El Zaragoza se aprovechó de un Valencia huérfano

Mario Ornat, As
El Valencia de los bajitos es una matrioshka que oculta a Zigic. Esa discordia de estaturas permite a Emery variar su ataque el día que faltan Villa y Silva, como la niña que viste con chaqué y bañador a una muñeca recortable. La pelea de Jarosik y Contini por contener al ariete anticipó el musculoso combate hacia el que derivó el partido. En condiciones normales no debía ser sino lo que era, un choque tenso por las obligaciones de cada uno; en manos de Paradas Romero se convirtió en una bomba de tiempo de la que el Valencia salió muy mal parado. El Zaragoza reclamó un penalti, el asistente le señaló a Paradas otro de Contini, pero el árbitro se negó. Y, sobre todo, Zigic se fue expulsado antes del descanso.

Antes de irse, el serbio había podido definir el partido en dos cabezazos que revolotearon el gol. Mata tuvo la otra en un pase primoroso de Pablo Hernández. Pero el penalti no señalado subió la temperatura. Pese al esfuerzo de Banega, que movía la pelota con la ligereza de una libélula, el Valencia se perdió. Ya estaba huérfano de los pequeños artistas y también añoró al gigante.

Castigo.

Unai Emery no encontró una fórmula para reactivar a los suyos. Chori tardó en entrar. Mata y Pablo se extraviaron. Joaquín tendría una, pero el pastel se lo comió el Zaragoza. Primero lo sorprendió un disparo de Diogo. Luego percutió Jarosik. Finalmente Edmilson puso un balón templado que Arizmendi reventó en la red.

Paradas desautorizó un penalti que le señaló su asistente

El andaluz Paradas Romero no tuvo su noche. Cuando el partido caminaba por una línea tranquila, se comió un penalti de Dealbert por sujetar al chileno Suazo en el área y esa jugada desató un partido plagado de tarjetas, juego subterráneo y situaciones confusas. La mayor se produjo en el minuto 56', cuando el asistente le indicó a Paradas un penalti de Contini a Pablo Hernández, después de que el árbitro diera saque de puerta. Fue una penetración por el lateral del área del valencianista que cerró Contini yendo al suelo: cuando la pelota ya se le había ido por la línea de fondo, en la inercia de su esfuerzo defensivo Contini tiró a Pablo. El delantero pidió saque de esquina, Paradas dio puerta y el asistente le advirtió que había habido derribo y penalti. Paradas fue, regresó, volvió a ir, incendió la grada, se dejó rodear por jugadores de los dos equipos y, por fin, pitó saque de puerta. La desautorización fue el último desarme para el Valencia.

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