Wilstermann cerca del fango

Juan Saavedra Verzati
La huelga de futbolistas de Wilstermann, pretextando impago salarial, deriva en la renuncia del presidente Orlando Jordán y el interinato del fiscal Víctor Hugo López, ex presidente del club, que no dejó de buscar su retorno, en un momento crítico futbolística y financieramente, repitiendo el riesgo de un posible descenso, y bajas recaudaciones últimas por el mal fútbol que desarrolla, obteniendo pésimos resultados, que ocasionaría su quiebra absoluta.

La huelga parece haberse manipulado. ¿Quiénes lo hicieron y con qué fines? El conflicto parece haber bajado súbitamente de temperatura ante el anuncio de una dimisión de Jordán a la Presidencia. Había tomado el mando sin gozar de la simpatía de los hinchas del club. La situación era difícil y él se animó a encarar el riesgo, ante la fuga de varios responsables del desastre. ¡He ahí su mérito!, por encima de los errores que ha podido cometer. Al salir Wilstermann del pozo traumático del descenso, todos pensaron que se armaría un plantel que evitaría una situación tan tomentosa; por eso se volcó su hinchada masivamente al estadio, apoyándolo desde aquellos infartantes momentos, para derivar desafortunadamente en algo peor.

De inicio se vieron ciertas actitudes impropias, como el ejercitar presiones al comenzar el torneo, con un Sanjurjo prematuramente endiosado al calor del desahogo del riesgo anterior de descenso, que a mitad del primer partido buscó su expulsión al intentar agredir al árbitro, repitiendo el drama que el pasado año iniciara el paraguayo Esteche, provocando enorme daño a Wilstermann, al recibir como sanción la suspensión de un año, sin opción a cubrir esa plaza al haberse completado el cupo de extranjeros. Sanjurjo, que probablemente quiere marcharse, habría repetido la historia de no mediar la intervención de un compañero suyo que impidió trabajosamente un contacto físico con el juez.

Jordán denuncia que Raimondi intentó agredirlo y que lo amenazó de muerte. El presidente ante sus reclamaciones le había señalado que era el menos indicado para exigir, por haber defraudado las expectativas depositadas en él. No mintió al espetarle con la verdad, aunque probablemente lo hizo de modo impropio. Raimondi negó ese extremo y puso a sus compañeros como testigos, quienes admitieron su versión. ¿Los coprotagonistas de la huelga, podrán inculpar a su compañero? Se derrumbaría el movimiento huelguístico; no debe olvidarse que buscaban la dimisión de Jordán. ¿Fue el motivo central de la huelga? Al parecer sí, según Orlando Jordán faltaban quince días para una medida semejante sea válida. Y ante el anuncio de dimisión del Presidente, el conflicto bajó la tensión y vio la luz, exigiendo que la renuncia sea presentada con prontitud y no el siguiente lunes, como había prometido.

López tranquiliza las turbulentas aguas y sin la paga inmediata exigida inicialmente, se resuelve el conflicto, o al menos encuentra el camino de la solución. El pleito parece tener conexiones oscuras que van más allá de la reclamación salarial. Sería aconsejable descubrir antes del desastre, si aún hay tiempo para evitarlo.

En lo futbolístico el clásico del domingo ya tiene un inconveniente serio para Wilstermann, su impreparación. Su plantel lleva parado dos días frente a su rival que aprovechó para adiestrarse mejor. Wilstermann está más urgido de una victoria que Aurora, porque nuevamente tiene el fantasma del descenso, y esta vez sería sin milagros. Vale ahora preguntarse sobre lo que podría el domingo suceder, de producirse un resultado adverso, para muchos muy probable. ¿Cómo se justificarán los huelguistas ante la hinchada? No resultará esta vez la excusa del infortunio por las situaciones de gol no finalizadas. Sólo queda, consecuentemente, ganar. No hay otra solución imaginable después del desatino de la huelga en crisis y jugando mal. ¿Será capaz el amotinado plantel de lograr una victoria frente a Aurora?

Quienes pretender sacar provecho de la crisis de Wilstermann están arriesgando todo. No jueguen al fuego que pueden quemarse. El descenso podría resultar el mal menor ante la deuda que inevitablemente sufrirá un incremento sustancial por bajas recaudaciones debido a la fatiga y el desengaño de los hinchas que abandona esa su condición de modo creciente. Y el peso de la derrota absoluta que nadie podrá ni querrá cargar, el club ingresará en el olvido después de haber alcanzado la mayor popularidad en el medio. Cochabamba habrá perdido lo último que le queda.

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