Rusia y Occidente: un siglo de relaciones marcado por sospechas e intentos de desestabilización

Rusia, BBC
Las acusaciones de que el Kremlin trató de interferir en el resultado de las últimas elecciones en Estados Unidos son el último capítulo de una larga historia de desconfianzas entre Rusia y Occidente.
Por un lado, está el espionaje -el robo de secretos-, que es un recurso al que ambos lados han recurrido con bastante asiduidad.
Y luego está la mucho más delicada noción de desestabilización, el tratar de subvertir e influir en la vida política del otro sembrando disidencia y apoyando a la oposición.
Tanto Rusia como Occidente se acusan mutuamente de haber estado haciendo esto último desde hace por lo menos un siglo.

De hecho, en estos momentos en Washington se habla muchísimo de la desestabilización rusa.
Pero Moscú también tiene su propia narrativa.

"Malas intenciones"

La historia empieza hace 100 años, con Reino Unido decidido a tratar de revertir la revolución bolchevique de 1917.
Dicha trama cuenta con un elenco de coloridos protagonistas vinculados al MI6 -el servicio de inteligencia británico-, como Paul Dukes y Sidney Reilly, el espía inmortalizado en la serie "Ace of Spies".

Soldados rusos vistiendo uniformes de la Segunda Guerra Mundial.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionMoscú desde hace mucho está a la defensiva frente a las intenciones de Occidente.

En Rusia, sin embargo, se recuerda sobre todo a la Conjura Lockhart, muy poco conocida entre los británicos.
Bautizada así por causa del diplomático británico Robert Bruce Lockhart, quien trabajaba en Moscú, la conjura contemplaba el pagar a soldados letones para que lanzaran un contragolpe.
"La sombra de esos acontecimientos todavía pesa sobre nuestras relaciones", dice el profesor Evgeny Sergeev de la Universidad estatal de Humanidades de Rusia.
"La propaganda soviética la utilizó como símbolo de todas las malas intenciones de derrocar al gobierno bolchevique", cuenta.
El gobierno bolchevique reaccionó fortaleciendo a su policía secreta, para protegerse de la interferencia externa, y mandar sus espías al extranjero para tratar de anticipar nuevos posibles planes en su contra.

Lenín dando un discursoDerechos de autor de la imagenKEYSTONE/GETTY IMAGES
Image captionOccidente temía la exportación del comunismo y de la revolución bolchevique.

En el Reino Unido de la década de 1920, por su parte, lo que más temía el gobierno era la exportación de la revolución bolchevique por el mundo.
Sus preocupaciones se centraban sobre todo en la Sociedad Cooperativa de Comercio de Rusia (All Russian Trade Co-operative SocietyArcos), que operaba en Londres.
Los servicios de inteligencia británicos estaban convencidos de que Arcos no solo era un nido de espías, sino un epicentro de actividad desestabilizadora que distribuía propaganda y apoyaba huelgas.
Todo esto sucedía en medio de temores de que "el oro de Moscú" estuviera apoyando "grupos terroristas" a lo largo del Imperio Británico.

Retrato de Grigory ZinovievDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn 1924 el periódico Daily Mail publicó una explosiva carta atribuida al funcionario soviético Grigory Zinoviev, pero se trataba de una falsificación.

Un supuesto mensaje de la Internacional Comunista, conocido como la carta Zinoviev, ayudó a alimentar esa idea, aunque se trataba de una falsificación.
Arcos fue cerrada a la fuerza por las autoridades luego de un caótico operativo policial.
Pero, poco después, los servicios de inteligencia soviéticos asestarían uno de sus mayores golpes, al reclutar a un grupo de graduados de la Universidad de Cambridge que lograrían ubicarse en el corazón del establishmentbritánico.
Los "Cinco de Cambridge", como se los bautizó, llegaron a ocupar importantes puestos en el servicio diplomático británico y en los servicios de inteligencia, hasta su desenmascaramiento a inicio de la década de 1950.

Los espías de Cambridge: Anthony Blunt, Donald Duart Maclean, Kim Philby and Guy BurgessDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionInicialmente se identificó a cuatro miembros del grupo de espías de Cambridge: Anthony Blunt, Donald Duart Maclean, Kim Philby y Guy Burgess (en la foto empezando de arriba a la izquierda y continuando en el sentido de las manecillas del reloj).

Reino Unido, por su parte, también tenía sus propios planes.
En 1937, Fitzroy Maclean asumió un puesto diplomático en Moscú, lo que le permitió ser testigo de las purgas de Stalin y viajar por casi toda la Unión Soviética.
Esto le dio una idea sobre la que escribió a su regreso a la cancillería británica, en 1939.

El largo plazo

Curiosamente, su documento -originalmente marcado como "top secret"- ha aparecido y desparecido de los archivos británicos varias veces en los últimos años.
Pero Moscú ha estado enterado de su contenido desde hace décadas.

Fitzroy Maclean en 1943Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl documento "top secret" de Fitzroy Maclean fue filtardo a Moscú hace décadas.

