La OTAN y la UE intentan seducir a Trump en su primera visita a Bruselas

La Alianza planea integrarse en la coalición anti-ISIS para contentar al presidente de EE UU

Lucía Abellán
Bruselas, El País
Donald Trump, el presidente estadounidense que ha convertido el América primero en carta de presentación, visita este jueves dos de las principales organizaciones supranacionales del mundo: la OTAN y la Unión Europea. Aunque Europa no figuraba entre sus prioridades, Trump ha aprovechado su participación en la minicumbre que la Alianza Atlántica celebra en la capital belga, que alberga su sede, para citarse con los dos presidentes comunitarios. Tanto la OTAN como los líderes europeos confían en poder esquivar los desacuerdos —que son muchos— y convencer al mandatario estadounidense de que la cooperación da mejores resultados que el aislacionismo.


Nada de eso será fácil en la maratoniana jornada que le aguarda hoy a un dirigente poco dado a la diplomacia y el multilateralismo. Trump acude a su primer encuentro con el resto de jefes de Estado y de Gobierno de los países que conforman la OTAN, una cita que se concibió hace casi un año para dar la bienvenida al nuevo mandatario estadounidense —entonces todos los pronósticos apuntaban a que la invitada sería Hillary Clinton— y para inaugurar la nueva sede de la Alianza (aún inoperativa). Con esos reveses respecto a la expectativa inicial, la Alianza ha ideado una cita de poco contenido, destinada casi en exclusiva a mostrarle a Trump por qué merece la pena seguir implicado en la Alianza.
Preferencia por Macron

Frente a toda la pesada maquinaria de Bruselas, Trump ha dejado una muestra clara de dónde radican sus preferencias. El líder estadounidense apenas dedicará una hora a debatir con los dos presidentes de la UE, pero sí se ha procurado un marco más distendido -un almuerzo de trabajo- para conocer al nuevo presidente francés, Emmanuel Macron. Aunque su discurso liberal está en las antípodas del proteccionismo que defiende Trump, el multimillonario estadounidense ve ciertos paralelismos en sus trayectorias porque ambos han desafiado el sistema político tradicional en sus países. Está por ver si el almuerzo revela alguna otra coincidencia.

Como símbolo de esas ganancias que reporta a Estados Unidos la organización político-militar, el presidente inaugurará un pequeño monumento en la nueva sede que rinde homenaje a las víctimas del 11-S. Los atentados de 2001 en Nueva York y Washington fueron la primera y única ocasión en que la OTAN ha invocado el deber de asistencia mutua entre aliados. Y la cúpula aliada pretende que la Casa Blanca no lo olvide. Conscientes de que el nuevo líder norteamericano requerirá algo más que gestos, la Alianza aprobará dos decisiones que son consecuencia directa de las exigencias de Trump a los aliados.

A la demanda de que Europa gaste más en su propia defensa, la OTAN responderá adoptando planes nacionales de defensa que cada país tendrá que elaborar para detallar cómo piensa cumplir el objetivo común de destinar a este capítulo un 2% del producto interior bruto. Los aliados tendrán que dar cuentas anuales sobre el cumplimiento de esa senda. Hoy solo Reino Unido, Grecia, Polonia y Estonia alcanzan el objetivo.

La Alianza también intenta dar respuesta a la petición estadounidense de que se implique más en la lucha contra el terrorismo. Pese a las reticencias de países como Alemania, los aliados tienen previsto lanzar hoy una fuerte señal política: integrar formalmente a la OTAN en la lista de miembros de la coalición internacional contra el ISIS que lidera Estados Unidos. “Eso envía un importante mensaje de lucha contra el terrorismo, más a la luz de lo ocurrido en Mánchester, pero también proporciona una mejor plataforma para coordinar las actividades”, argumentó el miércoles el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, ante la prensa. Todos los países aliados participan ya en la coalición anti-Daesh y la organización proporciona apoyo logístico. Si se aprueba, esa pertenencia formal permitirá identificar aún más los objetivos de la OTAN con los de la coalición ideada por Washington en 2014.
Tres minutos

Para desterrar la idea de que se trata de una organización obsoleta y monótona, la OTAN ha previsto varias ceremonias —exhibiciones aéreas incluidas— que aporten dinamismo al encuentro. Y el secretario general pretende que, contrariamente a la costumbre, los líderes de los países aliados se ciñan a los tres minutos de intervención asignados durante la cena de trabajo que concluirá la jornada.

Porque a la hora de cena —a partir de las 18.00—, Trump llevará ya ocho horas de discusiones y celebraciones con líderes que en su mayoría le son desconocidos. Tras los encuentros celebrados el miércoles con el primer ministro belga, Charles Michel, y el rey Philippe, Trump comienza la jornada del jueves entrevistándose con Donald Tusk -el presidente del Consejo Europeo, que definió al líder estadounidense como una amenaza exterior para Europa- y con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Meses después de aquellos primeros baches, las instituciones comunitarias confían en tender ahora puentes con Trump. “Sin esconder los puntos de divergencia sobre cuestiones que continuamos hablando (el acuerdo del clima de París, el multilateralismo y la prevención de conflictos), queremos tener un diálogo abierto y constructivo”, avanzó la alta representante para la Política Exterior Europea Federica Mogherini.

En apenas una hora de reunión, Bruselas pretende encapsular dos o tres mensajes clave para el líder estadounidense, según explica un alto cargo comunitario: Estados Unidos y la UE son los dos grandes pilares del mundo libre y tienen el deber de entenderse. En comercio “se puede hacer mucho juntos”, pero también en política exterior (con posiciones comunes frente a conflictos como el de Siria o el de Ucrania). Y finalmente, los presidentes europeos esbozarán el mayor reto: la necesidad de que Washington continúe dentro del acuerdo de París, el marco internacional de lucha contra el cambio climático del que Trump estudia descolgarse.

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