Locura en la maratón: campeón del mundo tras 42,195 km por... ¡¡¡tres centésimas!!!
El tanzano Simbu adelanta al alemán Petros sobre la línea para un ‘empate técnico’ con ‘foto finish’ nunca visto en la historia. El italiano Aouani, bronce.
AsCuarenta y dos mil ciento noventa y cinco metros corriendo para entrar exactamente dos atletas en 2h09:48. ‘Foto finish’ para determinar el ganador. Un suceso nunca visto en la alta competición ha acaecido en Tokio. Resuelto por... tres centésimas. Menos que lo que le sacó el jamaicano Seville a su compatriota Thompson en la final de 100 metros. La maratón masculina de los Mundiales ha presenciado un hecho inaudito, difícil de explicar que el alemán Amanal Petros (30 años) tardará varias vidas en olvidar. Tras entrar en el Estadio Olímpico junto al tanzano Alphonce Felix Simbu (33) y el italiano Illiass Aouani (29) para los 350 metros finales de la distancia de Filípides, el germano pegó un cambio espectacular que dejó clavado al transalpino y alejando al africano... pero la recta final se le hizo larga. Le sacaba ocho metros metros a falta de 35, pero zancada a zancada perdía la ventaja y la potencia de Simbu le llevó a entrar a la par en la meta. Ojos a los monitores gigantes, mismo cronometraje... pero el primer puesto era del tanzano. Primera medalla de oro para su país en Mundiales o Juegos Olímpicos.
Simbu, segundo en la Maratón de Boston 2025 y bronce en los Mundiales de Londres 2017, nació en Singida y sus inicios fueron, como no podía ser de otra manera, humildes. “Empecé con un entrenador que era profesor en la escuela primaria. Me dijo que un día correría bien. Siempre escuché a la gente decir que iban a ir al Mundial y me dije a mí mismo: ‘Algún día estaré”. Empezó en distancias más cortas, pero tras ser doblado por el 70% de sus rivales en una prueba de 1.000 metros en Etiopía decidió, en 2015, decidió dar el paso a la maratón bajo la supervisión del entrenador del equipo nacional Francis John. Entrena en Arusha, al oeste del Kilimanjaro, a una altitud de 2.400 metros. Dos sesiones por día todos los días, excepto el domingo, cuando Simbu descansa y asiste a la iglesia. “Nunca enferma ni se lesiona. Nunca dice que no puede hacer algo porque sea difícil”, afirma John. Y se ha convertido en una referencia para los jóvenes de su país.


