Los diputados ‘tories’ cierran filas en torno a una May debilitada

“Yo os he metido en este lío y yo os sacaré”, dijo la primera ministra a sus diputados

Pablo Guimón
Londres, El País
Theresa May logró este lunes el apoyo simbólico de sus diputados. Les pidió perdón e hizo alarde de una humildad que revela la debilidad que arrastra desde el fiasco electoral. “Os serviré tanto tiempo como queráis que los haga”, les dijo. Pero el cierre de filas no será gratis: deberá revisar su estilo y su proyecto. El nuevo equilibrio de fuerzas cuestiona el otrora inimpugnable Brexit radical, y obliga a la primera ministra a consensuar una nueva postura que llevar a Bruselas la semana que viene.


Cuando Theresa May llegó a las 17.07 a la sala número 14 de la Cámara de los Comunes, los periodistas aguzaron el oído y empezaron a contar los segundos. El Comité 1922, el influyente órgano que agrupa a todos los diputados tories sin cargo en el Gobierno, tiene la costumbre de recibir a la primera ministra con golpes en la mesa. Un secretario del Comité había de advertido que esta vez, en consideración a los 33 compañeros que perdieron el escaño por la desastrosa apuesta de May, habría silencio. Pero hubo golpes. Veinticinco segundos. Luego más tandas, cada una un poco más fuerte que la anterior. ¿Prueba superada? Al menos, un poco de oxígeno para May.

El Comité 1922 es un órgano poderoso en el Partido Conservador. Encarna el estado de ánimo y la opinión del grupo parlamentario. En el año que le da nombre acabó con una coalición con los liberales y, en 2003, se cargó al líder Iain Duncan Smith. Era una prueba de fuego para Theresa May, que lucha por permanecer en su puesto desde que, el pasado viernes, se confirmó que las elecciones que había adelantado para fortalecer su posición le habían costado la mayoría absoluta.

“Yo os he metido en este lío y yo os sacaré”, dijo May a sus diputados. Pidió perdón. Estuvo natural, según relataron los legisladores que salían de la reunión a puerta cerrada, no fue la May robótica de la campaña. “He servido al partido desde que tenía 12 años. Os serviré tanto tiempo como queráis que lo haga”, añadió, exhibiendo una humildad que miembros del comité, en las horas previas, habían dejado claro que exigirían. Los diputados, según iban contando quienes salían de la reunión, dejaron claro que no hay apetito para una nueva batalla por el liderazgo en un momento en que Reino Unido debe empezar a negociar en Bruselas su salida de la UE.

Pero eso no quiere decir que el fiasco electoral le vaya a salir gratis. De las declaraciones de diferentes figuras de su partido se desprende que, para garantizar su supervivencia, May deberá realizar varias concesiones. Deberá cambiar el estilo autoritario con el que, según sus críticos, ha llevado el Gobierno y el partido hasta ahora. Deberá revisar algunos puntos del programa electoral, que muchos consideran catastrófico. Y deberá plantearse una flexibilidad en su postura en favor de un Brexit radical, que algunos creen que ha sido rechazado por los votantes en las urnas.

Varios miembros del Gobierno, incluido el canciller del Exchequer, Philip Hammond, presionan a la primera ministra para aceptar una salida de la UE que priorice el empleo y la economía sobre el control de la inmigración. Y esperan que May abandone su postura, reiterada durante la campaña, de que acabar las negociaciones sin acuerdo es mejor que aceptar uno malo. El portavoz de la primera ministra aseguró que su postura “no ha cambiado”, pero que “obviamente habrá conversaciones en el Gabinete”.

Antes de las elecciones, May parecía haber logrado unificar al partido alrededor de su proyecto de un Brexit duro. Pero la humillación electoral ha alterado el equilibrio, obligando a una primera ministra debilitada a volver a buscar una postura consensuada con la que sentarse en la mesa negociadora la semana que viene.

El consenso deberá alcanzarse también con el DUP, el incómodo partido norirlandés cuyos diez escaños May necesita para sacar adelante su Gobierno en minoría. La primera ministra se reunirá el martes con la líder unionista en Londres.

De la complejidad de la tarea en la que está embarcada May da fe el hecho de que se ha visto obligada a retrasar el discurso de la reina, el acto solemne en el que Isabel II lee en el Parlamento un resumen del programa del Gobierno. Previsto inicialmente para el lunes próximo, será demorado “unos días”, con el potencial de fastidiar a la anciana monarca las carreras ecuestres de Ascot, que se celebran a partir del martes que viene.

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