas.
Los recortes de gastos y el aumento de los impuestos por el Gobierno socialista ha llevado a una contracción de la economía del 6,3% en 2009 y a la mayor tasa de desempleo desde 1994, un 11,4%, datos que han generado gran descontento público. La nueva composición del Parlamento quedaría limitada a cuatro partidos. Los más pequeños no parecen haber alcanzado el 5% de los votos, necesarios para tener alguno de los 386 diputados de la Cámara.
Son los neoconservadores del MDF (Foro Democrático) y los liberales del SZDSZ, quienes formaron coalición con los socialistas hasta su renuncia el pasado abril. Lo que obligó a éstos a gobernar en solitario. El primer ministro fue el tecnócrata sin partido, Gordon Bajnai.
Hungría, uno de los socios comunitarios más golpeados por la recesión mundial, ha sido el primero en ser rescatado de la bancarrota con un préstamo de 20.000 millones euros del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la UE en 2008.
Ante esta situación, Jobbik, para muchos, una amenaza a la democracia húngara, ha capitalizado el creciente nacionalismo, el resurgir del antisemitismo y la intolerancia a las minorías - rumanos, judíos, eslovacos, gitanos -, el 13% de la población.
El complejo sistema electoral húngaro establece que si en alguna circunscripción no hay ningún candidato con más del 50% de los sufragios, se debe celebrar una segunda vuelta, que en esta ocasión sería el próximo 25 de abril
FIDESZ (Alianza de Jóvenes Demócratas) ha obtenido entre el 52,7% de los votos, seguido del MSZP, con el 19,3%, y de los ultraderechistas de Jobbik (Movimiento para una Hungría Mejor), con el 16,7%. Los porcentajes son muy diferentes a los de los últimos comicios de 2006, en los que los socialistas lograron el 43,21%, el centroderecha el 42,03% y Jobbik no consiguió superar la barrera del 5%, necesario para entrar en el Parlamento unicameral.
Hungría ha dado este domingo un giro histórico hacia la derecha y extrema derecha. Jobbik estrena representación parlamentaria tras su creación en 2003, al igual que la izquierda ecologista del LMP (Otra política es posible).
Con la mayoría de dos tercios en el Parlamenteo, FIDESZ puede, como ha prometido, modificar la primera Constitución democrática, aprobada tras la caída del comunismo en 1989, reformar el sistema impositivo - que conllevaría crear un millón de empleos en la siguiente década -, reducir los impuestos, combatir el mercado negro, impulsar la trasparencia en la administración, simplificar la estructura burocrática y llevar a juicio a los funcionarios corruptos.
La participación en estas elecciones, siempre según las estimaciones, ha sido menor que en las anteriores, un 64,2%, a lo que han contribuido la falta de esperanza de los húngaros por la grave crisis económica y social que sufren, la escasa moral política y las esporádicas lluvias registradas en la jornada, transcurrida con normalidad.
El electorado ha castigado con su voto a los socialistas, quienes han gobernado los últimos ocho años con dos mandatos consecutivos, se han visto salpicados por escándalos de corrupción y han ejercido una deficiente gestión económica, según analistas.
Los recortes de gastos y el aumento de los impuestos por el Gobierno socialista ha llevado a una contracción de la economía del 6,3% en 2009 y a la mayor tasa de desempleo desde 1994, un 11,4%, datos que han generado gran descontento público. La nueva composición del Parlamento quedaría limitada a cuatro partidos. Los más pequeños no parecen haber alcanzado el 5% de los votos, necesarios para tener alguno de los 386 diputados de la Cámara.
Son los neoconservadores del MDF (Foro Democrático) y los liberales del SZDSZ, quienes formaron coalición con los socialistas hasta su renuncia el pasado abril. Lo que obligó a éstos a gobernar en solitario. El primer ministro fue el tecnócrata sin partido, Gordon Bajnai.
Hungría, uno de los socios comunitarios más golpeados por la recesión mundial, ha sido el primero en ser rescatado de la bancarrota con un préstamo de 20.000 millones euros del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la UE en 2008.
Ante esta situación, Jobbik, para muchos, una amenaza a la democracia húngara, ha capitalizado el creciente nacionalismo, el resurgir del antisemitismo y la intolerancia a las minorías - rumanos, judíos, eslovacos, gitanos -, el 13% de la población.
El complejo sistema electoral húngaro establece que si en alguna circunscripción no hay ningún candidato con más del 50% de los sufragios, se debe celebrar una segunda vuelta, que en esta ocasión sería el próximo 25 de abril