Marcelas, esto va por ti
Un niño de 11 años es el símbolo de la reforma sanitaria de Obama - Su madre murió de un mal cuyo tratamiento no pudo costear porque carecía de seguro
Yolanda Monge, El País
A primera hora de la mañana del lunes sonaba el teléfono en casa de los Owens en Seattle (Estado de Washington). Era la Casa Blanca. "¿Marcelas Owens?". "Soy Gina, su abuela". "Por decisión del presidente están ustedes dos invitados a la ceremonia de firma de la ley de la reforma sanitaria", se les informó. Abuela y nieto tuvieron el tiempo justo de lavar algo de ropa, preparar una maleta y volar de madrugada al día siguiente hacia Washington. Sobra decir que estaban emocionados.
Marcelas Owens, de 11 años, perdió a su madre cuando tenía siete. La mujer fue murió de una enfermedad cuyo tratamiento no pudo costear porque carecía de seguro médico. No tenía seguro porque perdió el trabajo. Perdió el trabajo porque estaba demasiado enferma para cumplir con sus horarios y obligaciones en un restaurante. Un círculo infernal. Tiffany Owens formaba parte de las estadísticas que dicen que 32 millones de estadounidenses no tienen cobertura sanitaria. Desde 2007 engrosó otra cifra, la de los muertos. Owens sucumbió a la enfermedad que un día, en la sala de urgencias de un hospital de Seattle, le dijeron que no podía ser curada pero sí tratada. Murió una semana más tarde. Tenía 27 años. Junto a Marcelas, otros dos pequeños se quedaban huérfanos. En las fotografías de esta familia nunca existió un padre.
El caso de este niño negro de mejillas regordetas que el pasado martes se vistió con su único traje -su corbata tenía prácticamente los mismos colores que la del presidente Obama- se hizo conocido al inicio del debate en el Congreso sobre la necesidad de una reforma del sistema sanitario. La senadora demócrata por el Estado de Washington, Patty Murray, puso a Owens y a su madre como ejemplo de la necesidad de un cambio profundo en la sanidad estadounidense. "Señor presidente, nuestro sistema de salud está quebrado", declaró Murray hace más de un año. "Está roto para madres como Tiffany, madres solteras que trabajan para sacar adelante a sus familias y a las que las compañías cobran hasta un 50% más en sus seguros de lo que cobrarían a un hombre".
"Hasta aquí hemos llegado", dijo la senadora. "Este es el momento", finalizó. Entre esas palabras y la aprobación en la noche del domingo pasado de la ley de la reforma sanitaria ha habido 14 largos meses llenos de agrios debates políticos; el surgimiento de un reaccionario movimiento denominado Tea Party, insultos, juego sucio, un presidente que se ha reinventado a lo largo del proceso y, finalmente, "una nueva era para América". Estados Unidos ha diseñado la reforma estructural más profunda del país en medio siglo. Aunque la nueva ley no supone la homologación de la sociedad norteamericana a los parámetros de justicia social que rigen en Europa, sí se acabará con la literalidad de dejar morir sin asistencia a millones de personas. Como fue el caso de Tiffany Owens.
La colérica extrema derecha, que últimamente tanto ruido hace y tantas amenazas efectúa, denuncia la prostitución que los liberales están haciendo de la figura de Marcelas y de la muerte de su madre. "Tu madre estaría muerta de todas maneras", le dijo indirectamente al niño Marcelas el vitriólico locutor de radio Rush Limbaugh. "El Obamacare no entra en vigor hasta 2014", proclamó. "Esto es simplemente explotación, un niño de 11 años forzado a contar su historia para beneficio del Partido Demócrata y de Barack Obama", insistió.
"¿Dónde estaba la abuelita cuando la mamá estaba enferma?", se preguntaba el otro gran agitador del miedo de las masas, el presentador de la Fox, Glenn Beck. "¿Dónde estaban todos esos izquierdistas que ahora pasean a Marcelas cuando su madre vomitaba sangre?", dijo Beck en su programa del pasado día 15.
Fuera de la tropa del Tea Party y de la extrema derecha que se ha conjuramentado para hacer fracasar el proyecto en el que sucumbieron desde Truman hasta Clinton, pasando por Johnson y Nixon, los Owens tuvieron sus 15 merecidos minutos de fama el pasado martes durante la ceremonia en la que Obama firmó con 22 plumas, letra a letra y garabato a garabato, la ley que introduce a EE UU en el primer mundo.
"Choca esos cinco, chaval". Ahí estaba Obama, ante las cámaras que retransmitían el acto al mundo, con la palma de su mano derecha dispuesta a golpear la mano del pequeño Owens. Cinco chocados. Misión cumplida, Mister president. Buena suerte Marcelas, porque hasta ahora el camino no lo has tenido fácil.
