El futuro de Palermo y Riquelme dependerá del nuevo DT
Buenos Aires, Olé
No sólo son los dos principales referentes y símbolos del actual plantel. Seguramente también integran el top ten de los máximos ídolos de la historia de Boca. Semejante condición hace que la continuidad en el club de Juan Román Riquelme y Martín Palermo, más allá del 30 de junio, se transforme casi en una cuestión de estado. Hoy, los dirigentes no tienen definidos los pasos a seguir con respecto a ambos.
Las dudas parten por el enorme costo político que podría generar la salida de alguno de ellos. Por eso, el futuro del 10 y del 9 parece estar atado a la designación (y el gusto) del nuevo entrenador. Si bien es ilógico creer que el sucesor de Alves tome la difícil decisión de prescindir de alguno de ellos, los directivos esperan que, al menos, ayude a elegir un rumbo a la hora de tomar una determinación. O sea, lo de Román y/o Martín puede llegar a ser un nocaut... técnico.
Los dirigentes, públicamente, no se apartan de un discurso prolijamente aprendido. "La negociación con Riquelme y Palermo será una vez que finalice el actual torneo", suelen decir Ameal y Cía. cada vez que les preguntan. Si patean el asunto para más adelante no es porque les guste provocar suspenso o para que crezcan las especulaciones periodísticas, sino para ganar tiempo y achicar el margen de error en la decisión. Y en el Mundo Boca, las cosas son tan cambiantes que, de un día para el otro, puede haber modificaciones en el pensamiento de los directivos. Por ejemplo, hace algunas semanas, las chances de que Román continuara parecían escasas. Sin embargo, el fuerte respaldo (espontáneo) de los hinchas hacia el 10 en el superclásico, ganándole claramente la pulseada a Maradona, en su vuelta a la Bombonera, atemorizó a aquéllos que ya veían a Riquelme lejos de Boca. Y hoy, la sensación térmica de la tribuna coloca al enganche por encima del goleador en la preferencia de la gente.
Según el manual no escrito de la buena convivencia en el fútbol, el técnico que llegue a Boca debería estar alejado de cualquier controversia para no arrancar su ciclo con el lastre de haber desistido de alguno de los dos ídolos (o de ambos). Pero parece difícil que la directiva tome una resolución sólo por su cuenta. Y se haga cargo de ella con todo lo que eso implica a un año de las elecciones. O sea que la opinión del entrenador podría tener su influencia, aunque eso lo perjudique. Por caso, Guillermo apoyaría la renovación de Palermo, no así la de Riquelme.
Bianchi, en el hipotético caso que regrese, tendría una mirada exactamente contraria a la del Melli. Cagna, cercano por afecto a Martín, habría llamado al 10 para tantearlo sobre su probable desembarco como DT. Bermúdez, hoy descartado por el ala macrista de la CD, ya dijo que quiere a los dos. Así, cada entrenador tiene sus gustos, su feeling, su interés. ¿Pero quién se anima a ponerle punto final al ciclo de un histórico? No parece una medida inteligente meterse en ese terreno pantanoso. De hecho, las dudas de Barros Schelotto están justamente en ese clima tenso que podría existir si él llega a Boca y eso desemboca en la partida de un ídolo como Román.
La actual dirigencia no tiene antecedentes de borrar referentes. Algunos querían mandar a Abbondanzieri a Central, en enero, pero el no de Basile desactivó cualquier plan de cesión. Otros pretendían no renovarle a Ibarra en junio 09, pero el deseo del Coco los aflojó y terminaron cediendo. "Había que darle el gusto al técnico", se excusaron en ese momento. Por eso, esta vez necesitarán un aliado si es que algún peso pesado no seguirá en el club. Habrá que ver si ése es el costo que deberá pagar quien quiera dirigir a Boca. Porque hoy, para que Riquelme y Palermo se vayan, sólo habría dos motivos: 1) por decisión personal (una jugosa oferta o ganas de cambiar de aire) y 2) por nocaut... técnico.
