"Declararemos el Estado palestino a mediados de 2011"
ENTREVISTA: SALAM FAYAD Primer ministro de la Autoridad Palestina
JUAN MIGUEL MUÑOZ
El País, Madrid
Salam Fayad (1952) es un político palestino que soporta el acoso de tres incisivos rivales: Israel, Hamás y algunos prebostes de Fatah descontentos con la pérdida de su cuota de poder. El cuarto actor relevante en Oriente Próximo -Estados Unidos- respalda sin medias tintas al primer ministro de la Autoridad Palestina. Fayad recibe en su despacho de Ramala, donde cuelga la fotografía de un imponente olivo, "de 2.000 años", puntualiza.
Su tarea es descomunal y plagada de retos, y a veces da la impresión de que minimiza algunos escollos a la vista en su camino. Pero este ex economista del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional tiene un plan, y ha decidido, con una actitud muy estadounidense, que no perderá un segundo. Construye las instituciones palestinas y promueve obras públicas en toda Cisjordania, también en la zona totalmente controlada por Israel y sin permiso del poder ocupante. "Pienso declarar el Estado a mediados de 2011. Esto es como un embarazo, que tiene su tiempo. El niño puede nacer un día antes o después, pero nacerá". No parece contemplar un aborto.
Pregunta. ¿Por qué su política de hechos consumados en la zona de Cisjordania bajo dominio israelí?
Respuesta. Porque es parte del territorio ocupado en 1967. Supone un 60% de la tierra de Cisjordania y tenemos que desarrollarla. Como se declaró bajo la jurisdicción israelí, la gente empezó a considerar esta área como una tierra en disputa, que no nos pertenece. Rechazo eso tajantemente.
P. ¿Por qué ahora y no antes?
R. Muchas cosas no han ocurrido como tenían que haber ocurrido ni cuando deberían haber ocurrido. El proceso de paz [nacido de los Acuerdos de Oslo, en 1993] tenía que haber acabado en mayo de 1999. Eso no ocurrió. Luego estalló la segunda Intifada, en 2000, y hubo años de caos, sin ley. Por eso este programa de acabar con la ocupación y declarar un Estado es muy importante, porque establece un calendario. Para mediados de 2011 deberíamos estar preparados para un Estado con instituciones básicas de gobierno, infraestructuras básicas en todo el territorio ocupado en 1967.
P. ¿Cree usted que llegará a tiempo?
R. Sí. Bajo la ocupación, en la adversidad, es un desafío. Vamos a tener que trabajar muy duro. Claro que es ambicioso, pero se puede hacer. Por varias razones. Primero, mire lo que hemos logrado desde mediados de 2007. Hemos dado la vuelta a la situación. Entonces, Cisjordania estaba en proceso de desintegración institucional. Este edificio fue asaltado por hombres encapuchados y armados. En ningún lugar imperaba la ley. Ni en Ramala, ni Nablús, ni Jenin, ni Hebrón. Gaza estaba también en esa situación. Después ocurrió su separación, que fue consecuencia directa de ese estado sin ley que prevalecía. No había mucho tiempo para pararse a pensar. Literalmente, la casa estaba en llamas y había que apagar el fuego cuanto antes, aunque la casa se inundara. Estoy muy alentado por lo que hemos conseguido en Cisjordania en materia de seguridad. Si hemos logrado esto, creo que podemos llegar a la meta.
P. ¿Y Gaza?
R. Gaza es diferente porque allí no podemos hacer lo que en Cisjordania. Gaza está sellada completamente por los israelíes. El otro gran problema es que la Autoridad Palestina no está allí. Eso no quiere decir que no hagamos nada. Pagamos regularmente salarios y ayudas sociales. Hamás, aunque ganó las elecciones de 2006, tomó Gaza de forma violenta. Era inconcebible que las fuerzas de seguridad trabajaran para Hamás. El 50% de nuestro gasto corriente se invierte en Gaza. El problema es que no podemos hacer proyectos por el asedio. Si se levanta el bloqueo y somos capaces de reunificar nuestro país, que es un deber... Si no lo conseguimos, no tendremos Estado.
P. Pero usted sabe lo que Hamás dice de usted.
R. De eso hablaremos luego. La ventaja de Gaza es que es pequeño. Por eso lo que hemos hecho en Cisjordania, donde moverse es difícil por los controles militares y los asentamientos israelíes, lo podemos hacer allí y mucho más rápido.
P. Veo muy difícil que la reconciliación pueda llegar pronto. Hamás dice que es usted una marioneta de Estados Unidos, que su Gobierno lo dirige el general estadounidense Keith Dayton, que entrena a sus fuerzas de seguridad...
R. Si para Hamás el problema es el Gobierno, no hay problema. Porque este Gobierno no es para siempre. Si para Hamás este Gobierno es un impedimento para la reconciliación, nos vamos mañana. Es una simplificación deliberada.
