El Gobierno portugués sufre las primeras críticas por la tragedia

Los servicios de bomberos temen que aumente la cifra de muertos en un incendio que sigue creciendo

Javier Martín
Alvares, El País
El domingo se lloraron los muertos y el lunes se lanzan las críticas contra los gobernantes. 64 muertos y 135 heridos, según el último balance ofrecido por medios portugueses, no pueden cargarse todos a la fuerza de la naturaleza. Los alcaldes de las localidades más afectadas se han quejado de haber estado desprotegidos durante horas.


El líder de la oposición, el ex primer ministro conservador Pedro Passos Coelho, ha asegurado tras reunirse con miembros de Protección Civil que prefiere posponer la exigencia de eventuales responsabilidades hasta que se haya superado la tragedia.

Al Partido Socialista del primer ministro, António Costa, le ha llegado la tragedia en plena tramitación parlamentaria de la llamada 'ley de eucalipto', que propone cancelar hasta 2030 el cultivo de este tipo de árbol, cuyas ramas sacas son especialmente inflamables. El grupo de presión ecologista Quercus emitió un comunicado atribuyendo los incendios a "errores de administración forestal y malas decisiones políticas" de varios Gobiernos en las últimas décadas. El mensaje añadía que los organismos oficiales no hicieron suficiente para coordinar la prevención de incendios forestales, una crítica extendida entre los afectados, que alegan que la llegada de más de 1.000 bomberos que desconocían el terreno no estuvo gestionada de manera eficiente.

La coordinadora del Bloco de Esquerda, fundamental en la formación de Gobierno de António Costa, ha asegurado este lunes que lo único prioritario es sofocar el fuego y curar a todos los heridos lo antes posible. "El tiempo de evaluar lo ocurrido y hacer las críticas pertinentes llegará más adelante", ha asegurado.

El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, ha apelado este lunes desde el centro de operaciones instalado en localidad de Avelar, a concentrar todos los esfuerzos en combatir el fuego, en vez de discutir las causas y las posibles responsabilidades que puede acarrear la tragedia. "La prioridad ahora es el combate al incendio y el apoyo a las víctimas y a las familias", señaló el jefe del Estado luso.

António Costa habló el domingo por la noche, entre montes pelados y grises, para explicar que lo primordial de los trabajos de rescate es salvar vidas, y después las casas. Sus palabras iban dirigidas a los regidores municipales que se han sentido desprotegidos cuando más ayuda estatal necesitaban. Ardieron las casas de Caniçal, de Figueira y de bastantes más aldeas sin que ningún bombero apareciera por allí. Pero no había manos, realmente. No hay manos para los fuegos que ayer volaban y hoy brotan de la tierra.

“La topografía es lo más importante, para mí el viento ocupa un segundo plano”, explica Aitor Soler, oficial del servicio de bomberos de Madrid. Ha llegado a la localidad de Chá de Álvares con 32 hombres y nueve vehículos. “El viento rola 360 grados, a veces para bien y otras para mal, pero la topografía es endiablada. Nunca vi nada igual. El acceso es correcto, pero luego las inclinaciones son muy profundas. Hoy no hay fuego pero la tierra esta caliente, humea y si pasa a otro valle, vuelta a empezar”.

Es un lunes extrañamente calmo, como en las películas de terror, el silencio antes del susto. Ha bajado la temperatura, llueve a veces, hay menos viento, pero los hidroaviones no han podido despegar por las nubes de humo, y la tierra está muy caliente. Por la noche el fuego reventó por Gois y se abrieron focos por los montes de Coímbra, Leiria y Castelo Branco.

El balance se mantiene en 63 muertos, pero los bomberos murmuran que hay más, que aunque han aparecido más cadáveres no hay nuevas cifras.

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