PSG 3 - Estrasburgo 3 / Del Mirandés a congelar al PSG

Panichelli, con un doblete, se viste de héroe en el empate a tres del Estrasburgo contra el Paris Saint-Germain, en un partido completamente loco.

Andrés Onrubia
As
Hace un año, Joaquín Panichelli era prácticamente, salvo para los feligreses de la Segunda División, un desconocido para el mundo del fútbol. El argentino jugaba en el Mirandés y todavía no había explotado definitivamente. Un año después, es el máximo artillero de la liga francesa, en uno de los equipos más ambiciosos del Hexágono ahora mismo, el Estrasburgo, que, gracias a un doblete del delantero, consiguió un heroico empate a tres en su visita a la casa del campeón de Europa. El PSG, que no pudo frenarle, consiguió empatar un partido que tenía prácticamente perdido en el minuto 60, cuando perdía 1-3 y el Estrasburgo acariciaba la victoria.

Las bajas y las masivas rotaciones de Luis Enrique no impidieron, a pesar de los interminables cambios de guion, que el campeón de Europa arrollara a su rival nada más comenzar el partido. La vuelta de Doué le dio un aire fresco al ataque parisino, sobre todo a Bradley Barcola, que aprovechó un servicio del mediocentro para materializar el primero de los de Luis Enrique.

Pero, a diferencia de otros partidos, en los que la mayoría de los rivales de la liga francesa se encierran incluso con 1-0 en contra, el Estrasburgo no renunció a su estilo y comenzó a llevar la voz cantante de la posesión. El empate no llegó antes porque un gigante Chevalier firmó una doble parada escandalosa, casi imposible, a un disparo de Enciso a bocajarro que ya iban a celebrar los alsacianos.

El Estrasburgo es un equipo joven, alegre y con las ideas muy claras. No pregunta, ejecuta. No duda, actúa. Y Panichelli, un avión en los centros laterales, máximo goleador de la liga francesa, se impuso a un flojo Zabarnyi para empatar una contienda que el PSG, sorprendentemente, no supo dominar.

En esa anarquía en ciernes, en ese ida y vuelta frenético entre ambos equipos, apareció un genio, Valentín Barco, para inventarse un pase picado, una de esas acciones que levantan a un estadio al unísono, para que Moreira rubricara el 1-2 del Estrasburgo. El PSG era un castillo de naipes. Las rotaciones de Luis Enrique, masivas, esta vez no surtieron efecto.

El partido se convirtió en un correcalles sin apaciguamiento. No hubo ni un segundo de descanso. Los dos equipos, sin rodeos, se batieron sin concesiones. El Estrasburgo, en vez de recular, salió con hambre del túnel de vestuarios y puso tierra de por medio. El 1-3, firmado por un omnipresente Panichelli, parecía sentenciar la contienda, pero todo lo contrario.

Porque el PSG declinó rendirse y volvió a la carga como si no hubiera un mañana. Doué, que sería destituido después, provocó un penalti de Penders que transformó Gonçalo Ramos. A partir del 2-3, el Parc rugió y a los jugadores del Estrasburgo les entraron las dudas y el miedo. Y en ese momento de zozobra, el campeón de Europa te hunde.

Fue Mayulu, en el enésimo error defensivo de la noche, como si no encajar gol premiara, el que hizo el 3-3. El Estrasburgo llegó incluso a tener el cuarto minutos después, en un remate de cabeza de Panichelli que se marchó lamiendo el poste. Un 3-3 agridulce para el Estrasburgo, que rozó la victoria, y un empate que puede quitarle el liderato al PSG.

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