Tres muertos durante la jornada de caos desatada en Charlottesville por una manifestación racista

Una persona ha muerto después de que un coche embistiese a una multitud de peatones y dos agentes han fallecido en un helicóptero que se ha estrellado a las afueras de la ciudad

Pablo de Llano
Charlottesville / Miami, El País
El caos se ha apoderado este sábado de la pequeña localidad sureña de Charlottesville (45.000 habitantes, Estado de Virginia). La mayor marcha de supremacistas blancos en los últimos años provocó a mediodía enfrentamientos con contramanifestantes que han dejado un muerto (una mujer de 32 años), al menos 19 heridos y un número indeterminado de arrestados. El fallecimiento se produjo después de que un vehículo arrollase a un grupo de personas que caminaban por la calle. Lo hizo "de forma premeditada", informó la policía. El conductor ha sido detenido esta tarde. De momento no se ha revelado su identidad. También por la tarde, en un hecho conectado aún de manera incierta con lo sucedido por la mañana, un helicóptero de la policía se ha estrellado a 11 kilómetros de Charlottesville y en el siniestro han fallecido dos agentes, según ha informado el gobernador de Virginia, Terry McAuliffe.


En un recorrido de EL PAÍS al atardecer por el lugar de los hechos resaltaba el nerviosismo general de la normalmente apacible Charlottesville. Muchas vallas y un sinfín de policías armados y con máscaras antigás desplegados en las calles vacías, también posicionados en azoteas. "Es muy triste", decía Elke, de 53 años, una residente que paseaba paseaba a su perro cerca del Parque de la Emancipación, ahora blindado y donde estalló la violencia por la mañana.

El presidente Donald Trump ha condenado en una rueda de prensa los sucesos sin señalar la responsabilidad principal de los supremacistas, repartiendo implícitamente las culpas entre ellos y los contramanifestantes: "Condenamos en los términos más enérgicos esta indignante manifestación de intolerancia, odio y violencia en muchos lados", dijo. Su primera reacción había sido un mensaje en Twitter en el que afirmó: "TODOS debemos estar unidos & condenar todas las posturas de odio. No hay lugar para este tipo de violencia en América. ¡Juntémonos todos a una!". Miembros de su Partido Republicano como el senador Jeff Flake o la congresista Illeana Ros, a diferencia del presidente, han querido dejar claro su repudio al supremacismo blanco y lo han denunciado como tal en mensajes de Twitter.

El detonante de la violencia

El ayuntamiento había declarado ilegal el acto antes de su inicio. El Gobierno estatal ha activado el estado de emergencia y ha desplegado un fuerte contingente de cuerpos antidisturbios.

Bajo el lema Unir a la derecha cientos de miembros de la ultraderecha racista americana se han reunido en el Parque de la Emancipación para protestar por el plan de retirada de una estatua en homenaje a Robert E. Lee (1807-1870), general del Ejército Confederado durante la Guerra Civil que los extremistas de derecha reivindican como un símbolo histórico del poder blanco sureño que luchó contra los Estados del Norte sin éxito por mantener el sistema de esclavitud de los negros.

Los radicales racistas, incluidos elementos del viejo grupo de extrema derecha Ku Klux Klan, han mostrado banderas confederadas y coreado consignas nazis. En ambos bandos había individuos pertrechado con cascos y palos. Hubo intercambios de golpes e incluso se utilizaron gases pimienta y lacrimógenos en las agresiones.

Antes del mediodía ya se había desatado la situación de violencia, concentrada en el campus de la Universidad de Virginia. Entre los contramanifestantes destacaba la agrupación antirracista Black Lives Matter (Las vidas negras importan). Las escenas del coche fueron de una violencia notable.

El grupo antirracista Southern Poverty Law Center ha denunciado que la convocatoria ultraderechista supone “el mayor encuentro de odio en décadas”.

La situación se había comenzado a caldear este viernes por la noche cuando los primeros centenares de manifestantes supremacistas llegados a la ciudad se juntaron en el campus de la Universidad de Virginia, junto a una estatua de Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de EE UU, para lanzar sus primeros cánticos de protesta, con proclamas como “Las vidas de los blancos importan” o “No nos sustituiréis”, con un tenebroso desfile en la noche de Charlottesville con antorchas llameantes.

Un grupo de contramanifestantes acudió a repudiar la concentración de la víspera y allí también tuvieron lugar instantes de tensión entre un bando y otro. La policía tuvo que intervenir y al menos una persona salió esposada del lugar.

La policía estatal de VirginIa se preparó para la jornada de hoy con más de 1000 agentes. El Gobierno del Estado ha pedido a los ciudadanos que no se acerquen al punto más caliente, el Parque de la Emancipación. El alcalde Charlottesville, Mike Signer, ha rechazado el acto como “un desfile cobarde de odio e intolerancia”. Hace un mes la ciudad vivió otra jornada similar con una manifestación del Ku Klux Klan, motivada también por su oposición al proyecto de retirada de la estatua del general Lee, que terminó con 23 arrestados.

El movimiento supremacista blanco, conformado por una constelación de distintos grupúsculos cuya presencia es más significativa en estados sureños como Virginia, ha experimentado un repunte de actividad y visibilidad en los últimos tiempos al calor de la controversia en torno a los planteamientos de corte xenófobo y nacionalistas de Donald Trump. El concepto de alt-right (derecha alternativa) ha salido de las cloacas y se ha afianzado en los últimos meses con el auge de Trump. El republicano ha lanzado guiños a la derecha racista, que se siente reforzada tras su éxito electoral por las coincidencias con su retórica contra la inmigración y la corrección política.

El suceso en Charlottesville, una localidad rodeada de colinas verdes y conocida por acoger la Universidad de Virginia, es el incidente racial más grave en sus siete meses de presidencia.

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