EDITORIAL: 'La Iglesia empeora'
La Iglesia católica está comprobando en carne propia que toda situación es susceptible de empeorar. Las revelaciones de un nuevo caso de pedofilia hechas ayer por el periódico norteamericano The New York Times, que apuntan directamente al cardenal Joseph Ratzinger –hoy Papa–, y las recogidas por la prensa alemana, que afectan también a la labor de Ratzinger en sus días de arzobispo de Múnich, alarman a la opinión pública y desconciertan a los fieles. Se sea creyente o no, es imposible no sorprenderse ante la única preocupación que parece haber tenido la Iglesia: encubrir a los pedófilos y ceñirse al derecho canónico, como si las víctimas no tuvieran derecho a una reparación pública y los victimarios pudieran eludir la aplicación del derecho penal.
Las explicaciones dadas por Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, abundan en esta extraña forma de afrontar la responsabilidad de los pedófilos. Es un disparate justificar la decisión de Ratzinger, a la sazón responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de no actuar contra el sacerdote Lawrence C. Murphy, que cometió abusos sexuales con unos 200 niños
sordos en el estado de Wisconsin, habida cuenta de su edad y estado de salud. Ni la caridad cristiana, por tantas razones digna de respeto universal, ni la responsabilidad cívica permiten comprender la línea de defensa elegida por Lombardi. De la misma manera, no es posible compartir la opinión del arzobispo Ratzinger cuando en 1980 dio cobertura a un clérigo, asimismo pedófilo, por el simple hecho de haberse sometido a tratamiento. La ejemplaridad moral de los pastores de la grey nunca se ha asociado a la eficacia de la farmacopea o del diván del psiquiatra. Editorial de El Periódico.
* La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.
Las explicaciones dadas por Federico Lombardi, portavoz del Vaticano, abundan en esta extraña forma de afrontar la responsabilidad de los pedófilos. Es un disparate justificar la decisión de Ratzinger, a la sazón responsable de la Congregación para la Doctrina de la Fe, de no actuar contra el sacerdote Lawrence C. Murphy, que cometió abusos sexuales con unos 200 niños
sordos en el estado de Wisconsin, habida cuenta de su edad y estado de salud. Ni la caridad cristiana, por tantas razones digna de respeto universal, ni la responsabilidad cívica permiten comprender la línea de defensa elegida por Lombardi. De la misma manera, no es posible compartir la opinión del arzobispo Ratzinger cuando en 1980 dio cobertura a un clérigo, asimismo pedófilo, por el simple hecho de haberse sometido a tratamiento. La ejemplaridad moral de los pastores de la grey nunca se ha asociado a la eficacia de la farmacopea o del diván del psiquiatra. Editorial de El Periódico.
* La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.