Barcos, aviones y marines: así es el despliegue militar de Estados Unidos frente a Venezuela
Ocho buques de guerra, cazas F-35 y más de 6.000 efectivos transformaron el Caribe en escenario de poder. Washington habla de lucha contra el narcoterrorismo y Caracas sostiene que es una amenaza a su soberanía
A pesar de la falta de cifras oficiales por parte de las autoridades estadounidenses, se sabe que los destructores y cruceros navegan con misiles de crucero Tomahawk, proyectiles con alcance de varios cientos de kilómetros.
Un submarino de la Marina estadounidense, el USS Newport News, también patrulla la región, preparado para operaciones similares.
Junto a la presencia naval, la aviación militar aporta un contingente de avanzada: un escuadrón de jets F-35B Lightning II fue avistado en Puerto Rico a mediados de septiembre, y drones MQ-9 Reaper de la Fuerza Aérea —capaces de transportar hasta ocho misiles guiados por láser y operar a largas distancias— han sido detectados por satélites y observadores militares en la zona.
Además, aviones de patrulla marítima P-8 Poseidon operan desde la región caribeña, reforzando la vigilancia aérea. El ejército estadounidense publicó este mes imágenes de un AC-130J Ghostrider estacionado en Puerto Rico, una aeronave diseñada para ataques de precisión con artillería pesada. En paralelo, la Fuerza Aérea estadounidense desplegó bombarderos B-52 Stratofortress sobre el Caribe, en lo que el Pentágono calificó como una “demostración de ataque de bombarderos”.
El número total de marineros y Marines desplegados supera los 6.000, de acuerdo a estimaciones oficiales. Sin embargo, no hay información precisa sobre la cantidad de drones, aviones o personal terrestre que complementa la operación, lo que deja en incógnita el alcance real del contingente militar.

Este aumento de presencia militar coincide con recientes declaraciones del presidente Trump, quien aseguró durante una rueda de prensa que el dictador venezolano Nicolás Maduro “no quiere joder con Estados Unidos”. El comentario tuvo lugar tras un ataque en el Caribe contra un presunto submarino de narcotraficantes, que dejó dos muertos y motivó el rescate y retención de dos supervivientes en un barco de la Armada estadounidense.
Trump calificó la campaña como una respuesta a una supuesta amenaza narcoterrorista vinculada a Maduro, afirmando ante la prensa internacional que el líder venezolano habría ofrecido “todo”, incluyendo los recursos naturales del país, para asegurar un acuerdo con Washington. La Casa Blanca no brindó detalles adicionales sobre posibles negociaciones, y el Ministerio de Comunicación de Venezuela no respondió de inmediato a las consultas de los medios.
Además, la tensión se agravó tras la revelación, por parte de Trump, de que había autorizado a la CIA a realizar operaciones encubiertas en Venezuela. Maduro rechazó tajantemente las acusaciones, denunciando los recientes ataques a embarcaciones como un pretexto para violar la soberanía venezolana y el derecho internacional.
Por otra parte, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió sobre los riesgos de una “intervención extranjera” en América Latina, sin mencionar explícitamente a Estados Unidos y Venezuela. Durante la entrega de cartas credenciales a embajadores extranjeros en Brasilia, Lula subrayó la prioridad de mantener la región como zona de paz y expresó preocupación por la “creciente polarización e inestabilidad”.
Desde hace meses, la administración Trump sostiene que el despliegue militar es parte de la lucha contra el tráfico de drogas. Según cifras difundidas, Estados Unidos ha destruido varias “narcolanchas” cerca de las costas venezolanas, resultando en al menos 27 muertos. Al mismo tiempo, el régimen de Maduro lanzó ejercicios militares por diversas regiones del país como respuesta al potencial riesgo de una intervención militar extranjera.