Eso lo supe gracias a Todor Boyadjiev, un viejo vicedirector de los servicios de inteligencia de Bulgaria, ya retirado, quien me contó que sus colegas rusos le mostraron el documento y algunos planes basados en el mismo.
Según Boyadjiev, el MI6 desarrolló un plan bajo el nombre código de Lyautey, el nombre de un viejo general francés.
Según la leyenda, este general una vez le pidió a su jardinero que sembrara unos árboles para poder tener algo de sombra. Y cuando el jardinero le dijo que iban a tomar décadas para crecer, el francés le respondió diciéndole que entonces no había tiempo que perder.
Y el plan Lyautey de los británicos, dice Boyadjiev, era un esfuerzo de largo plazo para fragmentar a la Unión Soviética atizando el descontento de minorías étnicas y religiosas durante un período de 50 años.
No sabemos si realmente el plan fue puesto en práctica, pues todos los archivos del MI6 vinculados al plan permanecen en secreto.
Pero, en cierto sentido, eso carece de importancia: los espías soviéticos se enteraron del mismo y el conocimiento de los planes de desestabilización agravó las tensiones existentes.

Credencial de la KGB de Kim PhilbyDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa credencial de la KGB de Kim Philby fue parte de una exhibición que celebró 90 años de los servicios de inteligencia exterior rusos en 2010.

Y esto probablemente fue azuzado por Kim Philby, quien le contó a Moscú que al inicio de la Guerra Fría la CIA y el MI6 planearon desplegar agentes en lugares como Albania, los estados bálticos y Ucrania para sembrar descontento y así alejarlos del dominio del Kremlin.
Philby y los otros espías de Cambridge estaban dedicados a labores de espionaje.
Pero la desestabilización era una consecuencia inevitable de sus acciones, pues su traición llevó a las agencias de inteligencia británica a cuestionarse mutuamente y aumentó la desconfianza en el establishment.

"Mentalidad de fortaleza bajo asedio"

Las actividades desestabilizadoras de Rusia durante la Guerra Fría se centraban en lo que se conoce como "medidas activas".
Es decir, esfuerzos por influir en el debate político por vía de los denominados "agentes de influencia", entre los que habían políticos y periodistas.

Poster de Derechos de autor de la imagenSTUDIO CANAL/FOCUS FEATURES
Image captionEl miedo a la desestabilización y la caza de posibles espías rusos se convirtió en una poderosa narrativa en Occidente.

El miedo a la desestabilización y la caza de posibles espías rusos se convirtió en una poderosa narrativa en Occidente.
Y los temores no terminaron con la Guerra Fría, con Moscú resucitando la narrativa que lo dibuja como blanco de complots occidentales.
Primero fue la expansión de la OTAN hacia sus fronteras.
"Ahí estuvo el origen de las verdaderas sospechas de nuestra parte", me dijo en Moscú el general Vyacheslav Trubnikov, jefe del servicio exterior de inteligencia rusa, SVR, entre 1996 y 2000.
"Estados Unidos y sus aliados se consideran a sí mismos como los vencedores de la Guerra Fría", me explicó Trubnikov.
"Y piensan que Rusia, como el perdedor, debería aceptar las reglas y formas impuestas por el lado ganador", se quejó.

Gordon Corera con el General Vyacheslav Trubnikov en Moscú.
Image captionSegún el general Vyacheslav Trubnikov Rusia se ha sentido amenazada por la expansión de la OTAN.

De la misma forma, el derrocamiento de gobiernos favorables a Moscú en estados vecinos como Georgia y Ucrania también fue visto en Moscú como el producto del apoyo encubierto del extranjero, a menudo vía ONG, en lugar de como levantamientos populares.
"No creo que se trate sólo de propaganda", dice Andrei Soldatov, autor de "La telaraña roja" y reconocido experto en los servicios de seguridad rusos.
"Para ellos, es real. Refleja su mentalidad de fortaleza bajo asedio", explica.

¿Evidencia concreta?


Lavrov y ClintonDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionNo se olvida el día de marzo de 2009 que Clinton le regaló un botón a su homólogo ruso, Sergey Lavrov, para reiniciar las relaciones entre sus dos países.

El concepto de desestabilización se ha convertido en una poderosa herramienta para la narrativa rusa de país bajo asedio que necesita resistir a las influencias externas, y el Kremlin la utiliza para justificar el estricto control estatal en el interior y sus actividades en el extranjero.
En 2011, por ejemplo, se produjeron nuevas protestas en Moscú. De nuevo se culpó a la interferencia extranjera. Y se dice que Vladimir Putin estaba particularmente molesto por unos comentarios de Hillary Clinton.
En diciembre pasado, Clinton vinculó esos eventos con la intervención rusa en la campaña electoral.
"Putin me responsabilizó públicamente por el descontento desbordado de su propia gente, y esa es la conexión directa entre lo que dijo entonces y lo que hizo en estas elecciones", dijo Clinton.
Lo cierto es que la noción de desestabilización rusa en Occidente se había largamente desvanecido con el final de la Guerra Fría. Hasta las pasadas elecciones en Estados Unidos.
Ahora ambos bandos sienten que el otro está una vez más enfrascado en ese tipo de actividades.
"No tengo dudas de que Vladimir Putin cree (incorrectamente) que el gobierno de EE.UU. -probablemente con la CIA a la cabeza- está interesado en realizar acciones encubiertas para conseguir un cambio de régimen en Moscú", dice Steve Hall, quien estuvo a cargo de las operaciones de la CIA en Rusia hasta su retiro en 2015.
"En el lado occidental, creo que las cosas son un poquito más concretas. La comunidad de inteligencia de EE.UU. concuerda en que hay evidencia de que los rusos sí estuvieron involucrados en una operación de influencia", agrega.
Las percepciones importan. Pero también la evidencia.
Si se prueba que Moscú impulsó una operación que influyó decisivamente en el resultado electoral, este podría llegar a considerarse como el acto de desestabilización de mayor alcance jamás visto.

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