Centenares de detenidos en Rusia en las manifestaciones contra la corrupción

Las protestas, extendidas por todo el país, fueron convocadas por el opositor Navalni, también detenido

Pilar Bonet
Moscú, El País
Centenares de personas fueron detenidas en Rusia por participar en mítines contra la corrupción que, bajo el lema “exigimos respuesta”, habían sido convocados en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades por el político de oposición Alexéi Navalni con ocasión de la fiesta nacional del lunes. El mitin de la capital se celebró, sin embargo, sin Navalni, que fue arrestado al salir de su domicilio y ha sido condenado a 30 días de cárcel, ha informado en Twitter su portavoz. Las protestas, en la línea de las que se celebraron el 26 de marzo, sacaron a la calle a varios miles de descontentos (4.500 en Moscú y 3.500 en San Petersburgo, según el Ministerio del Interior), en gran parte escolares.


En Moscú, las autoridades realizaron un enorme despliegue de orden público, con efectivos de las tropas de intervención especial, OMON (subordinadas a la Guardia Nacional), e incluso soldados de reemplazo. Las estimaciones sobre la cantidad de arrestados, según el Ministerio del Interior, son de 150 en Moscú y de 500 en San Petersburgo, aunque la publicación OVD-Info da cifras que van hasta los 750 y 900, respectivamente.

La jornada fue de contrastes. En la calle Tverskaya, en pleno centro de la capital, se enfrentaban los manifestantes, que enarbolaban banderas tricolores rusas, y policías que iba llenando furgones de detenidos y enviándolos a las comisarías; en el Kremlin, en un solemne ambiente, el presidente Vladímir Putin entregaba los premios nacionales a ciudadanos rusos distinguidos en la ciencia y la cultura, repartía sus primeros pasaportes a un grupo de adolescentes y hacía de anfitrión a la élite invitada a la gran recepción anual (en carpas en los jardines del Kremlin) con motivo del “día de Rusia”.

Los manifestantes gritaban consignas como “Fuera el zar”, “Putin ladrón”, “Rusia será libre”, “Somos el poder”, y “Medvédev dimisión” (el jefe del gobierno Dmitri Medvédev al que Navalni acusa de ser el beneficiario de una opaca trama financiera basada en fondos benéficos). La calle Tverskaya, la principal de la ciudad, había sido cerrada al tráfico para celebrar un paseo popular por escenarios históricos reconstruidos, cabañas y tiendas de campaña, barricadas y barreras contra tanques, por donde circulaban animadores disfrazados de caballeros medievales y guerreros en cota de malla, soldados decimonónicos de la guerra contra Napoleón y militares de la segunda guerra mundial. Para completar el teatro del absurdo, frente al ayuntamiento, artistas con pelucas y trajes del siglo XVIII bailaban e impartían clases de minué.

Navalni había recibido permiso municipal para la manifestación en otro lugar de la ciudad, la avenida Sájarov, pero el domingo por la noche, anunció que trasladaba el acto a la calle Tverskaya, donde le había sido denegada la celebración, porque, según él, varias empresas se negaban a instalar la tarima y el equipo necesario en el primero lugar. El jefe del Servicio Federal de Seguridad, Alexandr Bórtnikov, calificó de “provocación” el cambio de emplazamiento y la decisión de Navalni dividió a los manifestantes, entre los que se incluyen los líderes forjados en el movimiento contra los planes de derribo de vivienda. Unos alegaban que había que hacer valer los derechos (limitados administrativamente) de los ciudadanos a manifestarse libremente en el espíritu de la constitución y otros temían exponer a la gente a la represión de los cuerpos de orden público. Al final, tuvieron lugar ambos mítines y en ambos hubo detenidos.

La diputada municipal Yulia Galiámina, activista contra los derribos, asistió a ambos y dijo haber sido fuertemente golpeada por la policía. Según Galiámina, la policía detuvo a su esposo, tras romperle las gafas y golpearlo. También hubo manifestaciones de protesta en Vladivostok, donde cuatro cosacos golpearon a un participante y una decena de personas fueron detenidas, y en decenas de ciudades rusas, entre ellas Novosibirsk, Ekaterimburgo, Barnauli, Rostov del Don, Tula y Kaliningrado. El “día de Rusia” conmemora la proclamación de la soberanía de Rusia (frente a la URSS), que tuvo lugar en el Kremlin el 12 de junio de 1990, cuando Boris Yeltsin (por entonces jefe del parlamento ruso) trataba de arrebatar competencias para Rusia al líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov.

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