Boca está enchufado a 220

Por Facundo Martínez
Empujado por la gente y empujado por el ánimo renovado que provocó el cambio de entrenador, Boca salió a jugar su partido enchufado y no tardó en imponer su presencia en las cercanías de Campestrini. Así, a los 7 minutos, Palermo se sacó a dos hombres de encima en el área y sin demasiado ángulo buscó su tanto histórico, pero la pelota pegó en la parte externa de la red y el goleador se tendió en el suelo para manifestar su bronca. Pero la bronca le duró poco.
Dos minutos después, luego de una generosa habilitación de Juan Román Riquelme, al goleador no le quedó más que empujarla para poner a Boca en ventaja y convertirse en el máximo goleador histórico del club, superando a Roberto Cherro.


Lo más curioso sucedió después del gol. Palermo lo buscó a Riquelme para el abrazo, pero el volante, seguido por su tropa, festejó para la platea, que comenzó a corear su nombre como para que no queden dudas con respecto al pensamiento dominante sobre la renovación de su contrato. Palermo también festejó, con tropa propia, de cara a la popular, que también coreó su nombre.

De esta escena quedó algo instalado. El vestuario de Boca no sólo está dividido, lo que no es ninguna novedad, sino que con los rumores de la posible llegada como entrenador del Mellizo Guillermo Barros Schelotto y su condición de agarrar sólo si los dirigentes primero borran a Riquelme, terminó por recrudecer la interna. Lo buscó Palermo a Riquelme, incluso después, cuando los abrazos se iban terminando, pero Riquelme no acudió al llamado: le estaba pasando la factura al goleador, también promotor de la llegada de su amigo Guillermo.

La alegría de los hinchas de Boca duró más. Y luego de que Chávez, tras aprovechar un rebote que dio Campestrini ante un remate desde el vértice del área de Gaitán, pusiera las cosas 2-0, la fiesta se generalizó. Con la ventaja que le dieron los dos goles, Boca aflojó la presión y se retrasó unos metros para acaso liquidarlo de contraataque. Si bien se encontró de pronto con la pelota, el equipo de Jorge Burruchaga carecía de claridad como para inquietar al arquero García, restituido por Pompei a la titularidad que había perdido con el renunciante Abel Alves.

Después del golazo de Riquelme en el arranque del complementario, la moral de jugadores, hinchas y cuerpo técnico fue súbitamente restituida. Hablado o no en el vestuario, en el festejo de este tercer gol de Boca hubo abrazo entre caciques. La jugada se había iniciado con un saque de arco de García, que Gaitán bajó y aguantó en la puerta del área, desde donde partió habilitado Riquelme para tirar la diagonal hacia afuera y con el ángulo complicado sacar el derechazo cruzado al segundo palo.
Tan flojo era lo de los de Sarandí, que nadie se inmutó cuando Gaitán picó habilitado a espaldas de los centrales y cuando estaba para definir mano a mano ante Campestrini, se la tocó a Palermo para que éste confirmara el baile y estirara su propio record a 220 goles con la camiseta de Boca, en un partido que pareció sacado de otro torneo.

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