Riquelme confirmó que felicitó a Palermo en privado
Buenos Aires, Olé
A menudo, a Jorge Amor Ameal se le criticó la falta de decisiones. Luego de esta semana, el presidente bien podría preguntarse de qué sirven. El viernes pasado anunciaba que el club quería renovarles el contrato a Riquelme y a Palermo. Una semana más tarde, aquel sueño del presidente parece imposible. La conferencia que dio ayer Román terminó de derrumbar el puente hacia la realidad. Porque el 10 confirmó el anticipo de Olé: que efectivamente había felicitado al Loco en privado por el récord, algo omitido por Palermo en los días anteriores, en los que se mostró dolido por el desaire de Román en la cancha. Ayer, Riquelme explicó con medias palabras su actitud: que el domingo, el plantel había sido apretado por La Doce, y entonces... "A mí no me salió festejar el gol detrás de ese arco". El había sido, precisamente, uno de los más maltratados.
"Así, como máximo puede quedarse uno de los dos. O ninguno", opinaba anoche un dirigente importante. ¿Cuál? "Hace tres semanas o un mes el que marchaba era Román, ahora tengo la sensación de que vuela Martín", confirmó la misma fuente.
Es posible que en eso también influya que se cayó la posibilidad de que Guillermo sea el DT, lo que podría haber alejado a Riquelme. Por lo pronto, Ameal no habló de renovación con ninguno cuando los llamó el jueves, por separado, para que bajaran los decibeles de la polémica que se comió uno de los pocos momentos felices de Boca en el año. Y habrá que ver qué sucede. Los últimos hechos no dejan bien parado a Palermo: cuando los medios ardían con las llamas del festejo por separado, él tenía un balde de agua para apagar el incendio y decidió dejarlo a un costado, abonando a la teoría de la conspiración que enarbola Román: "Esto está recontra armado. El que no lo ve es ciego o se hace", repitió ayer. Y con el poder del apoyo mayoritario de los hinchas, esta vez no aseguró su continuidad. Repitió, sí, que quiere al club, pero... "Mi futuro es hasta el 30 de junio. En estos cinco partidos que quedan tendremos que pensar bastante. Primero, qué es lo mejor para el club. Y después, qué es mejor para mí".
El mensaje es contradictorio. Dice que cada día es "más feliz" en el club, pero da a entender que todo tiene un límite. También esta lucha que lo muestra como el malo de una película en la que no hay inocentes.
¿A quién se refiere Román con lo de algo armado? ¿A la barra que aprieta y en cambio alienta a Palermo y a Maradona? ¿Al 9, que omite? ¿A los medios que lo demonizan porque no tienen su voz en exclusiva? ¿A Macri, que lo usó durante cuatro meses brillantes para asegurarse la gobernación y ahora lo critica? Atrapado contra la raya, de espaldas al campo y de cara a la gente, Román salió como si estuviera contra Yepes: con un caño.
A menudo, a Jorge Amor Ameal se le criticó la falta de decisiones. Luego de esta semana, el presidente bien podría preguntarse de qué sirven. El viernes pasado anunciaba que el club quería renovarles el contrato a Riquelme y a Palermo. Una semana más tarde, aquel sueño del presidente parece imposible. La conferencia que dio ayer Román terminó de derrumbar el puente hacia la realidad. Porque el 10 confirmó el anticipo de Olé: que efectivamente había felicitado al Loco en privado por el récord, algo omitido por Palermo en los días anteriores, en los que se mostró dolido por el desaire de Román en la cancha. Ayer, Riquelme explicó con medias palabras su actitud: que el domingo, el plantel había sido apretado por La Doce, y entonces... "A mí no me salió festejar el gol detrás de ese arco". El había sido, precisamente, uno de los más maltratados.
"Así, como máximo puede quedarse uno de los dos. O ninguno", opinaba anoche un dirigente importante. ¿Cuál? "Hace tres semanas o un mes el que marchaba era Román, ahora tengo la sensación de que vuela Martín", confirmó la misma fuente.
Es posible que en eso también influya que se cayó la posibilidad de que Guillermo sea el DT, lo que podría haber alejado a Riquelme. Por lo pronto, Ameal no habló de renovación con ninguno cuando los llamó el jueves, por separado, para que bajaran los decibeles de la polémica que se comió uno de los pocos momentos felices de Boca en el año. Y habrá que ver qué sucede. Los últimos hechos no dejan bien parado a Palermo: cuando los medios ardían con las llamas del festejo por separado, él tenía un balde de agua para apagar el incendio y decidió dejarlo a un costado, abonando a la teoría de la conspiración que enarbola Román: "Esto está recontra armado. El que no lo ve es ciego o se hace", repitió ayer. Y con el poder del apoyo mayoritario de los hinchas, esta vez no aseguró su continuidad. Repitió, sí, que quiere al club, pero... "Mi futuro es hasta el 30 de junio. En estos cinco partidos que quedan tendremos que pensar bastante. Primero, qué es lo mejor para el club. Y después, qué es mejor para mí".
El mensaje es contradictorio. Dice que cada día es "más feliz" en el club, pero da a entender que todo tiene un límite. También esta lucha que lo muestra como el malo de una película en la que no hay inocentes.
¿A quién se refiere Román con lo de algo armado? ¿A la barra que aprieta y en cambio alienta a Palermo y a Maradona? ¿Al 9, que omite? ¿A los medios que lo demonizan porque no tienen su voz en exclusiva? ¿A Macri, que lo usó durante cuatro meses brillantes para asegurarse la gobernación y ahora lo critica? Atrapado contra la raya, de espaldas al campo y de cara a la gente, Román salió como si estuviera contra Yepes: con un caño.