El último día del papa Francisco
A pesar de haber estado a punto de morir dos veces por crisis respiratorias a principios de este año, el pontífice se había mantenido sorprendentemente activo
En consonancia con un pontífice que hizo de la imprevisibilidad (y de la resistencia a las expectativas) una característica distintiva de sus doce años de papado, la muerte de Francisco a las 7:35 a. m. del lunes, un día después de Pascua, se sintió al mismo tiempo abrupta y esperada.
En contra de las órdenes de sus médicos de permanecer prácticamente aislado en su residencia en el Vaticano para convalecer, en las últimas semanas Francisco empezó a hacer apariciones inesperadas que, a la luz de su muerte, parecen gestos de despedida.

El sábado, sus ayudantes lo introdujeron en la Basílica de San Pedro en una silla de ruedas, donde sorprendió a peregrinos y turistas y rezó ante el altar mayor. Saludó a los fieles que se habían reunido en la Plaza de San Pedro el Domingo de Ramos, y el jueves pasado incluso fue a una prisión cercana, donde se reunió con unos 70 reclusos.
El domingo de Pascua, en la antesala de su muerte, Francisco se reunió brevemente en su residencia con el vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, y apareció por última vez desde el balcón de la Basílica de San Pedro.
“Queridos hermanos y hermanas, feliz Pascua”, dijo el papa antes de que el arzobispo Diego Ravelli, asesor del Vaticano, pronunciara el urbi et orbi, un discurso papal al mundo que se pronuncia en Pascua y Navidad. En él pedía el desarme, una mayor vigilancia contra el antisemitismo e incluía un llamamiento para proteger a los migrantes, una causa que defendió constantemente desde el inicio de su pontificado, sin importar cuán adversos fueran los vientos políticos en su contra.
Tras el discurso, Francisco ofreció una bendición y descendió para dar una última vuelta en el papamóvil entre la multitud congregada en la Plaza de San Pedro. Su médico le había dicho que se mantuviera alejado de las familias con niños pequeños para evitar infecciones. En lugar de eso, el vehículo se detuvo para que pudiera bendecir a un recién nacido.