Irán ejecutó a 112 presos en las ocho semanas siguientes a la reelección de Ahmadineyad
Amnistía Internacional exige que China haga público el número de personas a las que aplica la pena de muerte
ÁLVARO CORCUERA - Madrid
Tras la reelección del ultraconservador Mahmud Ahmadineyad en las elecciones presidenciales del 12 de junio de 2009, Irán entró en una espiral represiva, al ejecutar por lo menos a 112 personas en las ocho semanas que pasaron entre la victoria del presidente y su investidura, el 5 de agosto. Los motivos fueron sobre todo políticos, aunque otros sufrieron la pena capital por relaciones extramatrimoniales.
Así lo denuncia Amnistía Internacional en su informe anual sobre la pena de muerte, que hoy se hace público en todo el mundo. En el citado documento, la organización, que lleva casi 50 años dedicada a la defensa de los derechos humanos en todo el planeta señala que Irán ejecutó por lo menos a 388 presos a lo largo del año pasado, 42 personas más que en 2008. Las cifras son sólo un mínimo que Amnistía ha podido certificar por sus propios medios, pero se cree que podrían ser muchas más. Irán, como muchos otros países que aplican la pena de muerte, no ofrece estadísticas oficiales.
"La mayoría de las ejecuciones tuvieron lugar tras un juicio que violaba las leyes internacionales y los estándares relativos a la pena capital", denuncia el informe. En Irán, las sentencias de muerte se aplicaron mediante dos métodos: horca y lapidación. Las ejecuciones suelen ser públicas. Behzad Naziri, iraní exiliado en Francia, explicaba recientemente, en el 4º Congreso Mundial contra la Pena de Muerte en Ginebra, el motivo: "Se trata no sólo de matar a una persona, sino de aterrorizar al resto, a los que miran".
Además, si hay algo en lo que se fija especialmente el informe es en la ejecución de personas que eran menores de edad en el momento en que cometieron el crimen. En 2009, Irán (5 casos) y Arabia Saudí (7) mataron a presos que eran menores de 18 años cuando fueron condenados.
En términos absolutos, China sigue siendo el país que más ejecuta. "En 2009, China volvió a negarse a dar datos sobre el uso de la pena de muerte, aunque pruebas de años previos y fuentes existentes indican que el dato se mantiene en los miles. China ejecutó a más gente que el resto del mundo junto", asegura Amnistía, que exigió a Pekín que haga públicas las cifras reales.
Tras China e Irán, le siguen los siguientes países en número de ejecuciones: Irak (120), Arabia Saudí (69), Estados Unidos (52), Yemen (30), Sudán (9), Vietnam (9), Siria (8) y Japón (7). Y salvo en EE UU y Japón, las cifras no son exactas. Sólo son un mínimo, ya que se cree que hubo más muertos en realidad. Según las cifras documentadas por Amnistía, al menos 714 personas fueron ejecutadas en 18 países, sin contar con China.
En el caso de EEUU, el dato más interesante para los abolicionistas fue que el año concluyó con el menor número de sentencias de muerte (106) desde 1977, cuando se reinstauró la pena capital en ese país tras cuatro años de parón.
Europa, mientras tanto, vivió su primer año en los últimos 50 sin ningún ejecutado. Bielorrusia, el último reducto de la pena capital, mantuvo su contador a cero.
En 2009, Togo y Burundi se sumaron al grupo de países (con ellos son 95) que no contemplan la pena de muerte en ningún caso en sus códigos penales. Además, 18 países llevaron a cabo ejecuciones, siete menos que en 2008.
ÁLVARO CORCUERA - Madrid
Tras la reelección del ultraconservador Mahmud Ahmadineyad en las elecciones presidenciales del 12 de junio de 2009, Irán entró en una espiral represiva, al ejecutar por lo menos a 112 personas en las ocho semanas que pasaron entre la victoria del presidente y su investidura, el 5 de agosto. Los motivos fueron sobre todo políticos, aunque otros sufrieron la pena capital por relaciones extramatrimoniales.
Así lo denuncia Amnistía Internacional en su informe anual sobre la pena de muerte, que hoy se hace público en todo el mundo. En el citado documento, la organización, que lleva casi 50 años dedicada a la defensa de los derechos humanos en todo el planeta señala que Irán ejecutó por lo menos a 388 presos a lo largo del año pasado, 42 personas más que en 2008. Las cifras son sólo un mínimo que Amnistía ha podido certificar por sus propios medios, pero se cree que podrían ser muchas más. Irán, como muchos otros países que aplican la pena de muerte, no ofrece estadísticas oficiales.
"La mayoría de las ejecuciones tuvieron lugar tras un juicio que violaba las leyes internacionales y los estándares relativos a la pena capital", denuncia el informe. En Irán, las sentencias de muerte se aplicaron mediante dos métodos: horca y lapidación. Las ejecuciones suelen ser públicas. Behzad Naziri, iraní exiliado en Francia, explicaba recientemente, en el 4º Congreso Mundial contra la Pena de Muerte en Ginebra, el motivo: "Se trata no sólo de matar a una persona, sino de aterrorizar al resto, a los que miran".
Además, si hay algo en lo que se fija especialmente el informe es en la ejecución de personas que eran menores de edad en el momento en que cometieron el crimen. En 2009, Irán (5 casos) y Arabia Saudí (7) mataron a presos que eran menores de 18 años cuando fueron condenados.
En términos absolutos, China sigue siendo el país que más ejecuta. "En 2009, China volvió a negarse a dar datos sobre el uso de la pena de muerte, aunque pruebas de años previos y fuentes existentes indican que el dato se mantiene en los miles. China ejecutó a más gente que el resto del mundo junto", asegura Amnistía, que exigió a Pekín que haga públicas las cifras reales.
Tras China e Irán, le siguen los siguientes países en número de ejecuciones: Irak (120), Arabia Saudí (69), Estados Unidos (52), Yemen (30), Sudán (9), Vietnam (9), Siria (8) y Japón (7). Y salvo en EE UU y Japón, las cifras no son exactas. Sólo son un mínimo, ya que se cree que hubo más muertos en realidad. Según las cifras documentadas por Amnistía, al menos 714 personas fueron ejecutadas en 18 países, sin contar con China.
En el caso de EEUU, el dato más interesante para los abolicionistas fue que el año concluyó con el menor número de sentencias de muerte (106) desde 1977, cuando se reinstauró la pena capital en ese país tras cuatro años de parón.
Europa, mientras tanto, vivió su primer año en los últimos 50 sin ningún ejecutado. Bielorrusia, el último reducto de la pena capital, mantuvo su contador a cero.
En 2009, Togo y Burundi se sumaron al grupo de países (con ellos son 95) que no contemplan la pena de muerte en ningún caso en sus códigos penales. Además, 18 países llevaron a cabo ejecuciones, siete menos que en 2008.