Si Russo está del lado de los dirigentes, pierde el vestuario

Los dueños de ese espacio íntimo son los jugadores, no el técnico ni el presidente. No están bien las filtraciones. El primer paso para volver a ganar es arreglar eso.

Cristian Traverso
TyC
Dentro de la profunda crisis que atraviesa Boca, hay un problema futbolístico que no está claro cómo va a solucionarse. Pero por otro lado sí se puede empezar por otras cuestiones que hacen a la disciplina y a la convivencia interna, del grupo, y al manejo del día a día.

Lo de Merentiel luego del cambio del revuelo estaba pendiente y se solucionó fácil con un pedido de disculpas mutuo. Pero ahora hay una situación con tres jugadores que quedaron fuera del vestuario y eso activó la alarma. Sobre todo por cuestiones de justicia y equidad. Me pregunto, por ejemplo, qué pensará dentro del vestuario alguien que ve que a algunos se los sanciona pero a otro no, o cuando ve que alguien se la pasa seis meses sin jugar y de repente aparece de titular en un partido trascendente y el caso contrario -que alguien viene jugando y de pronto desaparece.

Peor se pone cuando se sospecha de la injerencia del presidente sobre las decisiones del cuerpo técnico y cuando comienzan a aparecer rumores y filtraciones de todo tipo a partir de un lugar que debería ser sagrado para los jugadores y que es el vestuario. Los jugadores no son boludos, perciben cuándo un entrenador no tiene autoridad o cuando notan la intromisión de alguien externo que quiere hacer valer su voz. Aunque nada de todo esto justifique que luego en la cancha no puedan dar tres pases seguidos.

Esta no es la primera vez que el técnico decide en función de órdenes que dan otros. Recordar, si no, lo que sucedió con Pol Fernández en su etapa anterior. Lamentablemente, al poco tiempo Russo también estaba afuera. Y hoy, siento que el técnico vuelve a poner a la dirigencia por encima de los jugadores, de su vestuario, y eso está mal porque el entrenador no pertenece a la dirigencia. Todo lo contrario, se debe al grupo, al plantel.

Se sabía de antemano que algunos jugadores no iban a ser tenidos en cuenta, pero hay un problema de tiempos y de comunicación. Si se hubiera hecho todo dentro del lapso habilitado, podían haber areglado su salida. O sea, en lugar de dejarlos que sigan jugando en otro lado, los castigan y eso no está bueno. No se impone respeto con el látigo, deberían saberlo bien Román y los integrantes del Consejo ya que todo ellos fueron jugadores. Y yo valoro a los que se quieren ir a jugar en otro lado, prefiero a esos antes que a los que eligen quedarse para seguir cobrando.

Rojo no puede ni entrenar con el plantel, un grupo donde debe tener amigos, jugadores con los que seguramente comparte muy buena relación. Y hay que ver cómo cae en ellos esto que está sucediendo. Las salidas siempre generan secuelas. Marcos llega a este punto por una indisciplina, por faltar a un entrenamiento, por un asado en el que habló mal de Riquelme y del Consejo. Alguien le contó todo eso al presidente, y el quilombo está ahí. Si el vestuario no se arregla...

Hay tipos que para Román son intocables y ahí tenés otro quilombo. Fabra, sin ritmo luego de seis meses sin jugar, de pronto aparece de titular. Y uno empieza a percibir cosas, les pasa a los de adentro y los de afuera. Ojo, que esto no es contra Frank. Pero alguien va a pagar los platos rotos: si el técnico está con la dirigencia, pierde el vestuario. El entrenador siempre debe estar junto a los jugadores porque los dirigentes, cuando te quieren echar, te pegan una patada. Jamás los dirigentes pueden estar por encima del grupo.

Y hay otra cuestión, que va para los dirigentes: a veces hay que tomar distancia y delegar. Si no, nunca van a tener un vestuario sano. Lo mejor es que el vestuario se recomponga solo con los que lo habitan, que haya un careo y se digan todo lo que se tienen que decir. Y ahí hay que bancarla, porque si de lo que se habó puertas adentro se entera el presidente, está mal. Ese es el primer paso: si lo solucionan, los triunfos van a venir. Los dueños del vestuario son los jugadores y son ellos los que tienen que arreglar esto. Así que Russo, quedate cerca de los futbolistas: son ellos los que te van a dar alegrías, no el presidente. Ojalá se den charlas firmes, cara a cara. Y si hay que defender a un compañero, defiéndanlo. Porque cuando un tipo va a preguntar por los premios, no va representándose solo a él mismo sino en nombre de todos los demás.

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