No sólo son los dos principales referentes y símbolos del actual plantel. Seguramente también integran el top ten de los máximos ídolos de la historia de Boca. Semejante condición hace que la continuidad en el club de Juan Román Riquelme y Martín Palermo, más allá del 30 de junio, se transforme casi en una cuestión de estado. Hoy, los dirigentes no tienen definidos los pasos a seguir con respecto a ambos.
Las dudas parten por el enorme costo político que podría generar la salida de alguno de ellos. Por eso, el futuro del 10 y del 9 parece estar atado a la designación (y el gusto) del nuevo entrenador. Si bien es ilógico creer que el sucesor de Alves tome la difícil decisión de prescindir de alguno de ellos, los directivos esperan que, al menos, ayude a elegir un rumbo a la hora de tomar una determinación. O sea, lo de Román y/o Martín puede llegar a ser un nocaut... técnico.
Los dirigentes, públicamente, no se apartan de un discurso prolijamente aprendido. "La negociación con Riquelme y Palermo será una vez que finalice el actual torneo", suelen decir Ameal y Cía. cada vez que les preguntan. Si patean el asunto para más adelante no es porque les guste provocar suspenso o para que crezcan las especulaciones periodísticas, sino para ganar tiempo y achicar el margen de error en la decisión. Y en el Mundo Boca, las cosas son tan cambiantes que, de un día para el otro, puede haber modificaciones en el pensamiento de los directivos. Por ejemplo, hace algunas semanas, las chances de que Román continuara parecían escasas. Sin embargo, el fuerte respaldo (espontáneo) de los hinchas hacia el 10 en el superclásico, ganándole claramente la pulseada a Maradona, en su vuelta a la Bombonera, atemorizó a aquéllos que ya veían a Riquelme lejos de Boca. Y hoy, la sensación térmica de la tribuna coloca al enganche por encima del goleador en la preferencia de la gente.
Según el manual no escrito de la buena convivencia en el fútbol, el técnico que llegue a Boca debería estar alejado de cualquier controversia para no arrancar su ciclo con el lastre de haber desistido de alguno de los dos ídolos (o de ambos). Pero parece difícil que la directiva tome una resolución sólo por su cuenta. Y se haga cargo de ella con todo lo que eso implica a un año de las elecciones. O sea que la opinión del entrenador podría tener su influencia, aunque eso lo perjudique. Por caso, Guillermo apoyaría la renovación de Palermo, no así la de Riquelme.
Bianchi, en el hipotético caso que regrese, tendría una mirada exactamente contraria a la del Melli. Cagna, cercano por afecto a Martín, habría llamado al 10 para tantearlo sobre su probable desembarco como DT. Bermúdez, hoy descartado por el ala macrista de la CD, ya dijo que quiere a los dos. Así, cada entrenador tiene sus gustos, su feeling, su interés. ¿Pero quién se anima a ponerle punto final al ciclo de un histórico? No parece una medida inteligente meterse en ese terreno pantanoso. De hecho, las dudas de Barros Schelotto están justamente en ese clima tenso que podría existir si él llega a Boca y eso desemboca en la partida de un ídolo como Román.
La actual dirigencia no tiene antecedentes de borrar referentes. Algunos querían mandar a Abbondanzieri a Central, en enero, pero el no de Basile desactivó cualquier plan de cesión. Otros pretendían no renovarle a Ibarra en junio 09, pero el deseo del Coco los aflojó y terminaron cediendo. "Había que darle el gusto al técnico", se excusaron en ese momento. Por eso, esta vez necesitarán un aliado si es que algún peso pesado no seguirá en el club. Habrá que ver si ése es el costo que deberá pagar quien quiera dirigir a Boca. Porque hoy, para que Riquelme y Palermo se vayan, sólo habría dos motivos: 1) por decisión personal (una jugosa oferta o ganas de cambiar de aire) y 2) por nocaut... técnico.