Atlético 2 - Villarreal 0 / Victoria con heridas
El Atleti venció al Villarreal con los goles de Barrios y el debutante Nico. Le Normand y Hancko pidieron el cambio y Julián se fue al descanso “por precaución”.
AsSalió el Atleti a este partido como si todos los jugadores del Cholo fuesen un solo hombre por un único objetivo: el de la supervivencia. A por esa victoria que calmara. Los nervios y la ansiedad por su falta. Once piernas convertidas en una. Con la presión de los resultados llevados a la hierba, altísimos los jugadores. Un Atleti al fin reconocible en el Día de sus Peñas. Azuzado por las fauces de la tabla, presionando al Villarreal en la salida, arrollándole. Con cuatro cambios en un partido entre selecciones y la Champions, Nico Gonzalez del mercado al once y Griezmann y Koke titulares por primera vez esta 25-26. La old school siempre es la good school. Y a ella han de subirse los nuevos.
El capitán, inmenso, mandaba y dirigía solo frente a la pareja a la que Marcelino le daba también por primera vez la titularidad con la cabeza quizá en Europa: Parejo junto a un viejo conocido de regreso a la Liga y la que fue su casa, Thomas. Cuatro eran también las novedades del Villarreal: ellos más Mikautadze, que también debutaba, y Renato Veiga, que jugaba en el Metropolitano pero como rival. Como Mouriño. Todos a merced del viento rojiblanco. A los del Cholo solo les faltaba tino. Hasta que Giuliano asaltó a Cardona.
Los de Simeone ganan, 2-0, al conjunto de Marcelino. Barrios y el debutante Nico, los goleadores. Julián Álvarez se retiró en el descanso “por precaución”, Le Normand y Hancko pidieron el cambio.
En realidad solo tuvo que presionarle un poco para hacer clic y que el plan de Marcelino saltara por el aire. Su pase atrás le llegó a Julián que, ante el portero, se inventó una asistencia: sin mirar encontró a Barrios, que le rebasó por la izquierda para entrar al área como una exhalación y patear esa pelota a placer... Y a la red. Los nervios, a la jaula. Aunque el Villarreal pareciera quitarse de encima el dominio del Atleti con dos ocasiones seguidas de Moleiro, que solo ante Oblak volvió de vacío, cruzó demasiado, justo después de que Giuliano perdonara el 2-0 al finalizar una contra fabricada por Llorente, Barrios y Julián cuando lo tenía todo a favor.
El Submarino, embotellado bajo la cábala del Cholo que mejor le ha funcionado siempre: morir con los suyos. Esos Griezmann y Koke que son sus Adán y Eva, los dos jugadores más importantes sobre los que contar la historia de sus 14 años en este banquillo. Koke y Griezmann para cerrar la puerta al huracán de la falta de victorias. Uno movía y ordenaba y el otro cosía las líneas, bajando a recibir cerca de Barrios. Qué ingrato el paso del tiempo pero aún más quien olvida lo que tanto alguien le dio. Pero el Cholo no es de esos. No, el Cholo no. El descanso llegó, sin embargo, con un remate de Pépé a la cruceta de Oblak para demostrar que este Submarino, de hundido nada. Los últimos minutos de la primera parte habían sido amarillos. De Marcelino.
El partido regresó justo en ese punto. El Villarreal con mando, el Atleti, sobreviviendo casi. Y sin Julián en el campo, sustituido al descanso (“por precaución”). En su lugar, Sorloth. Y el Submarino en el área de Oblak con el periscopio en alto. Primero Buchanan, tras tirarle un caño a Ruggeri y zafarse de Nico Gonzalez con dos toques. Después Cardona, con un centro tenso que obligó a Oblak a sacarlo de un manotazo tras dudar en la salida. Entonces cogió la moto Llorente y armó esa contra que terminó con Sorloth haciendo de pantalla ante Luiz Junior para que Nico se comiera a Mouriño para cabecear su centro. 2-0. ¿Existe mejor manera de aterrizar en un equipo? Sin ser gigante, es un Raúl García: un futbolista que siempre va bien de cabeza, voluntarioso e intentándolo todo el tiempo, una pesadilla para Mouriño, que en la primera parte ya bordeó el penalti con un empujón que había sido más que una carga sobre el argentino.
El Villarreal volvía a quedarse opacado ante el regreso de la añorada contundensia rojiblanca. Con el Atlético sin dejar de robar en la medular, a Marcelino el vino se le hacía vinagre: haría un triple cambio (Comesaña, Gueye y Ayoze dentro) sin poso después de que Le Normand cayera de espaldas como un tablón tras una disputa por alto con Thomas. No terminaría el partido, levantando el brazo del cambio solo un minuto después de que Ruggeri y Nico, al que se le subieron los gemelos, hubieran abandonado. Como Hancko, derribado a los cuatro minutos por la enésima de Mouriño y con la mano arriba también hacia la salida con el médico. En esa primera victoria que es bálsamo. Pero con heridas.


