20 años de cárcel a ladrón cibernético
Redacción, BBC Mundo
El "hacker" de computadoras, Alberto González, fue encarcelado por 20 años en Estados Unidos por participar en el robo de datos de más de 130 millones de tarjetas de débito y crédito al tiempo que trabajaba para el servicio de seguridad de ese país.
El caso ha sido descrito como el mayor y más costoso ejemplo de cibercrimen en la historia estadounidense.
González, de 28 años, se declaró culpable de tres casos de fraude durante su juicio en 2009 por los cuales fue sentenciado separadamente este jueves y viernes a dos condenas simultáneas de 20 años.
Sus crímenes fueron de una audacia pasmosa, comenta el corresponsal de la BBC en Washington, Jack Izzard, y son la cruda ilustración de lo que puede suceder si detalles bancarios sensibles caen en las manos equivocadas.
González empezó infiltrando los sistemas de pagos computarizados que manejan las transacciones de cientos de comercios en EE.UU.
"Curiosidad y adicción"
Con la información descargada González sacó millones de cajeros automáticos.
Utilizando únicamente su computadora portátil, sentado en una tienda, plácidamente descargaba los detalles de las tarjetas de los clientes.
Con este método robó la información de 135 millones de tarjetas con lo que pudo retirar hasta US$200 millones de cajeros automáticos.
Irónicamente, durante todo este tiempo, el "hacker" estaba empleado como informante por el servicio secreto de Estados Unidos. Cuando sus crímenes se descubrieron, sus empleadores pasaron a ser sus fiscales.
González, que utilizó el dinero para comprar autos de lujo, un apartamento y un anillo de diamantes para su novia, explicó que se había dejado llevar por su "curiosidad y adicción".
Como parte de una negociación con la justicia entregó un millón de dólares que tenía escondidos en el jardín de sus padres.
González pudo ser condenado porque vivía en Florida, donde el servicio secreto lo pudo investigar. Sin embargo, trabajaba con dos socios rusos que continúan prófugos.
"Es muy difícil para nuestros agentes ir al extranjero y ponerle las esposas a un cibercriminal", expresó Dan Clements, de la empresa de seguridad Card Corps.
Además de tratarse de crimen internacional, esta nueva forma de reobo de bancos fuerza a las empresas a librar una batalla constante contra los "hackers" para proteger la información sensible.
"Los criminales se están volviendo cada vez más listos", advirtió Grant Geyer de la firma de seguridad en línea Symantec. "Los muros se pueden hacer más altos pero, con nuevas técnicas, los criminales encontrarán maneras de pasarlas por encima, por debajo o alrededor".
El "hacker" de computadoras, Alberto González, fue encarcelado por 20 años en Estados Unidos por participar en el robo de datos de más de 130 millones de tarjetas de débito y crédito al tiempo que trabajaba para el servicio de seguridad de ese país.
El caso ha sido descrito como el mayor y más costoso ejemplo de cibercrimen en la historia estadounidense.
González, de 28 años, se declaró culpable de tres casos de fraude durante su juicio en 2009 por los cuales fue sentenciado separadamente este jueves y viernes a dos condenas simultáneas de 20 años.
Sus crímenes fueron de una audacia pasmosa, comenta el corresponsal de la BBC en Washington, Jack Izzard, y son la cruda ilustración de lo que puede suceder si detalles bancarios sensibles caen en las manos equivocadas.
González empezó infiltrando los sistemas de pagos computarizados que manejan las transacciones de cientos de comercios en EE.UU.
"Curiosidad y adicción"
Con la información descargada González sacó millones de cajeros automáticos.
Utilizando únicamente su computadora portátil, sentado en una tienda, plácidamente descargaba los detalles de las tarjetas de los clientes.
Con este método robó la información de 135 millones de tarjetas con lo que pudo retirar hasta US$200 millones de cajeros automáticos.
Irónicamente, durante todo este tiempo, el "hacker" estaba empleado como informante por el servicio secreto de Estados Unidos. Cuando sus crímenes se descubrieron, sus empleadores pasaron a ser sus fiscales.
González, que utilizó el dinero para comprar autos de lujo, un apartamento y un anillo de diamantes para su novia, explicó que se había dejado llevar por su "curiosidad y adicción".
Como parte de una negociación con la justicia entregó un millón de dólares que tenía escondidos en el jardín de sus padres.
González pudo ser condenado porque vivía en Florida, donde el servicio secreto lo pudo investigar. Sin embargo, trabajaba con dos socios rusos que continúan prófugos.
"Es muy difícil para nuestros agentes ir al extranjero y ponerle las esposas a un cibercriminal", expresó Dan Clements, de la empresa de seguridad Card Corps.
Además de tratarse de crimen internacional, esta nueva forma de reobo de bancos fuerza a las empresas a librar una batalla constante contra los "hackers" para proteger la información sensible.
"Los criminales se están volviendo cada vez más listos", advirtió Grant Geyer de la firma de seguridad en línea Symantec. "Los muros se pueden hacer más altos pero, con nuevas técnicas, los criminales encontrarán maneras de pasarlas por encima, por debajo o alrededor".