Capote regresa a Palamós
Rebeca Carranco, El País
El escritor Truman Capote (1924-1984) estaba en Palamós (Girona) cuando se enteró de la muerte de Marilyn Monroe. Esa mujer a la que describió cruelmente en una Adorable criatura había aparecido inconsciente sobre su cama el 4 de agosto de 1962. Capote supo del suicidio unos días después por la prensa internacional que llegaba al pueblo mediterráneo. Compró el periódico, una botella de ginebra y regresó consternado al hotel Trias. "¡Mi amiga ha muerto! ¡Mi amiga ha muerto!", repetía desolado al dueño, Josep Colomer.
Ese fue el último verano que Capote pasó en Palamós. Hoy la localidad celebra los 50 años de su llegada con una teatralizada puesta en escena: a las ocho de la tarde un Capote de mentirijilla llegará al auditorio La Gorga junto a su secretario y amante, Jack Dunphy, como hiciese en 1960 por primera vez. Después se proyectará la película que protagonizó Philip Seymour Hoffman. El municipio quiere dejar constancia de los 18 meses de Capote en Palamós. Mesas redondas, conferencias y una ruta literaria servirán para "transmitir aquellas sensaciones y emociones" que invadieron al periodista y escritor en sus días de asueto gerundense.
Capote pasó tres temporadas en la Costa Brava, que entonces era otra costa, menos construida, más virgen, más oculta. Primero se alojó en el hotel Trias, luego escogió una casa en el centro del pueblo y cuando ya conocía los rincones mágicos y secretos, Capote alquiló una mansión en un pequeño montículo en una cala, frente al mar. Lejos de las jaranas de la corte de intelectuales, actores y ricachones que le rodeaba, Capote escribió las últimas páginas de la novela A sangre fría, la historia del asesinato de una familia en Kansas; la historia que le destruyó.
En Palamós no despertó grandes pasiones. Capote, ensimismado y atormentado, se paseaba en bata por el pueblo (daba igual si hacía frío o calor), junto a Charlie, su inseparable bulldog, para comprar la prensa, la ginebra y los comestibles. La primera casa en la que vivió luce una placa con sus impresiones: "Esto es un pueblo de pescadores, el agua es tan clara y azul como el ojo de una sirena. Me levanto temprano porque los pescadores zarpan a las cinco de la mañana y arman tanto ruido que ni Rip Van Winkle podría dormir [el protagonista de un cuento de Washington Irving que se quedó dormido 20 años bajo la sombra de un árbol]".
La actriz británica Madeleine Carroll fue la culpable de que durante los años sesenta Palamós viviese un espejismo de glamour. Ella sedujo al periodista Robert Ruark, y este a Capote para que pasase temporadas en la Costa Brava. Antes la puso de moda Ava Gardner, con su película rodada en Tossa de Mar Pandora y el holandés errante.
Esta tarde se podrá revivir algo de aquel glamour perdido. A las ocho llega el falso Capote. El viernes de la semana que viene los que le conocieron hablarán sobre él en la biblioteca municipal. El 4 de junio, el museo de la pesca exhibirá fotos y recortes de prensa de la época.
Hasta el 19 de junio no se podrá hacer la ruta literaria, basada en el libro del periodista Màrius Carol, L'home dels pijames de seda. El Ayuntamiento aún está acabando los últimos detalles. La lástima es que no se podrá visitar ninguna de las casas en las que vivió el escritor. La que tuvo en el pueblo fue derribada y se levantó otra nueva. La de cala Sanià es de propiedad privada. Sólo queda el hotel Trias, por donde de vez en cuando se deja ver Josep Colomer, el anterior propietario y la persona que consoló a Capote cuando se enteró de la muerte de Marilyn.
El escritor Truman Capote (1924-1984) estaba en Palamós (Girona) cuando se enteró de la muerte de Marilyn Monroe. Esa mujer a la que describió cruelmente en una Adorable criatura había aparecido inconsciente sobre su cama el 4 de agosto de 1962. Capote supo del suicidio unos días después por la prensa internacional que llegaba al pueblo mediterráneo. Compró el periódico, una botella de ginebra y regresó consternado al hotel Trias. "¡Mi amiga ha muerto! ¡Mi amiga ha muerto!", repetía desolado al dueño, Josep Colomer.
Ese fue el último verano que Capote pasó en Palamós. Hoy la localidad celebra los 50 años de su llegada con una teatralizada puesta en escena: a las ocho de la tarde un Capote de mentirijilla llegará al auditorio La Gorga junto a su secretario y amante, Jack Dunphy, como hiciese en 1960 por primera vez. Después se proyectará la película que protagonizó Philip Seymour Hoffman. El municipio quiere dejar constancia de los 18 meses de Capote en Palamós. Mesas redondas, conferencias y una ruta literaria servirán para "transmitir aquellas sensaciones y emociones" que invadieron al periodista y escritor en sus días de asueto gerundense.
Capote pasó tres temporadas en la Costa Brava, que entonces era otra costa, menos construida, más virgen, más oculta. Primero se alojó en el hotel Trias, luego escogió una casa en el centro del pueblo y cuando ya conocía los rincones mágicos y secretos, Capote alquiló una mansión en un pequeño montículo en una cala, frente al mar. Lejos de las jaranas de la corte de intelectuales, actores y ricachones que le rodeaba, Capote escribió las últimas páginas de la novela A sangre fría, la historia del asesinato de una familia en Kansas; la historia que le destruyó.
En Palamós no despertó grandes pasiones. Capote, ensimismado y atormentado, se paseaba en bata por el pueblo (daba igual si hacía frío o calor), junto a Charlie, su inseparable bulldog, para comprar la prensa, la ginebra y los comestibles. La primera casa en la que vivió luce una placa con sus impresiones: "Esto es un pueblo de pescadores, el agua es tan clara y azul como el ojo de una sirena. Me levanto temprano porque los pescadores zarpan a las cinco de la mañana y arman tanto ruido que ni Rip Van Winkle podría dormir [el protagonista de un cuento de Washington Irving que se quedó dormido 20 años bajo la sombra de un árbol]".
La actriz británica Madeleine Carroll fue la culpable de que durante los años sesenta Palamós viviese un espejismo de glamour. Ella sedujo al periodista Robert Ruark, y este a Capote para que pasase temporadas en la Costa Brava. Antes la puso de moda Ava Gardner, con su película rodada en Tossa de Mar Pandora y el holandés errante.
Esta tarde se podrá revivir algo de aquel glamour perdido. A las ocho llega el falso Capote. El viernes de la semana que viene los que le conocieron hablarán sobre él en la biblioteca municipal. El 4 de junio, el museo de la pesca exhibirá fotos y recortes de prensa de la época.
Hasta el 19 de junio no se podrá hacer la ruta literaria, basada en el libro del periodista Màrius Carol, L'home dels pijames de seda. El Ayuntamiento aún está acabando los últimos detalles. La lástima es que no se podrá visitar ninguna de las casas en las que vivió el escritor. La que tuvo en el pueblo fue derribada y se levantó otra nueva. La de cala Sanià es de propiedad privada. Sólo queda el hotel Trias, por donde de vez en cuando se deja ver Josep Colomer, el anterior propietario y la persona que consoló a Capote cuando se enteró de la muerte de Marilyn.