ANÁLISIS / Solo contra todos

La negativa de López Obrador al PRD despeja el camino a una gran alianza opositora al PRI y a Morena

Luis Pablo Beauregard
México, El País
Nadar a contracorriente ha sido una de las características que definen la biografía política de Andrés Manuel López Obrador. El líder de la izquierda se ha formado una vida en la oposición a la sombra de las derrotas. Comenzó en 1988 cuando buscó ser gobernador de Tabasco, su Estado natal. Se subió a un sedán y acompañado solamente por un conductor y un micrófono visitó pueblo por pueblo para tratar de convencer a la gente de darle la espalda al PRI, el partido del que fue dirigente local, y votar por el Frente Democrático Nacional de Cuauhtémoc Cárdenas. Seis años después volvió a intentarlo apoyado por la estructura del Partido de la Revolución Democrática, el PRD. Fue derrotado en una elección que registró irregularidades en el 78% de las casillas.


López Obrador se enfila a otra batalla épica en 2018. Prepara su tercer asalto a la presidencia tras sus candidaturas en 2006 y 2012. Esta mañana, el político ha dejado claro que pretende recorrer solo ese camino. Bueno, casi solo. El dirigente de Morena ha escogido un modesto escudero para acompañarlo: el Partido del Trabajo. La organización estuvo al borde de perder el registro como partido político en 2015 por su baja votación y es conocida por excentricidades como defender el régimen norcoreano de Kim Jong-un.

López Obrador, que lidera las encuestas rumbo a las elecciones del próximo año, ha dado el visto bueno a una alianza con el PT. La coalición, que ya ha sido respaldada por la militancia, no es un estudiado cálculo político que puede generarle votos. La unión nace porque el PT fue el único partido que se plegó a los deseos de López Obrador en la elección del Estado de México. Su candidato, Óscar González, declinó en favor de Delfina Gómez, de Morena, que quedó en segundo lugar de la contienda a 170.000 votos del PRI.

La decisión de López Obrador, anunciada este domingo en el Congreso del partido, contradice al sentido común. La elección del Estado de México del domingo pasado mostró que será muy difícil que un partido en solitario gane la presidencia de México el próximo año. Hace una semana, el PRI alargó su dominio en su principal bastión gracias a alianzas con partidos menores. Y Morena perdió la oportunidad de anotarse un triunfo histórico al haber dado la espalda al PRD, que obtuvo poco más de un millón de votos. Jorge G. Castañeda recordó que la segunda opción de los votantes del PRD era Morena en una proporción de 7 a 1.

El PRD sufre el distanciamiento de muchos de sus militantes, que se sintieron traicionados cuando el partido se sumó al Pacto por México, convocado por Enrique Peña Nieto, y por la política de alianzas con el PAN, la derecha. No obstante, la unión con su antítesis generó al partido tres victorias en dos años (Veracruz, Durango, Quintana Roo y Nayarit). Morena se formalizó en 2015 como partido político. Dentro de su ideario estaba rechazar este tipo de pragmatismo político.

Son estos “valores y principios”, según López Obrador, los que impiden a Morena aliarse con PRD, que hoy por hoy continúa siendo la primera fuerza de la izquierda mexicana. “Lo más importante es la autoridad moral”, dijo. Así, el dirigente dejó en el aire la mano que le extendieron esta misma semana Alejandra Barrales, presidenta del PRD, y Miguel Ángel Mancera, alcalde de la Ciudad de México para conformar un frente progresista en 2018. Esa alianza, no obstante, requería a López Obrador negociar las cerca de 3.500 candidaturas que serán elegidas el próximo año en todo el país y que hoy dependen únicamente de su última palabra.

“Seamos firmes en el deslinde ante quienes son personeros del régimen”, dijo López Obrador. De esta forma, el dirigente de Morena desairó alianzas con el PRI, PAN, PRD, el Verde, Movimiento Ciudadano, Encuentro Social y Nueva Alianza. La negativa del puntero de las encuestas despeja el camino a una gran alianza que podrá aglutinar a partidos que están ideológicamente enfrentados pero unidos en lo electoral. Esa gran coalición luchará en 2018 contra el PRI y también contra el proyecto de Morena. López Obrador tendrá que convencer a la ciudadanía para no librar esa batalla solo.

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