Un 9 que es falso 9 y la falta de un plan

Agüero la rompe en el Manchester City, hace goles de todos los colores y aprovecha las cualidades que le brinda un equipo. Sin embargo, acá, en la Selección, hay que embarrarse: juega lejos del arco y lo mandan a fajarse con centrales de dos metros. Así, no.

Leo Farinella
Olé
Después de la genialidad de Sampaoli en el Mundial, cuando decidió jugar sin 9 o con falso 9 contra Francia, se puso de moda quejarse de la falta de presencia en el área contraria. El Kun Agüero es el extraordinario 9 goleador del Manchester City. Hace goles de todos los colores en un equipo que tiene el sello de Guardiola: juega bien con la pelota, tiene mucha posesión, casi siempre desembarca en campo contrario y genera muchas situaciones de gol.


El Kun aprovecha brillantemente todo lo que construye un equipo. Acá, en la Selección, hay que embarrarse: juega lejos del arco rival, tiene que fajarse en inferioridad física y numérica contra centrales de dos metros, recibe poco y nada y generalmente de espaldas para que lo castiguen, no hay velocidad ni juego por los costados para que los de adentro terminen, no hay volantes con cambio de ritmo que le lleguen... Hoy es fácil pegarle a Agüero pero la verdad es que va al muere. Lo que habría que preguntarse es si tiene la característica adecuada para lo que necesita la Selección o lo que puede el juego de la Selección hoy.

Es extraño el fútbol. Argentina no tiene un Duvan Zapata pero Colombia lo pone los últimos diez. Seguramente habrá una cuestión de peso de apellido, de liderazgo, pero el fútbol son momentos. De la lista disponible, tal vez sea Lautaro el más indicado para fajarse, pero también será una víctima si no hay un equipo que crea en un plan de juego, en una idea. Scaloni hizo una gran lectura de lo que pasó en el Mundial, dijo que en el fútbol de hoy se necesitaba más dinámica.

Cambió el mediocampo del equipo pero hoy seguimos carentes de volantes que puedan aportar cambio de ritmo. Lo del PT en el debut fue muy pobre, desde la idea y desde la presencia. Un equipo tímido y encapsulado en campo propio, con Di María tan por afuera que no participó y los dos viejos amigos más solos que en una desdichada noche de confesiones.

Nos cocinaron cuando mejor estábamos, una mejoría leve pero notoria ante la tibieza de la primera parte. Ahí tampoco vimos una Selección que mostrara presencia y reacción, como si los brotes verdes del cambio hubieran sufrido repentinamente la plaga del espíritu quebrado por tantos golpes recibidos en la cosecha anterior. Scaloni se nubló y se metió en el banco. Ahora es momento de reaccionar y pensar.

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