¿La amistad en crisis? Cómo los vínculos personales se redefinen en la era virtual
En 1990, apenas el 3 % manifestaba no tener compañeros cercanos. Para 2021, ese valor se cuadruplicó y, ahora, una investigación reveló que cada vez más personas disfrutan de transitar caminos y dinámicas individuales
InfobaePara muchas personas resulta casi impensable imaginar una vida sin amistades. Sin embargo, otros optan por prescindir de ese tipo de vínculo. Según diversos estudios, la cantidad de personas sin amigos aumentó con el tiempo: en la década de 1990, solo el 3% de la población reportaba no tener amigos; para 2021, esa cifra se elevó al 12%.
Un estudio realizado en 2025 y publicado por Canadian Review of Sociology reveló que la mayoría de los encuestados expresaba tener pocos o ningún amigo. Los investigadores entrevistaron a 21 personas de entre 18 y 75 años que se identificaban con esta realidad.
Algunos de los participantes describieron la falta de amistades como una experiencia dolorosa, mientras que otros valoraron su independencia y el disfrute del tiempo en soledad.
Influencias culturales y expectativas sociales

De acuerdo con Psychology Today, la manera en que se procesa la ausencia de amistades está profundamente marcada por las expectativas culturales. En América del Norte, por ejemplo, se presenta una paradoja: aunque se valora la autosuficiencia, también se idealiza la conexión social. Esto puede generar una tensión interna en quienes no cumplen con ambos estándares sociales.
Este fenómeno afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque las experiencias pueden diferir debido a las normas de género.

El estudio también advierte que la desconexión social no debe entenderse únicamente como una falencia individual. Factores estructurales, como el agotamiento provocado por las exigencias laborales, las dinámicas digitales y la fragmentación de las comunidades, influyen directamente en la posibilidad de crear y sostener vínculos auténticos.
En ese sentido, optar por tener pocas amistades puede ser una decisión consciente. Algunas personas ven en ello una oportunidad de crecimiento personal. Esta visión se refleja en los testimonios recogidos en la investigación, donde ciertos individuos afirmaron preferir evitar relaciones que consideran poco genuinas o emocionalmente desgastantes.
La falta de amistades no necesariamente equivale a soledad. Una nueva perspectiva puede propiciar bienestar y autoaceptación, siempre que se reformule la noción de conexión en términos personales. Esta resignificación permite convertir una carencia aparente en una oportunidad para el autodescubrimiento y el fortalecimiento del vínculo consigo mismo.

En un mundo hiperconectado pero fragmentado, las formas tradicionales de amistad están siendo cuestionadas y, en muchos casos, reemplazadas por vínculos más flexibles y personalizados.
Las redes sociales, por ejemplo, ofrecen una ilusión de cercanía que no siempre se traduce en relaciones significativas. Esto puede generar una desconexión emocional, incluso en personas con una vida social aparentemente activa. La tecnología permite mantenerse en contacto, pero también puede dificultar el desarrollo de intimidad, confianza y apoyo mutuo.
Frente a este panorama, surgen nuevas formas de relación que desafían las expectativas convencionales. Algunas personas encuentran compañía en comunidades virtuales, grupos de interés o incluso en mascotas, desarrollando vínculos afectivos alternativos.
La noción de “amistad” se amplía y se adapta a las realidades contemporáneas, donde la autonomía emocional, el tiempo disponible y los espacios de interacción juegan un papel decisivo. Esta evolución invita a replantear qué significa realmente tener amigos y cómo cada persona puede definir su propio equilibrio entre conexión y soledad.