P. ¿Cómo puede haber reconciliación si Hamás parece desaparecida en Cisjordania, y Fatah en Gaza?
R. Claro que es difícil lograr la reconciliación por la polarización y la división. Los miembros de Hamás están ahí, y no los perseguimos por ser de Hamás, sino por estar implicados en actividades que desde el punto de vista de la seguridad son inaceptables. Hamás no es ilegal en absoluto.
P. ¿También son difíciles sus relaciones con Fatah?
R. Mi Gobierno, por el programa que aplica, no puede tener un problema con Fatah. Pero hay algunos [dirigentes] de Fatah que tienen problemas conmigo, aunque existe un número sustancial de ministros de Fatah en mi Gobierno. Ningún Gobierno tiene un apoyo unánime. En este negocio no puedes mirar a la izquierda ni a la derecha. Hay que seguir adelante, y un poco de suerte de vez en cuando no viene mal.
P. Dice usted que quienes alientan una Intifada no conocen el significado de esa palabra.
R. Significa algo que ocurre de abajo arriba, desde la base. Por eso no se puede ordenar una Intifada, es algo que hace la gente, y que ocurre porque refleja su frustración. Quien llama a la Intifada está desconectado de la realidad. La resistencia es la gente que sigue aquí un día y otro, comprometida con las vías pacíficas. Llamar a la Intifada es ofensivo para todos los que estamos implicados en la lucha cotidiana por nuestro derecho a vivir en nuestra tierra. La mayor rebeldía es seguir aquí. La ocupación es devastadora, hace que la gente quiera buscarse la vida en otro sitio. Pero lo que realmente hace que se vayan es la violencia interna. Hay una desconexión entre los eslóganes y la realidad. Ayer estuve en un pueblo que visité por primera vez en abril de 2008. Desde entonces hemos hecho nueve proyectos. Ahora hay agua, luz, una escuela de niños y una de niñas, y tres pozos que funcionaban con diésel ahora tienen electricidad. La población ha aumentado. La gente está contenta. Esa es mi visión: hechos sobre el terreno. ¡Para mí es tan obvio! Estoy decidido a construir un Estado pese a la ocupación, con el objetivo de acelerar el fin de la ocupación. Los palestinos, cuando estamos felices, trabajamos. Cuando estamos tristes, y aquí hay muchos días para estarlo, tenemos que trabajar con más empeño. La gente está aceptando que este camino puede llevar a la libertad.
JUAN MIGUEL MUÑOZ
El País, Madrid
Salam Fayad (1952) es un político palestino que soporta el acoso de tres incisivos rivales: Israel, Hamás y algunos prebostes de Fatah descontentos con la pérdida de su cuota de poder. El cuarto actor relevante en Oriente Próximo -Estados Unidos- respalda sin medias tintas al primer ministro de la Autoridad Palestina. Fayad recibe en su despacho de Ramala, donde cuelga la fotografía de un imponente olivo, "de 2.000 años", puntualiza.
Su tarea es descomunal y plagada de retos, y a veces da la impresión de que minimiza algunos escollos a la vista en su camino. Pero este ex economista del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional tiene un plan, y ha decidido, con una actitud muy estadounidense, que no perderá un segundo. Construye las instituciones palestinas y promueve obras públicas en toda Cisjordania, también en la zona totalmente controlada por Israel y sin permiso del poder ocupante. "Pienso declarar el Estado a mediados de 2011. Esto es como un embarazo, que tiene su tiempo. El niño puede nacer un día antes o después, pero nacerá". No parece contemplar un aborto.
Pregunta. ¿Por qué su política de hechos consumados en la zona de Cisjordania bajo dominio israelí?
Respuesta. Porque es parte del territorio ocupado en 1967. Supone un 60% de la tierra de Cisjordania y tenemos que desarrollarla. Como se declaró bajo la jurisdicción israelí, la gente empezó a considerar esta área como una tierra en disputa, que no nos pertenece. Rechazo eso tajantemente.
P. ¿Por qué ahora y no antes?
R. Muchas cosas no han ocurrido como tenían que haber ocurrido ni cuando deberían haber ocurrido. El proceso de paz [nacido de los Acuerdos de Oslo, en 1993] tenía que haber acabado en mayo de 1999. Eso no ocurrió. Luego estalló la segunda Intifada, en 2000, y hubo años de caos, sin ley. Por eso este programa de acabar con la ocupación y declarar un Estado es muy importante, porque establece un calendario. Para mediados de 2011 deberíamos estar preparados para un Estado con instituciones básicas de gobierno, infraestructuras básicas en todo el territorio ocupado en 1967.
