Bolívar: El técnico Escobar parece estar jugando tiempo de descuento
La Paz, Erbol
El técnico Santiago Escobar no habla desde hace un mes con la prensa; su forma de trabajo no es recibida con agrado por varios jugadores, hace tiempo que algunos dirigentes están descontentos con su trabajo y los dos grandes lazos que lo unen a Bolívar (Guido Loayza y Marcelo Claure) parecen debilitarse. En buenas cuentas, todo parece indicar que el entrenador no llegará al invierno paceño.
El técnico colombiano, que llegó en diciembre del año pasado, fue perdiendo su locuacidad y su ánimo expresivo propio de su región (Antioquia). De pronto entró en silencio porque parte de la prensa escrita habría malinterpretado lo que él quiso decir y tampoco le agradaban algunos comentarios radiales, de manera que tomó la decisión de no hablar más con los medios. Así, los periodistas pasaron a colegir los hechos, a suponer lo que sucedía, mientras el técnico asumía la condición de mudo perfecto.
Bolívar empezó a sacar algunos resultados aceptables en los torneos locales, pero jugaba mal tanto en la Copa como en la Liga, de manera que algunos dirigentes no dudaron en señalar que él no era el técnico que convenía a Bolívar, pero la decisión estaba en manos de Loayza y Claure, quienes lo apoyaban tenazmente; y el verbo utilizado en tiempo pasado ahora cobra otra dimensión en el presente, porque Loayza parece haberle perdido la confianza y Claure, que fue quien lo contrató, se dio cuenta de su error, aunque no lo quiera reconocer públicamente.
La hinchada también tiene lo suyo, porque en los tres últimos encuentros empezó a gritar “fuera Escobar, fuera Escobar” y como en Bolívar el apellido tiene acento en la letra (ó), es probable que el entrenador no se dé por aludido, aunque tras la derrota frente a Wilstermann se pudo advertir que tenía la cabeza gacha, el ceño fruncido y una cara de tristeza como de quien añora el retorno a su tierra.
Y Escobar empezó a jugar su propio libreto de ahogado para hacerse un jaque a sí mismo, lejos de la hinchada, de los medios de comunicación y de varios dirigentes siente que quien lo contrató ya no lo respalda y como sucede en esta época del otoño empezó a ponerse triste y eligió la soledad, porque también sabe que la disciplina no es el mejor arma de sus dirigidos, que su equipo no juega como él quisiera, que no ha encontrado un equipo base y que las críticas le taladran los oídos día a día, hora tras hora.
En el otoño de su experiencia como técnico en el fútbol boliviano, se dio cuenta que le falló el silabario de las relaciones sociales porque no aplicó el refrán popular “donde fuereis haz lo que viereis” y quiso vivir en Bolivia como si estuviera en Antioquia, no quiso reconocer sus errores de concepción futbolística. En su soledad se volvió más terco y como el hombre es un ser social por naturaleza, empieza a darse cuenta que así no puede seguir y es preferible buscar el invierno colombiano a quedarse en el frío de La Paz viviendo una misantropía que lo terminará enfermando.
El técnico Santiago Escobar no habla desde hace un mes con la prensa; su forma de trabajo no es recibida con agrado por varios jugadores, hace tiempo que algunos dirigentes están descontentos con su trabajo y los dos grandes lazos que lo unen a Bolívar (Guido Loayza y Marcelo Claure) parecen debilitarse. En buenas cuentas, todo parece indicar que el entrenador no llegará al invierno paceño.
El técnico colombiano, que llegó en diciembre del año pasado, fue perdiendo su locuacidad y su ánimo expresivo propio de su región (Antioquia). De pronto entró en silencio porque parte de la prensa escrita habría malinterpretado lo que él quiso decir y tampoco le agradaban algunos comentarios radiales, de manera que tomó la decisión de no hablar más con los medios. Así, los periodistas pasaron a colegir los hechos, a suponer lo que sucedía, mientras el técnico asumía la condición de mudo perfecto.
Bolívar empezó a sacar algunos resultados aceptables en los torneos locales, pero jugaba mal tanto en la Copa como en la Liga, de manera que algunos dirigentes no dudaron en señalar que él no era el técnico que convenía a Bolívar, pero la decisión estaba en manos de Loayza y Claure, quienes lo apoyaban tenazmente; y el verbo utilizado en tiempo pasado ahora cobra otra dimensión en el presente, porque Loayza parece haberle perdido la confianza y Claure, que fue quien lo contrató, se dio cuenta de su error, aunque no lo quiera reconocer públicamente.
La hinchada también tiene lo suyo, porque en los tres últimos encuentros empezó a gritar “fuera Escobar, fuera Escobar” y como en Bolívar el apellido tiene acento en la letra (ó), es probable que el entrenador no se dé por aludido, aunque tras la derrota frente a Wilstermann se pudo advertir que tenía la cabeza gacha, el ceño fruncido y una cara de tristeza como de quien añora el retorno a su tierra.
Y Escobar empezó a jugar su propio libreto de ahogado para hacerse un jaque a sí mismo, lejos de la hinchada, de los medios de comunicación y de varios dirigentes siente que quien lo contrató ya no lo respalda y como sucede en esta época del otoño empezó a ponerse triste y eligió la soledad, porque también sabe que la disciplina no es el mejor arma de sus dirigidos, que su equipo no juega como él quisiera, que no ha encontrado un equipo base y que las críticas le taladran los oídos día a día, hora tras hora.
En el otoño de su experiencia como técnico en el fútbol boliviano, se dio cuenta que le falló el silabario de las relaciones sociales porque no aplicó el refrán popular “donde fuereis haz lo que viereis” y quiso vivir en Bolivia como si estuviera en Antioquia, no quiso reconocer sus errores de concepción futbolística. En su soledad se volvió más terco y como el hombre es un ser social por naturaleza, empieza a darse cuenta que así no puede seguir y es preferible buscar el invierno colombiano a quedarse en el frío de La Paz viviendo una misantropía que lo terminará enfermando.