Fórmula 1 / La magia vuelve a Spa
Una vez al año desde 1950 la F1 se transporta a un cuento de hadas. En el bosque de las Ardenas belgas se recogen grandes gestas y finales dramáticos. Un Káiser gobierna el lugar.
Desde 1950, Fórmula 1 ha hecho hueco en el calendario a este lugar de ensueño hasta en 57 ocasiones. Todo lo que rodea a Spa parece sacado de un mundo de fantasía y lo que allí sucede de epopeya. Pero la atmósfera mágica de este escenario no es el único vínculo con lo fantástico, sino que los cuentos están enraizados en sus propios inicios. Hay que remontarse a 1952 para descubrir que el cartel publicitario del gran premio estaba basado en la famosa fábula de Esopo, La liebre y la tortuga.

Los capítulos de Spa
Los cuentos de fantasía siempre tienen capítulos de terror y el circuito de Spa no es una excepción. En 1960, Chris Bristow y Alan Stacey protagonizaron uno de los días más negros del automovilismo. Ambos pierden la vida en dos accidentes durante la carrera. El primero de ellos al salir despedido de su coche tras perder el control en una curva. El segundo fue golpeado por un pájaro en la cara, lo que le hizo estrellarse. Este suceso aceleró el debate sobre seguridad en F1.
El circuito belga también ha sido escenario de decenas de historias épicas. En 1963, Jim Clark consiguió una aplastante victoria sacando cinco minutos al segundo clasificado después de haber salido desde la octava posición. Además, durante la carrera su Lotus 25 tuvo problemas en la caja de cambios, lo que obligó a Clark a sujetar la palanca con una mano mientras conducía bajo la lluvia. A medida que avanzaba la carrera, renunció a utilizar la quinta marcha y buscó la victoria con la cuarta. Le costó caro en términos de velocidad, combustible y vida del motor, pero poder usar las dos manos en el volante acabó mereciendo la pena.
En este emplazamiento, los menos esperados pueden cumplir sus sueños. Lo hizo en 1998 Jordan Mugen-Honda consiguiendo un histórico doblete; Damon Hill se hizo con la primera victoria del equipo y Ralf Schumacher quedó segundo. También sucedió lo imposible en 2009, cuando Fisichella consiguió la pole con un Force India y finalizó segundo el día de la carrera, el mayor logro que la escudería india llegó a conseguir.

El emperador del reino
Este reino mágico no está gobernado por un hada madrina, sino por un poderoso emperador, el Káiser. El destino escogió a dedo a Michael Schumacher para reinar en Spa. El alemán debutó justo en este circuito en 1991 y también fue aquí donde ganó su séptimo y último campeonato (2004). Entre medias se convirtió en el piloto con más victorias en el circuito, 6, logradas entre 1992 y 2002. El Káiser destronó al que parecía tener el nombre perfecto para el cargo, Magic Senna que había conseguido 5 victorias, las mismas que Lewis Hamilton, el único de los aspirantes al trono que queda en el paddock.
Un trazado hechizado
Los grandes premios en Spa no están libres de sorpresas. Es difícil saber qué deparará el cielo, pero lo más probable es lo inesperado en cualquier otro emplazamiento. No es raro encontrar algunas zonas del circuito mojadas y otras completamente secas, como si una mano divina hubiera disparado hechizos certeros en forma de lluvia y rayos de Sol.
Sus 7 km lo convierten en el circuito más largo del calendario y la curva Eau Rouge, en el más arriesgado. Los sabios del lugar saben que “Eau Rouge no se toma, se sobrevive”. Un segundo puede hacer la diferencia entre conservar la carroza o que se convierta en calabaza. Ya lo explicaba el Káiser del reino: “El gran reto es tomar Eau Rouge ‘a fondo’, es decir, tener el acelerador pisado a fondo y no levantar el pie”. Una curva que puede cambiar el rumbo de la carrera y el destino de los elegidos.
El próximo fin de semana vuelven las carreras a este bosque encantado. Regresa un trazado repleto de desniveles y curvas rápidas que seguramente deparará una de las carreras más emocionantes del campeonato. Y aunque lo esperable sea que los McLaren se lleven la victoria, quizás ocurra, una vez más, lo inesperado.