Quinto día de protestas en Bolivia: la Central Obrera desafía al Gobierno tras la eliminación de la subvención a los combustibles
La medida aumentó los precios de la gasolina y el diésel, lo que desató el rechazo sindical y una huelga indefinida de los mineros estatales
El decreto en cuestión, identificado como Decreto Supremo 5503, fue promulgado hace poco más de una semana y dispuso el incremento del precio de los combustibles, con un alza del 86% en la gasolina y del 162% en el diésel respecto a los valores mantenidos con el subsidio.
Esta decisión del Gobierno de Rodrigo Paz generó una reacción inmediata de la COB, que resolvió intensificar las movilizaciones y extender la protesta a todo el país.
El máximo dirigente de la COB, Mario Argollo, declaró a EFE: “Este decreto está hecho para las transnacionales, empresarios, agroindustriales que se van a beneficiar, pero para el pueblo boliviano significa ajustarse más aún el cinturón”.
Durante el feriado nacional decretado por el Gobierno para incentivar el turismo a fin de año, las marchas recorrieron el centro de La Paz, concentrando la atención de la opinión pública y de los medios nacionales.
La COB convocó a un encuentro nacional y ratificó la realización de un paro general indefinido hasta lograr la abrogación del decreto. El secretario ejecutivo de la organización, Mario Argollo, expresó tras la asamblea: “Se ha determinado seguir con la movilización y con el paro general indefinido y escalonado. Ha sido la posición firme de las bases”.
Las marchas de la COB no lograron el respaldo de toda la población en La Paz y encontraron rechazo en parte de los ciudadanos, según testimonios recogidos por EFE. La dirigencia sindical insiste en que el objetivo es concienciar a la ciudadanía sobre el impacto de la eliminación del subsidio y sostiene que, una vez comprendidos los alcances del decreto, la población respaldará la protesta.
La eliminación de la subvención a los combustibles provocó un fuerte aumento en los precios internos, con la duplicación del valor de la gasolina y la triplicación del diésel.

El subsidio, uno de los mayores gastos del Estado boliviano, representaba un desembolso semanal de aproximadamente USD 60 millones para la importación de combustibles, en un contexto de baja producción nacional y caída de la renta petrolera.


