May contraataca y extrema el discurso antiterrorista al final de la campaña

Crece la presión sobre la primera ministra al confirmarse que dos de los terroristas de Londres estaban bajo el radar de la policía

Pablo Guimón
Londres, El País
Los británicos acuden el jueves a las urnas con la seguridad nacional como gran protagonista de una campaña enrarecida. A las críticas del lunes a Theresa May por los recortes en la policía durante sus años al frente de Interior, se sumaron el martes las preguntas sobre si el Gobierno hizo lo suficiente para prevenir el ataque del sábado en Londres, que dejó siete muertos y 48 heridos, tras confirmarse que dos de los tres terroristas habían sido denunciados a las autoridades. Por la noche, la primera ministra ha reaccionado con dureza al asegurar que cambiará la legislación de derechos humanos, si es necesario, para combatir el terrorismo. "Me refiero a hacer más para restringir la libertad y los movimientos de sospechosos de terrorismo”, ha dicho. "Si nuestras leyes de derechos humanos nos lo impiden”, ha advertido, “cambiaremos las leyes para poder hacerlo”.


El domingo, apenas 12 horas después del atentado, Theresa May se dirigió a la nación desde la puerta del 10 de Downing Street y defendió que en Reino Unido “hay demasiada tolerancia con el extremismo”. Pero a medida que avanzaba la investigación, los hechos volvían a chocar con las palabras de la primera ministra. No fue un problema de tolerancia: las autoridades habían sido alertadas del extremismo de dos de los autores del ataque.

El problema es que consideraron que no representaban una amenaza inmediata para la seguridad o no tuvieron medios para cerciorarse de si lo eran.

La policía ha confirmado este martes la identidad del tercer terrorista muerto a tiros el sábado por la noche en Borough Market. Se trata de Youssef Zaghba, de 22 años, italiano de padre marroquí. Por la tarde, el fiscal boloñés Giuseppe Amato aseguraba que Zaghba había sido interceptado en el aeropuerto de Bolonia en marzo de 2016, cuando trataba de viajar a Siria vía Turquía, y la policía halló propaganda del Estado Islámico en su móvil. El sujeto no llegó a viajar ni pudieron presentarse cargos contra él, pero permaneció bajo el radar de la inteligencia italiana hasta que poco después se trasladó a Londres. En ese momento, ha segurado el fiscal italiano, fue notificado a Reino Unido como “posible sospechoso”.

La revelación redobla la presión sobre el Gobierno de Theresa May, después de que el lunes se confirmara que otro de los atacantes, Khuram Shazad Butt, británico de 27 años nacido en Pakistán, había sido denunciado en repetidas ocasiones a las autoridades británicas por su extremismo, del que incluso había hecho gala en un documental televisivo titulado Los vecinos yihadistas.

“¿Por qué no pararon al yihadista de la tele?”, se preguntaba el diario sensacionalista y conservador The Sun en su portada de este martes. La oposición invita desde el lunes a buscar la respuesta a esta pregunta en los recortes a las fuerzas de seguridad. Entre 2010 y 2016, años en que Theresa May fue ministra del Interior, el número de agentes de policía bajó en 20.000, un recorte del 14%. “No hay duda de que menos policías significa más peligro”, ha dicho el alcalde de Londres, el laborista Sadiq Khan, en una entrevista en la BBC en la que ha tachado los recortes a la Policía Metropolitana de “insostenibles”.

La primera ministra aseguró el martes por la mañana que comprende la preocupación sobre el fracaso de los servicios de inteligencia en prevenir el atentado. “El MI5 y la policía ya han indicado que revisarán cómo manejaron [el atentado de] Mánchester y esperaría de ellos que hagan lo mismo en relación con el del Puente de Londres”, dijo.

Ya por la noche, en un acto de campaña, ha pasado al contraataque con unas declaraciones de una dureza insólita. May ha defendido la necesidad de "hacer más para restringir la libertad y los movimientos de sospechosos de terrorismo”, aún cuando “no haya pruebas suficientes para presentar una acusación completa ante un tribunal". "Si nuestras leyes de derechos humanos nos lo impiden”, ha advertido, “cambiaremos las leyes para poder hacerlo”.

La primera ministra, en un acto de campaña en Slough, al sur de Inglaterra, ha añadido que las leyes protectoras de los derechos humanos no serán impedimento para imponer "penas de prisión más largas a personas condenadas por delitos de terrorismo" y "facilitar a las autoridades la deportación de extranjeros sospechosos a sus propios países".

El país ha sufrido tres ataques terroristas en tres meses. En todos, los autores estaban bajo el radar de los servicios de inteligencia. Khalid Masood, que el 22 de marzo mató a siete personas junto al Parlamento de Westminster, y Salman Abedi, que dos meses después mató a 23 en Mánchester, pertenecían al grupo de 20.000 extremistas que en algún momento han formado parte de una investigación. Khurum Butt, coautor del ataque el sábado, se encontraba un escalón más arriba de la pirámide: el de los 3.000 individuos que forman parte de alguna investigación abierta. Pero ninguno representaba, según las autoridades, una amenaza inminente.

Durante la campaña electoral la ventaja de May sobre los laboristas, según los sondeos, se ha reducido al mismo ritmo que su popularidad. Las últimas encuestas le dan ventajas que oscilan entre 12 puntos y uno. La amplitud del abanico, dicen los expertos, indica el alto número de indecisos. Y algunos estudios realizados después del atentado de Londres revelan que la seguridad nacional será un factor clave para quienes decidan su voto en los últimos días. Ese es un terreno en el que debería caminar segura la persona que durante más tiempo ha estado al frente del Home Office tras la Segunda Guerra Mundial. Pero, en esta campaña electoral que termina este miércoles, la realidad se resiste a seguir el guion escrito por May.

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