Diputados ucranios se lían a golpes por la permanencia de la flota rusa
Pilar Bonet, Moscú, El País
Rusia ganó el martes la batalla por Sebastopol en la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania, que fue escenario de violentas escaramuzas entre oponentes y partidarios de ratificar el tratado para prolongar hasta 2042 el estacionamiento de la flota rusa del Mar Negro.
Firmado por los presidentes Víctor Yanukóvich y Dmitri Medvédev el 21 de abril en Járkov, el documento se aprobó con el voto de 236 diputados (del total de 450 de la Cámara), pese a los desesperados esfuerzos de la oposición, aglutinada en torno a los seguidores del ex presidente Víctor Yúshenko y la ex primera ministra, Yulia Timoshenko. Los herederos de la Revolución Naranja de 2004 extendieron banderas nacionales en el hemiciclo para evitar que los colegas tránsfugas, especie abundante en el Legislativo, accedieran a los dispositivos de votación situados junto a sus asientos de origen. Los diputados de Regiones, el partido del Gobierno y el presidente, bloquearon la tribuna, mientras los huevos llovían sobre el parapeto de paraguas con el que era protegido el presidente de la Cámara, Volodomir Litvin, y el humo de bombas lacrimógenas ascendía hasta el balcón de prensa.
"Solo faltaron los cuchillos", exclamó un diputado. Como mínimo dos legisladores resultaron heridos, uno con la nariz rota y otro hospitalizado con conmoción cerebral. En Moscú, la Duma Estatal (la Cámara baja), dominada por Rusia Unida (el partido de los seguidores de Vladímir Putin), aprobó el acuerdo de la flota por 410 votos (de los 450 totales), tras conocer la aprobación de la Rada.
Rusia podrá así mantener sus buques (una cincuentena con 18.500 uniformados) en Crimea un cuarto de siglo más (a partir de mayo de 2017, al concluir el acuerdo vigente desde 1997). A cambio, pagará 75 millones de euros al año a Ucrania. El acuerdo de la flota está vinculado a otro que contempla un descuento del 30% en los precios del gas que Gazprom suministra a Kiev. Ambos documentos, presentados por los rusos como el principio de una nueva época en la relación entre los dos países, suponen además que Yanukóvich -por convicción, conveniencia o por heredar un país en la ruina- se abraza a Rusia y se aparta de hecho del rumbo neutral que proclamó al asumir la presidencia. Yanukóvich está revisando la política de su antecesor en todos los frentes. El martes, en Estrasburgo, dijo que la "hambruna" de Ucrania no había sido un genocidio, como sostiene Yúshenko, sino una "tragedia común de los Estados integrantes de la URSS".
Rusia trata de ocupar posiciones clave en Ucrania. Con carácter urgente, el Gobierno ruso ha hecho llegar a los responsables del sector energético ucranio varios proyectos que cubren desde el gas al sector eléctrico y nuclear, y que consolidarían una posición de privilegio de Moscú. Los proyectos, publicados ayer por el semanario Zerkalo Nedelii, facilitan el acceso de Rusia al mercado interno del gas de Ucrania, prohíben a este Estado revender el gas ruso, establecen la inmunidad de la propiedad rusa y sus filiales en Ucrania, el cambio de la legislación ucrania para que Moscú pueda participar en la obtención de uranio y la exportación conjunta de electricidad desde Ucrania, así como la construcción de centrales nucleares y centrales eléctricas por parte de Rusia. Este país podría participar también en la formación de tarifas para los oleoductos ucranios.
Putin dijo el lunes en Kiev que Rusia pagaba un "precio enorme" por el acuerdo. Según el jefe de Ejecutivo ruso, las subvenciones al suministro de gas costarán a Moscú entre 30.000 y 33.000 millones de euros en diez años. "Por ese dinero me comería a Yanukóvich y a su jefe de Gobierno juntos", bromeó. Añadió, sin embargo: "Esta no es sólo una cuestión de dinero". "La cooperación militar aumenta la confianza entre los dos países, nos da una oportunidad de trabajar con confianza en el campo económico, social y político, y esto es lo principal", señaló.
Putin afirmó también haber tratado la prolongación de la permanencia de la flota con Timoshenko en el pasado, siendo el único problema "el precio de la cuestión". La ex primera ministra lo desmintió.
