Qué lejos queda el Clásico

El Madrid dilapida el liderato de empate en empate. De los cinco puntos de ventaja tras ganar al Barça a verse uno por detrás. Varios focos a mejorar.

Fernando S. Tavero
As
Tan cerca, a la vez tan lejos. Hace solo 35 días todo eran fuegos artificiales. El momento en el que el proyecto de Xabi florecía. Fue en el Clásico. Un 2-1 al Barça donde el resultado fue mucho y fue poco. Porque el Madrid fue superior al Barça. Por encima del marcador. Enseñó las uñas y arañó. Y pudo hacerlo más de no ser por Szczesny, el mejor culé. Las luces deslumbraban a las menguantes sombras y el estado de euforia lo estiró el 4-0 al Valencia. El equipo blanco había enterrado las dudas del Metropolitano y divisaba a su némesis desde la lejanía, con holgura. Pero aquellos cinco puntos de ventaja han desaparecido. En un mes que ha sido un suspiro.

En 29 días donde las victorias se han convertido en empates. Hasta tres consecutivos en Liga. Y hacía mucho que no ocurría. Desde diciembre de 2019, para más señas. Han sido Rayo, Elche y Girona. Vallecas, Martínez Valero y Montilivi. Tablas (0-0), tablas (2-2) y tablas (1-1). Tres salidas, tres jornadas, tres puntos. Y el Barça, nueve. Y ahora es Flick y su tropa la que lidera. Por apenas un punto, pero la tendencia asusta. Todo aderezado por el patinazo de Anfield y el oasis de Atenas. El primero en alzar la voz fue Mbappé. Un killer con versos de líder: “Tenemos que cambiar la dinámica”. Porque el Clásico se jugó hace solo 35 días, pero qué lejos queda.

La presión

Fueron las primeras teclas que tocó Xabi. Los retazos iniciales de su modelo, cuando apenas había tiempo para preparar el Mundial, pasaban por morder y morder bien. Algo que, poco a poco, se fue interiorizando. Hasta llegar al Clásico, y al día del Valencia por extensión. Con aristas a pulir, pero en ascenso. Hasta superar ampliamente a la 2024-25 y promediar 75,6 recuperaciones (69,3 el curso anterior), 34,1 recuperaciones rápidas tras pérdida (28,8), 31,6 en campo rival (24,4) y 5,6 en el último tercio (4,2). Pero rumbo a Anfield, algo se desconectó.

Y, desde entonces, solo una victoria (Olympiacos). Con un bajón en aquello que, tiempo atrás, era el elefante en la habitación. En esos cinco partidos: 61 recuperaciones, 26 recuperaciones rápidas tras pérdida, 17,2 en campo rival y 2,2 en el último tercio. El dato que explica el relato.

Frío lejos de casa

Un bajón con un punto en común. Todo ha sido fuera del Bernabéu. En este tramo de calendario adulterado por la NFL. Para acomodar un partido histórico de éxito histórico, el equipo blanco ha tenido que enlazar salida tras salida. Y, hasta ahora, fuera de Madrid ha hecho frío. Si en el coliseo blanco es infalible (seis partidos, seis victorias), a domicilio se tuerce el gesto. Lo ha hecho últimamente (un triunfo, tres empates y una derrota), también en el cómputo global. En sus ocho salidas ligueras, cuatro victorias, tres empates y una derrota. Del 100% al 50%. Del pleno a las curvas. Y queda la última antes de volver al calor del Bernabéu: San Mamés.

Laberinto táctico

En Bilbao, Xabi deberá decidir si repetir el esquema de Montilivi o volver a cambiar. Si al comienzo de curso ganaba peso el 4-3-3 con Mastantuono o Brahim en la derecha, ese extremo daba paso a un cuarto centrocampista con el tiempo. Si en el Clásico Camavinga fue un acierto como falso extremo derecho, en Anfield el experimento se encasquilló. Si en Atenas un trivote protegió a Güler y permitió que Vinicius y Mbappé tuvieran una pradera para galopar, en Girona el dibujó cambió a un 4-1-4-1. Para Xabi, “ser flexible” es un plus. Pero la realidad es que, hasta ahora, ha habido mucha permuta. Un puzle táctico al que Xabi busca solución. En busca de la identidad.

Bellingham-Güler

Y del encaje entre Bellingham y Güler. Dos futbolistas con querencia por pisar zonas similares del campo. Ahí, en la mediapunta, Arda se ha convertido en el mejor socio de Mbappé. Hacia él han ido sus siete asistencias del curso. Y cuando ha dado un paso atrás, para llevar batuta y ser más de violín que de rock and roll, ha perdido brío. Mientras que Jude acarició el Balón de Oro (lo fue de bronce) como vértice del rombo de Ancelotti. Casi como ariete, como diez con mucha llegada.

Es cerca del área donde la versión de ambos ha resaltado más. Pero es por separado cuando lo han hecho con mayor asiduidad. En Atenas, Bellingham sustituyó a Güler. Y en Montilivi Xabi ideó ese 4-1-4-1 precisamente para eso, para potenciarles. ¿El resultado? Camavinga por Güler en el descanso. Una tarea pendiente que gana soniquete cuando los resultados dejan de acompañar.

Factor Mbappé

Él huye de ella. “No me gusta eso, me parece una falta de respeto a los compañeros. Cada uno tiene su trabajo; si no marco yo, el problema es mío, mi labor son los goles". Así regateó Kylian hablar de Mbappédependencia. Y lo hizo después de su póquer de Atenas. En Girona volvió a marcar. Desde el punto de penalti, pero fue él quien marcó. Tanto el legal, como el anulado. En total, 23 de los 41 goles del Madrid esta temporada. El 56% llevan su firma. En las tres salidas que han difuminado la ventaja liguera, solo vio puerta en Montilivi. A cero en Vallecas, a cero en el Martínez Valero. Sin Mbappé no hay paraíso, ni liderato.

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