Los líderes del G20 intentan conjurar el riesgo de una guerra comercial

La UE amenaza con represalias contra EE UU si impone trabas a las importaciones europeas

Miguel González
Ana Carbajosa
Hamburgo, El País
Los líderes del G20, reunidos en Hamburgo (Alemania), intentan este fin de semana conjurar el riesgo de una guerra comercial de efectos devastadores para el ya débil crecimiento económico mundial. Con el libre comercio convertido en principal caballo de batalla del G20, la UE quiso acudir a Hamburgo con los deberes hechos y aceleró las negociaciones para suscribir la misma víspera de la cumbre un principio de acuerdo con Japón al que aún le quedan muchos flecos por atar. De su lado, Trump se ha retirado del acuerdo de libre comercio del Pacífico y ha impuesto una revisión del tratado con México y Canadá.


Conciliar ambas posturas no es sencillo, según reconoció la anfitriona de la cumbre, la canciller alemana Ángela Merkel. “Aunque la mayoría [de mandatarios] insiste en la necesidad de un comercio libre, pero también equilibrado, las discusiones son difíciles”, admitió Merkel, quien vaticinó que los técnicos encargados de pulir el comunicado final deberían trabajar toda la noche en el texto definitivo. El documento debe aprobarse por consenso, así que la redacción se iba descafeinando a medida que pasaban las horas para contentar a todas las partes.

El viernes por la mañana, poco antes del arranque de la cumbre que reúne a los mandatarios de las economías más desarrolladas con las emergentes, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dejaba las espadas en alto al advertir de que la UE está preparada para “responder con contramedidas en cuestión de días” si Washington impone restricciones al acero europeo. Juncker aseguró que el proteccionismo es un camino “totalmente equivocado” y que Europa quiere avanzar “en otra dirección”. Pero dejó la amenaza sobre la mesa.

Washington ha amagado con imponer cuotas o aranceles a las importaciones de acero y aluminio apelando a “razones de seguridad nacional”, un argumento que no se utilizaba desde los tiempos de la Guerra Fría. La Administración Trump ha pospuesto su decisión hasta después de la cumbre de Hamburgo. Aunque también la UE ha tomado medidas contra el acero chino, cuyo excedente ha inundado el mercado mundial, el presidente francés, Emmanuel Macron, se ha quejado de que Washington equipare a los europeos con países que practican la “competencia desleal”.

“No creo que la haya [una guerra comercial], espero que no, porque con una guerra comercial todo el mundo pierde”, advirtió el ministro español de Economía, Luis de Guindos, quien llamó a resolver las diferencias “concretas y específicas” en foros como la Organización Mundial de Comercio (OMC).

En su intervención en el almuerzo, Trump se declaró partidario del libre comercio, pero insistió en la necesidad de que sea “justo”, y añadió que varios de los países que se sientan en la mesa del G20 (en alusión a Alemania, México o China) mantienen importantes superávits comerciales con su país. Macron, por su parte, advirtió que lo contrario del libre comercio es el conflicto, como demuestra la experiencia europea del siglo pasado.

Juncker advirtió de que la UE está preparada para “responder con contramedidas” si EE UU impone restricciones al acero europeo

Si el acuerdo sobre comercio pasa por sortear las diferencias, en materia de cambio climático no hay más remedio que constatarlas. El borrador que circulaba este viernes toma nota de la decisión de EE UU de retirarse del acuerdo de París, pero reitera que todos los demás países consideran “irreversible” el pacto para frenar el cambio climático, en contra de la pretensión de Washington de renegociarlo. Para suavizar su imagen de aislamiento, la Administración Trump propuso introducir una frase según la cual EE UU trabajará con otros socios “para facilitar el acceso y la utilización más limpia y eficaz de las energías fósiles y ayudarlos a desarrollar las energías renovables”.

En lo que no hubo discrepancias fue en aprobar una declaración separada de condena del terrorismo en la que se aboga por reforzar la cooperación internacional para cortar sus vías de financiación y combatir el adoctrinamiento y propagación a través de Internet. Tal como pidió España, uno de sus puntos subraya la importancia de brindar un “apoyo adecuado a las víctimas” de atentados.

Además, según anunció Merkel, los países del G20 instarán al Consejo de Seguridad de la ONU a dar una “respuesta proporcionada” a la “muy preocupante” actividad armamentística de Corea del Norte, después de que el pasado día 4 lanzase un misil intercontinental capaz de alcanzar territorio estadounidense en Alaska. En una declaración separada, los líderes de EE UU, Corea del Sur y Japón anunciaron que ejercerán “máxima presión” sobre Pyongyang a través de “sanciones adicionales” y advirtieron de que “nunca aceptarán a una Corea del Norte con armamento nuclear”.

Por su parte, el presidente argentino, Mauricio Macri, propuso que los líderes del G20 condenen el asalto a la Asamblea Nacional de Venezuela y expresen su preocupación por la situación de los derechos humanos en el país, un empeño en el que obtuvo el respaldo de México, España y Brasil, entre otros países, según explicó el canciller mexicano, Luis Videgaray.

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