La derrota del triunfo

Tinku Verbal - Andrés Gómez Vela
Este domingo el voto dará origen a una nueva forma de administración política: las autonomías; lo que redistribuirá automáticamente el poder entre fuerzas políticas que pueden marcar la derrota del triunfo acumulado por el MAS en los últimos cuatro años. No es una acrobacia lingüística vacua, es una paradoja con soportes reales.

1. Evo pierde puntos. Alguien le dijo al Presidente en la oreja que el romano Tácito aconsejaba que la forma y presentación del discurso han de cambiarse de acuerdo con las circunstancias históricas, que provocan la aparición de un auditorio diferente. Morales se lo tomó en serio y cambió no sólo de discurso sino de amigos y aliados, y desnudó su falta de consecuencia, lo que puede reducir su caudal de votación respecto a las elecciones pasadas. No es candidato en estas elecciones, pero es el jefe de campaña, y si tomamos en cuenta las encuestas (en las cuales los masistas no creían y ahora sí), es un mal jefe de campaña porque está a punto de perder en lugares donde no debía perder y ganar en lugares donde no debía ganar.

2. Segunda fuerza nacional. Los griegos creían que los dioses del Olimpo jugaban con el destino de los hombres y Marx sostenía que las circunstancias hacen a la historia. No sé si el destino o las circunstancias ofrecieron a Juan del Granado la grandeza en bandeja, pero decidió no tomarla o no se animó. Como la vida presenta revanchas, el destino o las circunstancias quieren darle otra oportunidad convirtiendo al MSM en la segunda fuerza nacional, ya que es el único partido, después del MAS, que participará en 200 municipios. Es tan benigno el destino, que pierda o gane, tiene el chance de aumentar su caudal de votación geográfica y numéricamente. ¿Cómo administrará ese caudal electoral el MSM? Dependerá mucho del proyecto de poder que tenga, hasta ahora se le ha visto como un pequeño partido con miedo y anclado en la hoyada paceña. Pero, aunque no tenga la talla de rival serio, el MAS ya olfateó al nuevo adversario y ensaya juegos de lenguaje para acabarlo en el camino: “nuevo peón del imperialismo estadounidense cooptado para destruir el proceso de cambio”.

3. Convencer a los convencidos. Morales persuade a los que ya estaban persuadidos incluso antes de que apareciera el propio Morales. El buen político es como el buen “marketero” convence a los incrédulos, penetra los nichos que estaban controlados por la competencia y la desplaza con inteligencia. A estas alturas del proceso de cambio ya no es ningún merito ganar en La Paz (que con o sin el MAS seguirá teniendo una sociedad con alta dosis política debido a su condición de sede de gobierno), el mérito de estas elecciones está en ganar donde no ganó hasta ahora: Santa Cruz y Beni.
Friedrich Nietzsche escribió que con las imágenes y los símbolos se persuade, pero no se demuestra. El MAS tiene imágenes y símbolos andinocentristas lo que le impide demostrar su intención de abrazar a toda Bolivia y seducir a los bolivianos que no se identifican con el “vivir bien”. Sería un gran triunfo del MAS si ganara en las regiones donde no quieren a su líder, lugares donde puso dinero, pero poco pensamiento y poca vida cotidiana, aunque se esforzó con la estrategia de las “mises”: Miss Universo y ex Miss Bolivia.

Morales debió concentrarse más, como jefe de campaña, en los territorios políticos cautivos de la derecha fascista, pero fiel a su ser andino prefirió refugiarse en la Ceja de El Alto, participar en el cierre de campaña de sus candidatos y dejar solo a Jerjes.

4. Duelo de líderes religiosos. Sospecho que la lengua del fiscal Peralta no se movió sola, alguien le ordenó hablar antes de pensar ¿Habrá sido el gobierno? Digamos de buena fe que no. Pero el mensaje que dejó la lengua picante del fiscal fue clara: sacar de la carrera por el Defensor del Pueblo a Waldo Albarracín y dejar el camino expedito a Villena; y callar justo en Semana Santa y para el resto de la vida al Cardenal de la Iglesia Católica, Julio Terrazas. Se vio (no sé, pero a veces las apariencias se parecen mucho a la realidad) como un duelo fabricado entre el (auto) declarado líder espiritual de los pueblos indígenas y el líder de los católicos, quien logró llenar templos para orar por el perdón de los pecados de aquel, su competidor espiritual.

La lengua de Peralta envenenó a quien no debía hacerlo, a Jerjes, quien seguramente tronó de irá cuando se enteró del “desliz” que golpeó a Julio Terrazas, a quien lo consideran, en Santa Cruz, como un patrimonio. ¿Cuántos votos habrá perdido Jerjes por culpa de Peralta? ¿O hay alguien en el gobierno que no quiere al viejo soldado socialista? Lo sabremos el domingo.

Es probable que una gran mayoría de la población boliviana tenga dudas sobre la consecuencia de la cúpula eclesial, pero su fe en Dios está intacta. Peralta logró lo que la aprobación de la nueva Constitución no pudo: unir a los católicos, al menos a sus instituciones y organizaciones, y ver al gobierno como un peligro.

5. Concejos y asambleas con diversidad. Gane quien gane el domingo, el país tendrá concejos municipales y asambleas departamentales plurales y con diversidad política, lo que supone que las gestiones tendrán vigilantes y espacios de deliberación; saltaremos de la democracia de los levantamanos a la democracia de las buenas ideas.

6. Silbatina a Evo. Que lo silben sus adversarios, hasta es natural; pero que lo hagan sus amigos, sus hermanos de sangre, debe ser doloroso. Los masistas dirán que la silbatina de los Ponchos Rojos en Achacachi estuvo dirigida a los candidatos del MAS, pero ¿quién eligió a esos candidatos? ¿quién dio la última palabra? ¿Quién sabía y no hizo nada para reparar la injusticia y estuvo más preocupado en ocasionales adversarios? ¿Quién no escuchó los reclamos y sólo estuvo escuchando las alabanzas? El mensaje silbado es un reclamo de respeto a la democracia comunitaria y desportilla la imagen del “líder espiritual de los pueblos indígenas”, es más, lo baja de su pedestal por culpa de la gente que cuida la imagen del Presidente, pero no su consecuencia.

La posible derrota del triunfo acumulado por el MAS no significará el fin del proceso, sólo será la disminución de su caudal electoral que traerá consigo un gran regalo: la profundización y diversidad de la democracia.

Este domingo tendrá usted otra vez entre sus manos la posibilidad de darle más al MAS o decirle hasta ahí nomás. Es una decisión suya, lo que no puede ni debe claudicar es la convicción de defender, desde cualquier lugar, las conquistas alcanzadas por los bolivianos en la etapa revolucionaria del presente proceso.

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