Rusia ganó el martes la batalla por Sebastopol en la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania, que fue escenario de violentas escaramuzas entre oponentes y partidarios de ratificar el tratado para prolongar hasta 2042 el estacionamiento de la flota rusa del Mar Negro.
Firmado por los presidentes Víctor Yanukóvich y Dmitri Medvédev el 21 de abril en Járkov, el documento se aprobó con el voto de 236 diputados (del total de 450 de la Cámara), pese a los desesperados esfuerzos de la oposición, aglutinada en torno a los seguidores del ex presidente Víctor Yúshenko y la ex primera ministra, Yulia Timoshenko. Los herederos de la Revolución Naranja de 2004 extendieron banderas nacionales en el hemiciclo para evitar que los colegas tránsfugas, especie abundante en el Legislativo, accedieran a los dispositivos de votación situados junto a sus asientos de origen. Los diputados de Regiones, el partido del Gobierno y el presidente, bloquearon la tribuna, mientras los huevos llovían sobre el parapeto de paraguas con el que era protegido el presidente de la Cámara, Volodomir Litvin, y el humo de bombas lacrimógenas ascendía hasta el balcón de prensa.
"Solo faltaron los cuchillos", exclamó un diputado. Como mínimo dos legisladores resultaron heridos, uno con la nariz rota y otro hospitalizado con conmoción cerebral. En Moscú, la Duma Estatal (la Cámara baja), dominada por Rusia Unida (el partido de los seguidores de Vladímir Putin), aprobó el acuerdo de la flota por 410 votos (de los 450 totales), tras conocer la aprobación de la Rada.
Rusia podrá así mantener sus buques (una cincuentena con 18.500 uniformados) en Crimea un cuarto de siglo más (a partir de mayo de 2017, al concluir el acuerdo vigente desde 1997). A cambio, pagará 75 millones de euros al año a Ucrania. El acuerdo de la flota está vinculado a otro que contempla un descuento del 30% en los precios del gas que Gazprom suministra a Kiev. Ambos documentos, presentados por los rusos como el principio de una nueva época en la relación entre los dos países, suponen además que Yanukóvich -por convicción, conveniencia o por heredar un país en la ruina- se abraza a Rusia y se aparta de hecho del rumbo neutral que proclamó al asumir la presidencia. Yanukóvich está revisando la política de su antecesor en todos los frentes. El martes, en Estrasburgo, dijo que la "hambruna" de Ucrania no había sido un genocidio, como sostiene Yúshenko, sino una "tragedia común de los Estados integrantes de la URSS".
Rusia trata de ocupar posiciones clave en Ucrania. Con carácter urgente, el Gobierno ruso ha hecho llegar a los responsables del sector energético ucranio varios proyectos que cubren desde el gas al sector eléctrico y nuclear, y que consolidarían una posición de privilegio de Moscú. Los proyectos, publicados ayer por el semanario Zerkalo Nedelii, facilitan el acceso de Rusia al mercado interno del gas de Ucrania, prohíben a este Estado revender el gas ruso, establecen la inmunidad de la propiedad rusa y sus filiales en Ucrania, el cambio de la legislación ucrania para que Moscú pueda participar en la obtención de uranio y la exportación conjunta de electricidad desde Ucrania, así como la construcción de centrales nucleares y centrales eléctricas por parte de Rusia. Este país podría participar también en la formación de tarifas para los oleoductos ucranios.
Putin dijo el lunes en Kiev que Rusia pagaba un "precio enorme" por el acuerdo. Según el jefe de Ejecutivo ruso, las subvenciones al suministro de gas costarán a Moscú entre 30.000 y 33.000 millones de euros en diez años. "Por ese dinero me comería a Yanukóvich y a su jefe de Gobierno juntos", bromeó. Añadió, sin embargo: "Esta no es sólo una cuestión de dinero". "La cooperación militar aumenta la confianza entre los dos países, nos da una oportunidad de trabajar con confianza en el campo económico, social y político, y esto es lo principal", señaló.
Putin afirmó también haber tratado la prolongación de la permanencia de la flota con Timoshenko en el pasado, siendo el único problema "el precio de la cuestión". La ex primera ministra lo desmintió.