Yolanda Monge, El País
A primera hora de la mañana del lunes sonaba el teléfono en casa de los Owens en Seattle (Estado de Washington). Era la Casa Blanca. "¿Marcelas Owens?". "Soy Gina, su abuela". "Por decisión del presidente están ustedes dos invitados a la ceremonia de firma de la ley de la reforma sanitaria", se les informó. Abuela y nieto tuvieron el tiempo justo de lavar algo de ropa, preparar una maleta y volar de madrugada al día siguiente hacia Washington. Sobra decir que estaban emocionados.
Marcelas Owens, de 11 años, perdió a su madre cuando tenía siete. La mujer fue murió de una enfermedad cuyo tratamiento no pudo costear porque carecía de seguro médico. No tenía seguro porque perdió el trabajo. Perdió el trabajo porque estaba demasiado enferma para cumplir con sus horarios y obligaciones en un restaurante. Un círculo infernal. Tiffany Owens formaba parte de las estadísticas que dicen que 32 millones de estadounidenses no tienen cobertura sanitaria. Desde 2007 engrosó otra cifra, la de los muertos. Owens sucumbió a la enfermedad que un día, en la sala de urgencias de un hospital de Seattle, le dijeron que no podía ser curada pero sí tratada. Murió una semana más tarde. Tenía 27 años. Junto a Marcelas, otros dos pequeños se quedaban huérfanos. En las fotografías de esta familia nunca existió un padre.
El caso de este niño negro de mejillas regordetas que el pasado martes se vistió con su único traje -su corbata tenía prácticamente los mismos colores que la del presidente Obama- se hizo conocido al inicio del debate en el Congreso sobre la necesidad de una reforma del sistema sanitario. La senadora demócrata por el Estado de Washington, Patty Murray, puso a Owens y a su madre como ejemplo de la necesidad de un cambio profundo en la sanidad estadounidense. "Señor presidente, nuestro sistema de salud está quebrado", declaró Murray hace más de un año. "Está roto para madres como Tiffany, madres solteras que trabajan para sacar adelante a sus familias y a las que las compañías cobran hasta un 50% más en sus seguros de lo que cobrarían a un hombre".
"Hasta aquí hemos llegado", dijo la senadora. "Este es el momento", finalizó. Entre esas palabras y la aprobación en la noche del domingo pasado de la ley de la reforma sanitaria ha habido 14 largos meses llenos de agrios debates políticos; el surgimiento de un reaccionario movimiento denominado Tea Party, insultos, juego sucio, un presidente que se ha reinventado a lo largo del proceso y, finalmente, "una nueva era para América". Estados Unidos ha diseñado la reforma estructural más profunda del país en medio siglo. Aunque la nueva ley no supone la homologación de la sociedad norteamericana a los parámetros de justicia social que rigen en Europa, sí se acabará con la literalidad de dejar morir sin asistencia a millones de personas. Como fue el caso de Tiffany Owens.
La colérica extrema derecha, que últimamente tanto ruido hace y tantas amenazas efectúa, denuncia la prostitución que los liberales están haciendo de la figura de Marcelas y de la muerte de su madre. "Tu madre estaría muerta de todas maneras", le dijo indirectamente al niño Marcelas el vitriólico locutor de radio Rush Limbaugh. "El Obamacare no entra en vigor hasta 2014", proclamó. "Esto es simplemente explotación, un niño de 11 años forzado a contar su historia para beneficio del Partido Demócrata y de Barack Obama", insistió.
"¿Dónde estaba la abuelita cuando la mamá estaba enferma?", se preguntaba el otro gran agitador del miedo de las masas, el presentador de la Fox, Glenn Beck. "¿Dónde estaban todos esos izquierdistas que ahora pasean a Marcelas cuando su madre vomitaba sangre?", dijo Beck en su programa del pasado día 15.
Fuera de la tropa del Tea Party y de la extrema derecha que se ha conjuramentado para hacer fracasar el proyecto en el que sucumbieron desde Truman hasta Clinton, pasando por Johnson y Nixon, los Owens tuvieron sus 15 merecidos minutos de fama el pasado martes durante la ceremonia en la que Obama firmó con 22 plumas, letra a letra y garabato a garabato, la ley que introduce a EE UU en el primer mundo.
"Choca esos cinco, chaval". Ahí estaba Obama, ante las cámaras que retransmitían el acto al mundo, con la palma de su mano derecha dispuesta a golpear la mano del pequeño Owens. Cinco chocados. Misión cumplida, Mister president. Buena suerte Marcelas, porque hasta ahora el camino no lo has tenido fácil.