El Papa advierte a la Iglesia de Brasil contra el sincretismo
Juan Arias, Río de Janeiro, El país
El papa Benedicto XVI ha mandado un mensaje tajante a la progresista Iglesia de Brasil: nada de experimentos de sincretismo religioso en el culto. Deben volver a la ortodoxia, la que él defendía cuando era Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe y había condenado al silencio al teólogo de la liberación y franciscano Leonardo Boff, que acabó dejando el sacerdocio.
A los obispos de la región norte de Brasil, recibidos en audiencia en el Vaticano el jueves pasado, el Papa, con un lenguaje sutil y teológico, les mandó un ultimátum: "Déjense de fantasías en la realización del culto divino", les dijo. Les advirtió que, de ahora en adelante, Roma no va a aceptar más las experiencias de sincretismo religioso que muchos sacerdotes, apoyados por sus obispos, están llevando a cabo para acercar las prácticas del culto divino a otras experiencias religiosas, vividas, por ejemplo, por comunidades indígenas.
La Iglesia de Brasil ha sido desde el Concilio Vaticano II muy abierta y dialogante en materia tanto litúrgica como social, con figuras como el cardenal Lorscheider o el obispo Hélder Câmara, que combatió con fuerza la dictadura militar y recibió amenazas de muerte, hasta el punto de que su casa llegó a ser acribillada a balazos.
Hasta ahora, como más de un obispo ha confirmado a este periodista, Roma solía cerrar los ojos a ciertas experiencias llevadas a cabo en Brasil, como la de ordenar sacerdotes a hombres casados profundamente involucrados en la pastoral de la Iglesia, o dejar la eucaristía, por ejemplo, en la chabola de una familia, en lugares lejanos a una iglesia, para que los padres de familia pudieran ofrecerla, por ejemplo, a un moribundo.
En la liturgia, sacerdotes y obispos brasileños han introducido elementos del folclor local y hasta elementos de otras creencias animistas, para hacer más comprensible el significado de los ritos católicos. Se trata, por ejemplo, de actos eucarísticos en los que los fieles participan activamente añadiendo a la liturgia clásica elementos de otras culturas locales.
Ahora, Benedicto XVI ha dicho basta. "La actitud primaria y esencial del fiel cristiano que participa en la celebración litúrgica no es hacer, sino escuchar", ha dicho el Papa a los obispos brasileños.
La Iglesia católica pierde cada año en Brasil, el país con más católicos del mundo, un millón de fieles, que van a engrosar las filas de las numerosas iglesias protestantes evangélicas, en cuyas liturgias los fieles participan activamente con cantos y danzas, confesiones públicas y gestos rituales con las manos, algo que agrada mucho a la idiosincracia brasileña.
Si los obispos obedecen al Papa, que les pide una vuelta atrás, es muy probable que crezca aún más la migración de católicos hacia los cultos evangélicos, en un país que tiene como una de sus características sociológicas más positivas el sincretismo religioso, vivido en paz, sin guerras, con la mayor naturalidad.
El papa Benedicto XVI ha mandado un mensaje tajante a la progresista Iglesia de Brasil: nada de experimentos de sincretismo religioso en el culto. Deben volver a la ortodoxia, la que él defendía cuando era Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe y había condenado al silencio al teólogo de la liberación y franciscano Leonardo Boff, que acabó dejando el sacerdocio.
A los obispos de la región norte de Brasil, recibidos en audiencia en el Vaticano el jueves pasado, el Papa, con un lenguaje sutil y teológico, les mandó un ultimátum: "Déjense de fantasías en la realización del culto divino", les dijo. Les advirtió que, de ahora en adelante, Roma no va a aceptar más las experiencias de sincretismo religioso que muchos sacerdotes, apoyados por sus obispos, están llevando a cabo para acercar las prácticas del culto divino a otras experiencias religiosas, vividas, por ejemplo, por comunidades indígenas.
La Iglesia de Brasil ha sido desde el Concilio Vaticano II muy abierta y dialogante en materia tanto litúrgica como social, con figuras como el cardenal Lorscheider o el obispo Hélder Câmara, que combatió con fuerza la dictadura militar y recibió amenazas de muerte, hasta el punto de que su casa llegó a ser acribillada a balazos.
Hasta ahora, como más de un obispo ha confirmado a este periodista, Roma solía cerrar los ojos a ciertas experiencias llevadas a cabo en Brasil, como la de ordenar sacerdotes a hombres casados profundamente involucrados en la pastoral de la Iglesia, o dejar la eucaristía, por ejemplo, en la chabola de una familia, en lugares lejanos a una iglesia, para que los padres de familia pudieran ofrecerla, por ejemplo, a un moribundo.
En la liturgia, sacerdotes y obispos brasileños han introducido elementos del folclor local y hasta elementos de otras creencias animistas, para hacer más comprensible el significado de los ritos católicos. Se trata, por ejemplo, de actos eucarísticos en los que los fieles participan activamente añadiendo a la liturgia clásica elementos de otras culturas locales.
Ahora, Benedicto XVI ha dicho basta. "La actitud primaria y esencial del fiel cristiano que participa en la celebración litúrgica no es hacer, sino escuchar", ha dicho el Papa a los obispos brasileños.
La Iglesia católica pierde cada año en Brasil, el país con más católicos del mundo, un millón de fieles, que van a engrosar las filas de las numerosas iglesias protestantes evangélicas, en cuyas liturgias los fieles participan activamente con cantos y danzas, confesiones públicas y gestos rituales con las manos, algo que agrada mucho a la idiosincracia brasileña.
Si los obispos obedecen al Papa, que les pide una vuelta atrás, es muy probable que crezca aún más la migración de católicos hacia los cultos evangélicos, en un país que tiene como una de sus características sociológicas más positivas el sincretismo religioso, vivido en paz, sin guerras, con la mayor naturalidad.