PSV 2 - Atlético 3 / El Atleti recuerda levantarse

Salió en el Philips Stadion con tres cambios (Ruggeri, Koke y Sorloth) y azuzado, necesitado de escapar de la versión de sí mismo fuera de casa, ante ese PSV que brotaba con Perisic y Man en el banco. El partido comenzó con los dos equipos disputándose la hierba alrededor del círculo central. Todo ocurría por ahí, sin dominador claro, salvo que una vez Sorloth se escapara (en fuera de juego), salvo que otra lo hiciera Dest para buscar a Til al espacio y que Pubill errara en la cobertura y, en el pase atrás, casi complicara a Oblak. Un aviso que quedaba colgado de la madera del portero esloveno como siguiente día por abrir en un calendario de adviento. No tardaría el PSV en volver por allí a recoger su regalo. En la foto, un sospechoso habitual: el Nahuel de todos los partidos. Alinearle es como insistir en jugar a la ruleta rusa aunque sepas que el disparo va a reventarte la cabeza. Y el partido.

La contra fue rapidísima. Los de Bosz salieron como si alguien les persiguiera, aunque no hiciera falta: corrían así solo porque Nahuel estaba delante. Y es transparente. Veerman dibujó un pase al espacio con cartabón y Driouech galopó para hacerse la enésima talla con la espalda de Nahuel, souvenir favorito de cada rival del Atleti. Mientras el argentino alzaba el brazo pidiendo un fuera de juego inexistente, el marroquí corría y corría libre hacia un Oblak que se equivocaba: en su salida hacia ningún lugar lo único que hizo fue abrirle la puerta al PSV. Til marcaría a placer. El PSV mandaba. El PSV controlaba. El PSV parecía un coche de fórmula 1 ante los del Cholo. Velocísimo en cada robo, imparable cuando tu frontera se llama Nahuel. O lo que es lo mismo: arena de playa, papel de cebolla, broma sin gracia. Tratar de frenar un huracán con un dedo de la mano. Driouech era su pesadilla. Libre a la carrera solo le faltaba tino al final.

Tardó tiempo el Atleti en dejar de parecer solo un equipo pintado. Sorloth amenazaba con sus movimientos, disputas y desmarques pero también con una pistola sin balas. Julián le servía un balón de gol a la cabeza que el noruego picaba demasiado mientras Simeone se lamentaba. Hasta antes del descanso su equipo no reaccionó, recordando que es el Atleti y que el coraje va en su himno. Se lo subió a las piernas Julián Alvarez después de que Giuliano le robara una pelota a Yarek para convertirla en un balón de oxígeno para su padre: Sorloth la recogió y, generoso y sabio, se la cedió a Julián para que marcara a puerta vacía. 1-1. Descanso.

Seguiría por la misma senda el Atleti al regresar el partido. Había aprendido a levantarse y no iba a volver a caer. Toda la velocidad del PSV en ataque tenía reverso. Su defensa, un drama. Y hasta Nahuel había logrado escapar del suyo. Un disparo que salió de su bota, seco y potente desde la frontal, fue el germen del 1-2. Kovar lo paró pero no lo blocó. Con la zurda, el rechace lo mandó Hancko a la red. El fútbol tiene eso: en un mismo partido es capaz de matarte y darte la vida a la vez. Redimido, el Atleti se dejó llevar por el baile de Sorloth, la brújula de Barrios y un Julián que se había mirado al espejo para recordar que es Julián Alvarez tras unos partidos perdido. Entre los tres cocinaron el 1-3.

Imperial el argentino en el centro y magistral el canterano en la conducción y el pase al noruego, quien coló la cabeza para marcar a contrapié. Mientras, Pubill alejaba holandeses de su área, en otra masterclass de cómo ser el mejor central de un equipo siendo lateral. Seguro y serio, puede formar con Hancko pareja de época. El PSV rondaba con la amenaza de un algodón de azúcar hasta que Perisic y Pepi le devolvieron los colmillos. Al Atleti ahora le tocaba sufrir: un córner lanzado por el primero provocó el 2-3 del segundo, con un remate ajustado al palo. El PSV tuvo el empate en Obispo, pero a Simeone en Eindhoven Dios le vino a ver: le rozó Ruggeri y falló a puerta vacía. El Atleti no soltaría su victoria, sus tres puntos de sutura. Y la noche ya en el Top-8.

Entradas populares