P. ¿Cree usted que llegará a tiempo?
R. Sí. Bajo la ocupación, en la adversidad, es un desafío. Vamos a tener que trabajar muy duro. Claro que es ambicioso, pero se puede hacer. Por varias razones. Primero, mire lo que hemos logrado desde mediados de 2007. Hemos dado la vuelta a la situación. Entonces, Cisjordania estaba en proceso de desintegración institucional. Este edificio fue asaltado por hombres encapuchados y armados. En ningún lugar imperaba la ley. Ni en Ramala, ni Nablús, ni Jenin, ni Hebrón. Gaza estaba también en esa situación. Después ocurrió su separación, que fue consecuencia directa de ese estado sin ley que prevalecía. No había mucho tiempo para pararse a pensar. Literalmente, la casa estaba en llamas y había que apagar el fuego cuanto antes, aunque la casa se inundara. Estoy muy alentado por lo que hemos conseguido en Cisjordania en materia de seguridad. Si hemos logrado esto, creo que podemos llegar a la meta.
P. ¿Y Gaza?
R. Gaza es diferente porque allí no podemos hacer lo que en Cisjordania. Gaza está sellada completamente por los israelíes. El otro gran problema es que la Autoridad Palestina no está allí. Eso no quiere decir que no hagamos nada. Pagamos regularmente salarios y ayudas sociales. Hamás, aunque ganó las elecciones de 2006, tomó Gaza de forma violenta. Era inconcebible que las fuerzas de seguridad trabajaran para Hamás. El 50% de nuestro gasto corriente se invierte en Gaza. El problema es que no podemos hacer proyectos por el asedio. Si se levanta el bloqueo y somos capaces de reunificar nuestro país, que es un deber... Si no lo conseguimos, no tendremos Estado.
P. Pero usted sabe lo que Hamás dice de usted.
R. De eso hablaremos luego. La ventaja de Gaza es que es pequeño. Por eso lo que hemos hecho en Cisjordania, donde moverse es difícil por los controles militares y los asentamientos israelíes, lo podemos hacer allí y mucho más rápido.
P. Veo muy difícil que la reconciliación pueda llegar pronto. Hamás dice que es usted una marioneta de Estados Unidos, que su Gobierno lo dirige el general estadounidense Keith Dayton, que entrena a sus fuerzas de seguridad...
R. Si para Hamás el problema es el Gobierno, no hay problema. Porque este Gobierno no es para siempre. Si para Hamás este Gobierno es un impedimento para la reconciliación, nos vamos mañana. Es una simplificación deliberada.
P. ¿Cómo puede haber reconciliación si Hamás parece desaparecida en Cisjordania, y Fatah en Gaza?
R. Claro que es difícil lograr la reconciliación por la polarización y la división. Los miembros de Hamás están ahí, y no los perseguimos por ser de Hamás, sino por estar implicados en actividades que desde el punto de vista de la seguridad son inaceptables. Hamás no es ilegal en absoluto.
P. ¿También son difíciles sus relaciones con Fatah?
R. Mi Gobierno, por el programa que aplica, no puede tener un problema con Fatah. Pero hay algunos [dirigentes] de Fatah que tienen problemas conmigo, aunque existe un número sustancial de ministros de Fatah en mi Gobierno. Ningún Gobierno tiene un apoyo unánime. En este negocio no puedes mirar a la izquierda ni a la derecha. Hay que seguir adelante, y un poco de suerte de vez en cuando no viene mal.
P. Dice usted que quienes alientan una Intifada no conocen el significado de esa palabra.
R. Significa algo que ocurre de abajo arriba, desde la base. Por eso no se puede ordenar una Intifada, es algo que hace la gente, y que ocurre porque refleja su frustración. Quien llama a la Intifada está desconectado de la realidad. La resistencia es la gente que sigue aquí un día y otro, comprometida con las vías pacíficas. Llamar a la Intifada es ofensivo para todos los que estamos implicados en la lucha cotidiana por nuestro derecho a vivir en nuestra tierra. La mayor rebeldía es seguir aquí. La ocupación es devastadora, hace que la gente quiera buscarse la vida en otro sitio. Pero lo que realmente hace que se vayan es la violencia interna. Hay una desconexión entre los eslóganes y la realidad. Ayer estuve en un pueblo que visité por primera vez en abril de 2008. Desde entonces hemos hecho nueve proyectos. Ahora hay agua, luz, una escuela de niños y una de niñas, y tres pozos que funcionaban con diésel ahora tienen electricidad. La población ha aumentado. La gente está contenta. Esa es mi visión: hechos sobre el terreno. ¡Para mí es tan obvio! Estoy decidido a construir un Estado pese a la ocupación, con el objetivo de acelerar el fin de la ocupación. Los palestinos, cuando estamos felices, trabajamos. Cuando estamos tristes, y aquí hay muchos días para estarlo, tenemos que trabajar con más empeño. La gente está aceptando que este camino puede llevar a la libertad.