Steve Jobs salvó a Apple de la quiebra con la regla del 30%: de qué trataba
El empresario regresó a puertas de empezar un nuevo milenio y revolucionó la industria tecnológica con el lanzamiento de dispositivos como el iPod, el iPad y el iPhone
InfobaeEn 1997, Apple se encontraba al borde de la quiebra, acosada por decisiones erráticas, una oferta de productos dispersa y la creciente presión de gigantes como Microsoft. En ese contexto crítico, la junta directiva optó por una medida audaz: reincorporar a Steve Jobs, el cofundador que había sido marginado doce años antes.
Aplicó un enfoque conocido como la “regla del 30%”, una fórmula que eliminó el 70% de los productos del catálogo, simplificó los procesos internos y permitió reconcentrar los recursos en aquello que realmente definía el ADN de la marca.

La “regla del 30%” partía de un diagnóstico implacable: apenas un tercio de los productos que Apple ofrecía en 1997 respondía a los estándares de calidad, diseño y funcionalidad que Jobs consideraba esenciales para la supervivencia y diferenciación de la marca.
El 70% restante era, en sus palabras, prescindible o mediocre. “Examinamos la futura hoja de ruta y lo que encontramos fue que el 30% de los productos eran increíblemente buenos”, declaró Jobs en una entrevista con CNBC en octubre de ese año.
Esa depuración no solo simplificó la identidad de la empresa, sino que liberó recursos estratégicos para la innovación, permitiendo más adelante la creación de dispositivos emblemáticos como el iPod, el iPhone y el iPad.
Cuáles fueron los efectos inmediatos de esta estructuración de Apple
La estrategia tuvo un impacto directo y contundente sobre la organización interna. Al reducir su catálogo, Apple disminuyó su necesidad operativa. Esto derivó en el despido del 31% de su plantilla, lo que equivalía a la salida de aproximadamente 4.100 empleados.
Esta reducción permitió a la compañía ahorrar 500 millones de dólares anuales en costos operativos. Aunque drásticas, estas medidas fueron defendidas con vehemencia por Jobs.
No se trataba únicamente de recortar por eficiencia, sino de devolverle coherencia y foco a una empresa que había perdido el rumbo. Esa depuración funcional reconfiguró la estructura de Apple para convertirla en una organización más ágil, centrada en la excelencia y con una visión de largo plazo.
Por qué se consideró esta regla una ruptura con el modelo anterior de Apple

Antes del retorno de Jobs, Apple mantenía una línea de productos extensa, poco diferenciada y mal integrada, lo que diluía su propuesta de valor frente a competidores más agresivos y especializados.
La compañía buscaba complacer múltiples nichos sin un eje unificador. Esta dispersión fue uno de los factores que aceleraron su crisis financiera. La regla del 30% implicó una ruptura total con esa lógica. Jobs propuso lo contrario: menos productos, más calidad.
En lugar de adaptarse al mercado, Apple pasaría a moldearlo. Esa filosofía quedó plasmada en la concentración absoluta en unos pocos productos “increíblemente buenos”, que debían cumplir con altos estándares de diseño, funcionalidad e integración tecnológica.
Cómo se tradujo esta política en los resultados de Apple a largo plazo
La purga inicial permitió sentar las bases para una nueva etapa de crecimiento basada en la innovación y la coherencia estratégica. Con los recursos reconcentrados, Apple pudo invertir con mayor fuerza en I+D, lo que posibilitó el lanzamiento de productos que marcaron hitos industriales.
El iPod en 2001, el iPhone en 2007 y el iPad en 2010 surgieron de una lógica que priorizaba la excelencia por sobre la cantidad. También, la transformación restauró la confianza del mercado.
Apple pasó de ser una compañía en declive a convertirse, en poco más de una década, en una de las empresas más valiosas del mundo. Todo ello partió de una decisión fundacional: renunciar al 70% de lo innecesario para perfeccionar el 30% esencial.