Un regreso amenazante: Rusia teme que sus veteranos traumados desaten una ola de violencia y caos social
Informes internos alertan que la vuelta de los soldados podría disparar crímenes violentos, alcoholismo y tensiones económicas que recuerdan al caos posafgano de los años 90
Entre los combatientes se cuentan soldados profesionales, reclutas movilizados, voluntarios, mercenarios del Grupo Wagner e incluso convictos liberados a cambio de enrolarse. Muchos vuelven con traumas psicológicos, adicciones y una experiencia bélica que puede volverse contra la propia sociedad.
Putin los presenta como “la élite genuina de Rusia” y promueve su exaltación como héroes patrióticos. Sin embargo, informes internos advierten que el regreso masivo podría disparar crímenes violentos, alcoholismo y tensiones económicas.
El fantasma de los años 90 es inevitable: entonces, el retorno de los afgantsy —los veteranos de Afganistán— estuvo acompañado de un repunte de homicidios, expansión del crimen organizado y protestas que debilitaron al Estado. “El Kremlin quiere evitar a toda costa que se repita esa historia”, advirtió el analista británico Mark Galeotti, quien alertó: “El país está entrando en territorio desconocido. Nunca antes había regresado un contingente tan grande de veteranos, y el Kremlin tendrá que manejar con cuidado lo que podría convertirse en una bomba social”.
El regreso más temido: los convictos indultados del frente
Los desafíos de reintegrar a los veteranos no son exclusivos de Rusia. Una parte sustancial de los 2,7 millones de estadounidenses que sirvieron en Vietnam, por ejemplo, sufrió problemas psicológicos y de adaptación, según el Departamento de Asuntos de Veteranos de EEUU. Pero en Ucrania existe una diferencia clave: tanto Rusia como Kiev desplegaron convictos en el campo de batalla.
Datos del servicio penitenciario ruso y de los servicios de inteligencia ucranianos indican que Moscú ha reclutado entre 120.000 y 180.000 presos desde 2022. Los primeros en regresar han sido, en su mayoría, convictos indultados, heridos graves o combatientes demasiado mayores para continuar. Pero la gran mayoría del ejército —Putin afirmó que casi 700.000 soldados combaten actualmente en Ucrania— permanece en el frente.
Un crimen que encendió las alarmas
La preocupación se volvió tangible con el caso de Azamat Iskaliyev. Condenado a nueve años de prisión en 2021 por asesinar a su esposa, fue liberado en 2022 para luchar en Ucrania. Tras seis meses en el frente recibió el indulto y regresó a su ciudad natal. En octubre de 2023, atacó a su exnovia en la tienda donde trabajaba y la apuñaló más de 60 veces. En julio de este año fue condenado nuevamente, esta vez a 19 años de cárcel.
El crimen estremeció a la opinión pública y se convirtió en símbolo de los riesgos de reintegrar a miles de convictos liberados. Desde 2023, el Ministerio de Defensa endureció las reglas: ya no basta con seis meses de servicio para obtener la libertad. Ahora, tanto convictos como reclutas contratados deben seguir combatiendo hasta el final de la guerra, después de que las autoridades consideraran injusto que los delincuentes recibieran condiciones más favorables que los voluntarios.
Cifras ocultas y tensiones económicas
Medios independientes como Verstka —designado “agente extranjero” por Moscú en 2023— documentaron casi 500 casos de civiles víctimas de delitos cometidos por veteranos: al menos 242 muertos y 227 heridos. Aunque las cifras no han sido confirmadas oficialmente, reflejan una tendencia difícil de ocultar.
En paralelo, surgen dudas sobre la adaptación económica. Los soldados reciben en el frente salarios muy superiores al promedio nacional. Para muchos, regresar significará una drástica caída en su nivel de vida.
Un recluta de Moscú, por ejemplo, puede ganar en su primer año en Ucrania unos 5,2 millones de rublos (65.000 dólares), incluyendo una prima inicial de 1,9 millones de rublos (24.000 dólares), casi equivalente al salario medio anual en la capital.

Estrategia de reinserción y control
Para prevenir una crisis, Putin impulsa programas como El tiempo de los héroes, que prepara a veteranos para roles de liderazgo civil. Decenas de excombatientes ya ocupan cargos en parlamentos regionales, gobiernos locales y la administración presidencial.
Un condecorado comandante de tanques, Artur Orlov, fue designado líder del movimiento juvenil “La Primera”, mientras que Artyom Zhoga, excomandante de batallón, fue nombrado representante especial del presidente en los Urales. Otros cuatro veteranos trabajan en la administración presidencial y varios tienen escaños en la cámara alta del Parlamento.
En una reunión con ellos en junio, Putin explicó el objetivo: “Las personas que tomaron la decisión consciente de servir a la Patria y con ello alcanzar el éxito personal deberían ocupar gradualmente ciertos puestos”.
El mandatario ya tuvo una peligrosa muestra del caos que pueden provocar las fuerzas desatadas en Ucrania: el motín del Grupo Wagner en junio de 2023, liderado por Yevgeny Prigozhin, que marchó hacia Moscú y puso en jaque a la cúpula militar.
La apuesta del Kremlin es orientar la energía y el prestigio de los veteranos hacia la política y el aparato estatal, antes de que se transformen en violencia o en una fuerza opositora.
Un futuro peligroso
Expertos coinciden en que Rusia afrontará años de tensión social con el retorno progresivo de sus tropas. Aunque algunos creen que la magnitud del desorden difícilmente alcance la de los 90, otros advierten que podría ser aún peor. Gregory Feifer, autor de La gran apuesta, sobre la invasión soviética a Afganistán, señaló que la guerra en Ucrania es mucho más sangrienta: “Las cifras actuales son muchísimo mayores. Estamos hablando de un conflicto más encarnizado”.
Galeotti, en cambio, considera que los problemas no llegarán “al nivel de los salvajes años 90”, pero advirtió: “Dado que hay muchos más ‘ucranianos’ que ‘afganos’ en proporción a la población, temo que se avecinan tiempos realmente difíciles”.