Un terremoto de 7,1 grados deja al menos 400 muertos y 10.000 heridos en el oeste de China




CHINA, EP
Un fuerte terremoto de 7,1 grados en la escala de Ritcher ha dejado al menos 400 muertos y 10.000 heridos en la provincia occidental china de Qinghai. Las autoridades chinas temen que la cifra de víctimas aumente considerablemente ya que muchas personas están sepultadas bajo los escombros de los edificios derribados a causa del temblor.

A las 7.49 hora local (1.49 hora peninsular española) la tierra temblaba en la prefectura de autónoma tibetana de Yushu, situada en una zona montañosa que sirve de frontera entre la provincia de Qinghai y la región de Tíbet. Tras el seísmo han tenido lugar al menos 18 réplicas, la más grande de 6,3 grados de magnitud apenas una hora y media después. Casas, templos, gasolineras, postes eléctricos han sido derribados, además de producirse deslizamientos de tierra, daños en las carreteras y cortes en los suministros eléctricos. En Jiegu, municipio de unos 100.000 habitantes y sede del Gobierno de Yushu, el 90% de los edificios se han venido abajo.

"El fuerte terremoto se ha producido a poca profundidad y su epicentro se ha registrado cerca de la capital de Yushu", ha indicado el vicesecretario de la prefectura, Huang Limin. "Se estima que habrá un alto número de víctimas, ya que el temblor se produjo a primera hora de la mañana y los residentes aún no se habían levantado", ha añadido. "Además, debido a las estructuras de los edificios y a los daños registrados, un gran número de personas pueden estar heridas", ha remachado.

Pánico entre la población

Cerca de 700 soldados trabajan en las tareas de desescombro y ya han rescatado a más de 900 personas, según ha declarado un portavoz de la Oficina de Emergencia. Además, otras 5.000 personas, entre militares y personal médico, han sido enviados a la zona. Se están instalando tiendas de campaña y transportando oxígeno para ayudar a los heridos, pero "las frecuentes réplicas y los fuertes vientos dificultan las operaciones", así como también el hecho de que "las carreteras que conducen al aeropuerto también han resultado dañadas", ha explicado el comandante del Ejército de Liberación Popular (ELP) de la zona militar de Yushu, Wu Yong.

Mientras, el pánico se apodera de las calles. "Las calles de Jiegu están dominadas por el pánico y repletas de gente herida, muchos de ellos con sangre en la cabeza", ha comentado Zhuohuaxia, un portavoz de Yushu. "Puedo ver heridos por todas partes. El mayor problema ahora es que carecemos de tiendas, de equipos médicos, medicinas y trabajadores sanitarios", ha asegurado.
El terremoto ha provocado cortes temporales en las comunicaciones y ha causado daños en las carreteras y aeropuertos de Jiegu, ciudad de unos 100.000 habitantes situada a apenas 50 kilómetros al este del lugar donde se ha localizado el epicentro del seísmo. El Gobierno chino ya ha anunciado que ha destinado 29,3 millones de dólares en ayuda.

El 'gulag de China

El epicentro del seísmo se ha registrado en la aldea de Rima, junto a la ciudad de Shanglaxiu, situada a unos 50 kilómetros al oeste de Jiegu y a unos 800 de Xining, capital provincial de Qinghai. Como todo el oeste de China, la provincia se encuentra en una zona de gran actividad sismológica, por la fricción entre las placas india y asiática, aunque muchos de los temblores suelen ocurrir en zonas escasamente pobladas o incluso desiertas.
Qinghai es una zona ligada a la etnia tibetana y utilizada en las épocas del maoísmo para enviar a disidentes y otros enemigos del régimen comunista. Con 720.000 kilómetros cuadrados y 5,3 millones de habitantes, se encuentra en el límite oriental de la meseta tibetana, y los chinos siempre la han identificado como un lugar remoto e inhóspito.

La provincia es una de las más pobres de China (su PIB supone menos del 1% del nacional), pero al mismo tiempo reviste una gran importancia estratégica, ya que es en ella donde nacen los tres grandes ríos de Asia Oriental: el Amarillo, el Yangtsé y el Mekong. Además es zona clave en el conflicto entre China y los tibetanos en el exilio, quienes la reclaman como territorio del Tíbet.

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