El "milagro" de Brasilia cumple hoy medio siglo
Juan Arias, El País
La capital de Brasil cumple hoy 50 años. El sueño del presidente Juscelino Kubitschek, construido en un tiempo record de cinco años, de destronar a Río de Janeiro celebra su aniversario en medio de la polémica por su compleja identidad y varios escándalos de corrupción. Adorada y odiada a partes iguales, el urbanista Lucio Costa, encargado de la concepción artística junto al arquitecto Oscar Niemeyer, dejó escrito: "Se diga lo que se diga, Brasilia
Brasilia cumple hoy medio siglo. Pero la ciudad que nació en un plazo récord de cinco años y del sueño del emprendedor presidente Juscelino Kubitschek para ser la nueva capital de Brasil y destronar así a la inmortal Río de Janeiro celebra su aniversario en medio de la polémica sobre su compleja identidad y varios escándalos de corrupción.
Quienes la idearon trazaron lo que para unos era la silueta de un avión y para otros una cruz en una meseta desierta, en el interior del país, a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar. Y hasta allí llegaron trabajadores de los cinco puntos cardinales del país, acamparon como pudieron y convirtieron aquel desierto en la mayor zona de obras del mundo en aquel momento.
La idea política de trasladar los tres poderes de Río a Brasilia fue de Kubitschek. La concepción artística correspondió a dos genios: el arquitecto Oscar Niemeyer, aún vivo, con 103 años de edad, y el urbanista Lucio Costa, que falleció en 1998 y que dejó escrito: "Dígase lo que se diga, Brasilia es un milagro". Un milagro arquitectónico, polémico en algunos casos, pero modernista, diferente a todo lo construido hasta entonces, lo menos parecido a cualquier urbe no sólo de Brasil sino de toda América Latina.
Como toda ciudad con personalidad, Brasilia es adorada y odiada al mismo tiermpo. Para unos fue una locura haber dejado a Río de Janeiro huérfano de la capitalidad; para otros fue genial acercar el centro del poder al resto del país, menos conocido internacionalmente.
Para quienes viven permanentemente en Brasilia, no existe ciudad más tranquila, ni más pacífica, ni más sosegada, ni en la que resulte más fácil hacer amigos. Sin embargo, los políticos sueñan con el fin de semana para escapar de ella y viajar adonde tienen sus raíces.
Los 50 años que Brasilia lleva asombrando al mundo y que debían haber sido celebrados a bombo y platillo han quedado oscurecidos por la crisis política de corrupción que azota al Gobierno local y que acabó con la dimisión del gobernador José Roberto Arruda, actualmente en la cárcel, y con medio Gobierno acusado de varios delitos de corrupción política y administrativa. En pocos meses, Brasilia ha tenido cuatro gobernadores; tres de ellos tuvieron que dimitir. El cuarto y actual, Rogerio Rosso, que acaba de tomar posesión, asegura que habrá celebración oficial, aunque en tono menor. Al cierre de esta edición, la agenda oficial del presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, no contemplaba su asistencia a los festejos de conmemoración.
Brasilia fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987 y hoy es la ciudad brasileña con más zonas verdes (50 millones de metros cuadrados), con mayores índices de calidad de vida y con la renta per cápita más alta.
Tenía razón el urbanista Costa cuando calificó a Brasilia de "milagro". Lo es, a pesar de todas sus contradicciones y de las polémicas que suscita.
La capital de Brasil cumple hoy 50 años. El sueño del presidente Juscelino Kubitschek, construido en un tiempo record de cinco años, de destronar a Río de Janeiro celebra su aniversario en medio de la polémica por su compleja identidad y varios escándalos de corrupción. Adorada y odiada a partes iguales, el urbanista Lucio Costa, encargado de la concepción artística junto al arquitecto Oscar Niemeyer, dejó escrito: "Se diga lo que se diga, Brasilia
Brasilia cumple hoy medio siglo. Pero la ciudad que nació en un plazo récord de cinco años y del sueño del emprendedor presidente Juscelino Kubitschek para ser la nueva capital de Brasil y destronar así a la inmortal Río de Janeiro celebra su aniversario en medio de la polémica sobre su compleja identidad y varios escándalos de corrupción.
Quienes la idearon trazaron lo que para unos era la silueta de un avión y para otros una cruz en una meseta desierta, en el interior del país, a más de 1.000 metros sobre el nivel del mar. Y hasta allí llegaron trabajadores de los cinco puntos cardinales del país, acamparon como pudieron y convirtieron aquel desierto en la mayor zona de obras del mundo en aquel momento.
La idea política de trasladar los tres poderes de Río a Brasilia fue de Kubitschek. La concepción artística correspondió a dos genios: el arquitecto Oscar Niemeyer, aún vivo, con 103 años de edad, y el urbanista Lucio Costa, que falleció en 1998 y que dejó escrito: "Dígase lo que se diga, Brasilia es un milagro". Un milagro arquitectónico, polémico en algunos casos, pero modernista, diferente a todo lo construido hasta entonces, lo menos parecido a cualquier urbe no sólo de Brasil sino de toda América Latina.
Como toda ciudad con personalidad, Brasilia es adorada y odiada al mismo tiermpo. Para unos fue una locura haber dejado a Río de Janeiro huérfano de la capitalidad; para otros fue genial acercar el centro del poder al resto del país, menos conocido internacionalmente.
Para quienes viven permanentemente en Brasilia, no existe ciudad más tranquila, ni más pacífica, ni más sosegada, ni en la que resulte más fácil hacer amigos. Sin embargo, los políticos sueñan con el fin de semana para escapar de ella y viajar adonde tienen sus raíces.
Los 50 años que Brasilia lleva asombrando al mundo y que debían haber sido celebrados a bombo y platillo han quedado oscurecidos por la crisis política de corrupción que azota al Gobierno local y que acabó con la dimisión del gobernador José Roberto Arruda, actualmente en la cárcel, y con medio Gobierno acusado de varios delitos de corrupción política y administrativa. En pocos meses, Brasilia ha tenido cuatro gobernadores; tres de ellos tuvieron que dimitir. El cuarto y actual, Rogerio Rosso, que acaba de tomar posesión, asegura que habrá celebración oficial, aunque en tono menor. Al cierre de esta edición, la agenda oficial del presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, no contemplaba su asistencia a los festejos de conmemoración.
Brasilia fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987 y hoy es la ciudad brasileña con más zonas verdes (50 millones de metros cuadrados), con mayores índices de calidad de vida y con la renta per cápita más alta.
Tenía razón el urbanista Costa cuando calificó a Brasilia de "milagro". Lo es, a pesar de todas sus contradicciones y de las polémicas que suscita.